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domingo, 11 de octubre de 2020
Quiero hermanito
lunes, 28 de septiembre de 2020
Los pechos
‘Despiden a gobernador por chuparle los senos a su esposa durante una conferencia por Zoom’ dicta la noticia en un enlace al que acabo de entrar por mera curiosidad.
Estoy
bloqueado, no surgen ideas y se me ocurre navegar en busca de noticas absurdas para
no pecar con mirar el perfil de mi ex, cuya invitación a su casamiento acabo de
usar como...
Entre
Ríos, Argentina; Lizardo Fernández fue visto por sus camaradas mamando los
pechos de su mujer mientras un colega dictaba una charla acerca de salud mental
por Zoom. El mandatario no se percató que tenía la cámara encendida y como
cualquier hombre en el mundo (no se me hagan los ñoños) accedió a un chupe de
mangos inmediato para sazonar la mañana.
Es
gracioso y genuino como a pesar de la edad a muchos todavía nos encienden los
pechos de nuestra respectiva pareja.
¿A
quién no le gustan los senos? Reflexiono a medida que observo los memes sobre
la noticia.
Yo...
soy un hacedor de supernovas al momento en que, tal cual el gobernador, coloco
la cara en medio de los pechos de mi chica y disfruto de ese cándido sitio que
tengo como segundo favorito de su anotomía.
Cierro
la página y exploro el perfil de mi ex novia a punto de casarse con un tal
Gabriel Lisboa, un pelotudo en su completa autenticidad, con los cabellos
cortos a lo pelotero de la primera división del fútbol peruano, tatuajes en los
brazos a pesar de su aspecto oscuro, sonrisa producida por el primer sueldo y
atuendo a lo Wilson y Yandol.
Me
pregunto, a medida que observo la biografía del fulano, ¿Cómo rayos Jacqueline
Gonzales me cambió por ese individuo? Entonces me percato de la sarta de
comentarios que intercambian, entre ellos, los adjetivos: Mi guapo, mi rey, mi
tesoro. Los cuales me quieren dirigir al baño para un súbito vomito; aunque, en
una reflexión, viendo la sonrisa de mi ex, me doy cuenta que se siente contenta
con el emulador de Don Ramón versión dos mil veinte. Recuerdo a su vez los
instantes en los que falté a su casa para inmiscuirme en los avatares sexuales
de mi secretaria, vecina y concuñada. Situaciones que pude impedir; pero me di
el gusto de disfrutar, tal es la razón, que estoy lejos de ella, quien a pesar
de tanto, tuvo la amabilidad de invitarme a su boda, invitación que acabo de
usar para...
Vuelvo
a las fotos de Jaqui, como me gustaba llamarla, para enfocarme en sus senos
copiando al gobernador argentino cuyos memes me hicieron reír.
Es
entonces que en un completo acto masoquista recuerdo las veces en las que me
perdí en eso dos monumentos a la belleza.
¿A
qué hombre no le gustan los senos de su chica? Me hago la pregunta al tiempo
que contemplo fotografías de ella que tengo en una carpeta privada. Muchos
solemos guardar recuerdos tales como cartitas, anotaciones, fichas de
restaurantes especiales y demás; aunque también, en lo oculto de nuestra propia
Deep Web guardamos pechos relucientes que dejamos en escondites de la
computadora para la sesión onanista de cualquier domingo.
Previo
al casamiento de mi ex me dio por usar las imágenes no solo mentales de
encuentros sexuales en nuestros tiempos de gloria para proyectar calentura y
usar la masturbación como medio de relajación ante un bloqueo narrativo para mi
próxima página que el diario local exige que escriba.
Las
fotos aparecen en frente, el muñeco sale reluciente y la sesión de loco
onanista recordando al ex amor que se casa la siguiente semana comienza a tomar
forma hasta que, repentinamente, la empleada, quien ha llegado temprano y no
hecho ruido porque sabe que trabajo en mi redacción, se asoma por la puerta
diciendo: Señor, ¿le sirvo un cafecito?
No
debí usar la invitación para limpiarme el culo, pienso.
Fin
domingo, 27 de septiembre de 2020
Jesús no es un oficial de policía
- Pa, ¿Por qué la abuela dice que si te comportas mal Jesús te castigará?
viernes, 18 de septiembre de 2020
Pensamientos caseros
Yo siempre he creído que la gente puede hacer lo que les dé la gana con tal que no me vea afectado.
En
ese sentido, respeto religiones, orientaciones sexuales, ideologías políticas,
equipos de fútbol y hasta al vecino que tanto le gusta el reggaetón.
Nunca
me veré envuelto en una acusación imperiosa por querer juzgar fuertemente los
gustos y las apreciaciones de los otros entes.
Claro
que si alguna vez me piden un consejo: Bryan, ¿Qué te parece si me pinto el
cabello de rojo?, ¿Qué opinas si me vuelvo Hare Krsna? O ¿y si de repente me
gustan los hombres y no las mujeres? Yo puedo ofrecer mi comentario honesto,
franco y conciso o agendarles una cita con un profesional si mi entendimiento
no alcanza.
En
ese contexto, realmente, yo adoro a la gente franca y honesta, a las personas
que te dirigen la palabra tal cual y sin medida. Me gusta que me digan las
cosas como son, tal cual yo las digo. No me gusta mentir, claro que amo hacer
bromas; pero cuando se trata de algo serio digo mi verdad y espero lo mismo,
entonces nos estrechamos la mano y asunto solucionado.
A
veces es curiosa la forma como por no decir algo o por ocultar asuntos
emociones, muchas personas se alejan sin que sepamos el origen de su huida.
Yo
estoy abierto a que me digan lo que ocasionó su partida, tal vez dije o hice
algo malo que los ofendió y por eso dejaron de ser mis amigos en las redes. De repente, es simplemente un asunto de
inmadurez que escapa de mi entendimiento.
La
gente, obviamente, puede actuar y hacer lo que quiera; pero si se trata de mi
(o de ti, si fuera tu caso) lógicamente esperamos una respuesta. Queremos saber
lo que sucedió para armar un argumento y arreglar, no queremos que se vayan sin
saberlo o de lo contrario, otras personas vendrán y reemplazarán sus puestos
debido a que quienes se van sin avisar, sin dar motivo o razón, no suman,
entonces vienen otros y los reemplazan, es así.
En
esta vida, reyes, emperadores, papas y heroínas, fueron reemplazados, no creas
que no ocurrirá lo mismo contigo o conmigo.
Este
post tiene un punto global, que a veces pienso y quiero compartir en modo
reflexivo, para que sepan que en mi se encuentra gente agradable y estupenda (y
me imagino que muchos esperan lo mismo con sus entornos) y que cuando la gente
se va sin motivo, vienen otras y los tachan; aunque lo mejor debe ser que
expresen su sentir porque la gente debe demostrar sus emociones.
Yo
siempre he creído que alguien puede ser quien quiera que sea, a veces se pierde
la esencia o los matices; pero pienso que todos tenemos el derecho de
moldearnos a otro modo y placer, en ese contexto, es válido y yo respeto todo
tipo de novedosa actitud. Nunca juzgo a nadie, no tengo porque hacerlo, así
fuera un dios o un emperador, me valdría madre o simplemente podría causar inspiración
(en el caso en que yo quisiera un cambio).
Me
gusta la gente que inspira, siempre trato de juntarme con esos seres de luz que
te producen una vibra distinta y ayudan a crecer de distinta manera.
Solo
intentaba reflexionar un poco sobre pensamientos caseros, que tengo, que van y
viene, revolotean en mi cabeza y comparto.
Saludos
lindos y lindas.
domingo, 6 de septiembre de 2020
Noche intensa contra la pandemia
- Me senté enfrente de la computadora como un domingo cualquiera sin resaca y con taza de café en frente preparando las teclas para otra aventura literaria. Sintonicé una canción de Cerati para aumentar la inspiración instaurada desde que te encuentras descansando en el sofá de mi sala por la faena desorbitante de la noche anterior y prendí un cigarrillo para sentirme un escritor de los veinte, salvo que no llevo traje ni bufanda y ando en bóxer, lleno de tatuajes y los cabellos largos en moño, razón por la cual, me alucinan publicista y no escritor.
Alejandra,
como voy a llamarte ahora, vino a mi casa alrededor de las siete, yo abría un
tequila para celebrar el final de un nuevo libro que podría publicar a pesar
que tan solo lo compre mi abuela y mi ex esposa porque en un país como Perú ser
escritor es como ser agente inmobiliario en la luna. Estamos llenos de
ignorancia, ojalá naciera en Finlandia. Lejos de ese parámetro curioso, vuelvo
a ti, rulosa divina con ondas que caen por tus mejillas y llegan hasta tus
senos como dos duraznos que siempre anhelo besar y saborear a pesar que al
inicio, conociendo totalmente el compilado de situaciones posteriores,
empecemos con una charla suave sobre las vicisitudes de nuestra semana entre
sonrisas y risas con ademanes en señal de comprender, cuando, realmente y sin
hacer alguna alusión a un montón de mentiras, yo miraba tus pechos al tiempo
que hablabas y sonreía con la vista en tu cuello deseando morderlo y saborearlo
como el vampiro que soy; y tú, bien dijiste, rozabas mi pierna con suavidad
deduciendo o sabiendo que el demonio de la entrepierna emergía como un titán.
No me gusta presumir, nunca lo hago; pero hay que saber que hay hombres que la
tienen amplia. Soy el caso y no tiene nada de malo. Tengo un monstruo abajo y
no tiene nada de malo decirlo.
El
palabreo igual al que tenemos por chat se interrumpió por un beso inevitable
que nos condujo a caer sobre el mueble en toda su dimensión desprendiendo a
ritmo vertiginoso cada una de las prendas que llevábamos como si las pieles
desesperadas quisieran salir a relucir. Fue entonces que la blusa y la falda
salieron a abominable velocidad y mi pantalón tan veloz como lo fue la remera.
Todo a tiempo de beso y caricias que no tenían ni querían tener fronteras. La música
de fondo se opacaba por causa de tus gemidos al momento en que perforé tu
cuello como vampiro enamorado susurrando mis deseos libidinosos a un oído que mordí
con suavidad. Lo sabías, eras mía; lo eres y fuiste desde antes, quizá, de
noches atrás cuando nos conocimos en un bar y conjugamos en un hotel, ahora
estamos en casa por la pandemia y sus asuntos y porque me gusta la comodidad de
un hogar donde nadie molesta.
Alejandra
empezó a tomar iniciativa. Una tigresa endemoniada me lanzó sobre el mueble colocándose
encima con una sonrisa malévola y preciosa, los rulos cayendo que se fueron atrás
en una rápida cola y desprendió el bóxer de Hulk con esos dientes de vampiresa
para enseguida mandarme al cielo y el averno en el tiempo que duró el oral.
La
felación es el placer de los dioses, en una teoría, pienso que podría recibirla
a todo momento y en cualquier circunstancia en completa atención.
Y,
sin embargo, también me gusta ofrecerla; pero no era el momento, pues Ale,
estaba encima moviendo las caderas a medida que yo sujetaba sus senos manoseándolos
como artesano, como escultor de una Venus de Milo al tiempo que ella conocía los
principios de su faena rítmica para que sintiera la lujuria respectiva entre
gemidos y sonrisas que nos hicieron olvidar a Cerati y su Paseo inmoral y yo
que ahora tocaba sus caderas para tenerla firme hice mi sagrado movimiento
universal, el cual consiste en sostenerla enfrente, tan cerca a mí que escucho
los gemidos en las orejas y arremeto en constantes movimientos de cadera de
forma tan frenética que la vuelvo loca de placer.
Y
ella lo dijo: Soy toda tuya, mi amor.
Me
encanta cuando lo dice a pesar que solo nos vemos los fines de semana y el
resto de días nos hacemos los desconocidos, los mentirosos y los sin afines. Recuerdo,
en una anécdota dentro del relato, que una vez nos vimos en una librería, ella
con su marido y yo con mi mascota, paradoja, diría alguien, y luego nos comimos
en un hotel barato de la 33. Ya no estaba con el tipo, me dijo, fue o no
mentira, me importaba un bledo, yo solo quería coger y sí que lo hicimos
sabroso, creo que el despecho promulga esos factores libidinosos.
No
siempre soy un escritor de romance, a veces tengo estos ratitos de lobo feroz.
Lo
siguiente que ocurrió fue que cambiamos de posición. Ahora yo andaba detrás y
ella inclinada con las manos apoyadas al filo de la cama, se me ocurrió besarle
el trasero y morderlo un poco antes de cogerla de la cintura y penetrarla
suavemente incrementando los decibeles al compás de unas nalgadas oyendo como
si estuviera en un pasadizo alejado al buen Cerati cantar ‘Nada personal’. Qué
barbaridad de casualidad.
El
choque de ambas intimidades a un son frenético y sabroso nos calentaba de forma
descomunal como si en cualquier momento pudiéramos simplemente rendirnos ante
un monumental orgasmo; sin embargo, deseaba otra pose, quizá, una de mis
favoritas en esa noche. Por eso volvimos al mueble, amplio por supuesto, yo me
puse detrás y ella adelante sintiendo mi mano apretando su garganta y oyendo
mis palabras libidinosas en noción a su cuerpo y el deseo inherente que le
tengo de antes para penetrar su ser a medida que elevo su pierna y sigo
apretando su cuello por decisión unánime.
El
reloj pareció detenerse, juraría que comenzamos a las nueve y ya eran las once,
¿Quién coge tanto? Me puse a pensar. Parece que el tequila me genera una erección
diabólica, pensé con una sonrisa y supuse que ahora, mientras ella nuevamente
me daba la felación de rodillas sobre la alfombra, acabaría dejándome llevar de
una vez. Y así fue.
Pude
recién oír un llamado romántico, ya no era Cerati quien cantaba, sino Luis
Miguel como un azar extraño del destino nocturno, sintiendo como ‘Contigo o sin
ti’ se metía a los oídos a medida que nos echábamos sobre el mueble en
cucharita para terminar de gozar de la noche que a pesar de su juventud parecía
habernos saciado lo justo y necesario.
Acabo
de terminar de escribir, ella aparece detrás dejándose caer por la espalda y en
un susurro me dice: ¿Empezamos la fiesta otra vez?
Ya
no se llama Alejandra, ¿Qué nombre te gusta que use?
Fin
sábado, 5 de septiembre de 2020
Doble impacto
- Eran las siete de la mañana de un domingo cuando Carlos resolvió visitar la casa de su novia para dejarle un recado importante, que debió y pudo ser entregado mucho antes; pero se le ocurrió, por motivos que iré hilvanando, dejarlo junto al sol de primavera en un estado de casi completa ebriedad junto a dos amigos que más parecen demonios y con la ilusión de ser bien recibido.
Todo
comenzó a las once del sábado, Ezequiel y yo adquirimos los rones respectivos
para la faena destructiva de cada fin de semana que empezaba con la grata sensación
de querer beber el buen trago de los dioses como si el mundo se fuera acabar;
siguiendo o añadiendo a ese acto sublime, el consumo curioso de sustancias alucinógenos
llamase drogas que iríamos inhalando y fumando de rato en rato parando en
estaciones como el baño o la cocina al tiempo que la música de entonces se
fuera oyendo y la charla futbolera, chismosa, estúpida, delirante, extraña o
balbuceo, se fuera escuchando en una sala pequeña de un apartamento de La
Bolichera sin mujeres ni resto de amigos porque únicamente quedábamos los tres
cuando los minutos pasaron y el resto de compañeros se fue retirando, pues, con
esto quiero decir que, a partir de las tres de la mañana empezaron a
transformarse los amigos en demonios, bien dice un dicho de antaño: Quienes se
quedan a beber de tres a seis o siete de la mañana es porque ya tienen el
infierno comprado.
Lo
confieso, la acabo de inventar.
A
las cinco con seis se nos acabó el ron a pesar que las gargantas deseaban más;
sin embargo, contradiciendo a la razón, a Carlos se le ocurrió decir: Yo pongo
el siguiente... Pero, tengo que a ir a la casa de mi flaca para entregarle este
recato. Luego podemos ir a un grifo y comprar. Ezequiel y yo, sedientos, deseábamos
que el trayecto fuese corto y la operación un éxito para continuar bebiendo en
un parque, en el caso en que no se pudiera en el apartamento por motivos
comprensibles ya que sus viejos estarían o deseasen seguir descansando. Fue
entonces que, nuevamente contradiciendo a la razón, zafamos del sitio con dirección
a San Borja para dejar el recado maldito, comprar otro ron y beber hasta las
siete u ocho como acostumbrábamos a hacerlo en un acto divertido y muy
irresponsable que disfrutábamos porque entonces no había responsabilidades.
Abordamos
el primer taxi que vimos aventurándonos a una locura que terminaría en una anécdota
de antaño capaz de durar el resto de los días. Adentro empezamos a sentir los
estragos del licor y el aire friolento de la noche, incluidas las vueltas del
chofer, quien nos condujo hacia la casa de la chica.
Bajamos
los tres. Carlos se adelantó al edificio donde vivía su chica adentrándose por
la puerta principal y subiendo a paso lento escalón tras escalón hasta llegar
al quinto piso, en donde, tocó el timbre un par de veces y recibió la
bienvenida de su chica cuyo rostro reflejaba un coraje importante.
Ezequiel
y yo, sentados sobre una banca en frente comiendo un par de plátanos para
calmar las ansias por vomitar el ron, vimos la actitud de su novia, quien en un
acto de sumo coraje e ira por el asunto de ver a su pareja en ebriedad y
aliento de rata tratando de darle un recado cuando debió hacerlo un día antes o
avisar que tendría temprano, le dio como vuelto, como agradecimiento, como solución...
un doble impacto perfecto, es decir; dos cachetadas ida y vuelta, vuelta e ida,
directamente a las mejillas que parecían con milanesas. Fue formidable. Poético,
diría yo, la forma como el golpe certero dio dos vueltas consecutivas haciendo
que no dejara de reír ante lo que estaba viendo junto a un casi soñoliento
Ezequiel que pudo mirar antes de morir en ebriedad.
Fue
uno de los sucesos más graciosos de ese momento. Año 1995.
Fin
Gusanitos estelares
- Me gusta pensar. Soy escritor y por eso tengo una visión muy abierta usando muchas veces la imaginación para crear parches en la realidad o construir puentes que la unan a la ficción.