Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

miércoles, 10 de agosto de 2016

Ir solo al cine

- Una vez fui al cine solo. No es lo más triste que alguien puede hacer, de hecho, resulta ser un grato encuentro con uno mismo. 
Yo estaba mal del dedo gordo por haber pateado -sí, estúpidamente- una piedra enorme que confundí con la pelota mientras jugábamos de noche. No es que haya habido una piedra en la cancha o estuviéramos jugando en la pista, la razón es todavía más estúpida, porque yo andaba lleno de coraje y quería lanzar la pelota directamente al rostro del arquero que andaba desconcentrado ya que nos había ganado el primer partido. En un ataque de ira descontrolada quise coger la pelota que se encontraba fuera de la cancha y patear al rostro; pero por idiota fui el enteramente afectado.
Por eso, andaba de para y no podía volver a las canchas. Peor que no salir a jugar es quedarse a ver el juego, por eso resolví ir al cine. Era el año 2009, mi entonces pareja no podía ir por un asunto del trabajo o de repente porque le dije que veríamos Dragon Ball Evolution. Sí, lo sé, luego quise asesinar al guionista. Ahora que lo pienso, quizá por eso, inconscientemente, me vuelva guionista, de repente para hacer una mejor película de mi anime predilecto.
Pues, compré la entrada y la gaseosa más grande. No me gustaba mucho la canchita -ahora la adoro- y para hacer más divertido el momento, fui con mi polo de Goku. Ahora no lo uso mucho porque voy a tener 30 años y pareceré un gil.
Volviendo a la sala del cine, un grupo de chicas se hallaba detrás, siempre quise saber, ¿Qué habrán pensado? Porque en un momento una de ellas hizo que me cayera algo en la espalda, volteé y entre risas y la chacota no sé quien pidió disculpas. Yo sonreí, siempre lo hago y volví a mirar la pantalla. Esa pregunta nace por el siguiente motivo, ¿Quién carajos va solo al cine? Causa gracia pensar que ellas imaginaron: Seguramente llegará su chica o su marido; pero nadie vino. Al final, luego de una desastrosa película llegué a mi casa tras haber fumado algunos cigarrillos mientras anduve caminando por los exteriores de Plaza San Miguel.
Claro que el asunto del dedo no me impidió la juerga que ocurrió después y no voy a negar que volví al cine a ver la misma espantosa película.
Fui con un amigo, quien a pesar de mis comentarios negativos quiso verla. Nos volvimos a pelar.


Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario