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domingo, 27 de septiembre de 2020

Jesús no es un oficial de policía

- Pa, ¿Por qué la abuela dice que si te comportas mal Jesús te castigará?

El vecino de la vuelta, quien salió en televisión tras haberle robado los ahorros a su cuñada, se encuentra navegando en un yate rentado luego de ganar el juicio aludiendo demencia mental, ¿por qué no lo castigaron?
¿Por qué Dios no vino a llevárselo para darle unas buenas nalgadas? O tal vez, jalarlo de las orejas y ponerle un castigo.
Pequeña, tu perspicacia cada día me asombra más, le dije en un suspiro.
Tú sabes que uno debe hacer el bien sin la intención de un supuesto cielo porque no hay nada después de la muerte, ni Dios ni Satán, tan solo polvo de estrellas, en ese sentido, debemos vivir en armonía con los demás para evitar...
¿Evitar la cárcel? Interrumpió con una pregunta notable por el contenido de la misma.
Evitar sentirnos tristes por dentro, le dije.
El vecino se veía muy contento, respondió irónica.
Sí. Yo también estaría feliz navegando en yate por el Atlántico. Sin embargo, hay formas de cómo lograr esa meta.
Ella me quedó mirando esbozando una sonrisa a la espera de un argumento que cambie su punto de vista plasmado por la noticia televisiva.
Trabajando de forma honesta en cualquier momento tendrás lo que tanto deseas, no necesitas robar ni hacer el mal haciéndote el pícaro aprovechándote de gobernantes corruptos, simplemente debes vivir con el bien como voluntad propia.
Entiendo, pa. Tengo los valores que en ambas casas me regalan; sin embargo, a veces pienso, ¿Por qué los malos ganan con facilidad?
No todos, eh. Hay malhechores que terminan en prisión durante años perdiendo su libertad y sin poder ver a sus hijas crecer. Hay gente mala que muere en tiroteos o a veces hay cretinos cuya pena interior los carcome hasta redimir ante la sociedad cambiando para bien.
Y hay tipos buenos como el tío Gabriel que mueren de un cáncer a los cuarenta tras haber tenido una vida pulcra y honesta, reflexiona la princesa, quien a pesar de su corta edad entiende la vida con mucha facilidad.
Es que nadie tiene la vida comprada, mi cielo. A veces las enfermedades nos atacan seamos buenos o malos, altos o bajos, idiotas como los que hacen pirámides de vasitos en la tele o muy inteligentes como el Tesla que tanto te gusta. A veces simplemente es un azar como le pasó al tío Gabi.
Pa... Tesla murió de viejito.
Sí, preciosa, solo te doy ejemplos. Pues... lo que trato de decir es que no hay excepción a una enfermedad, a menos que te cuides y puedas evitarla durante muchos años.
Comprendo. Y entonces, ¿Por qué la abuela dicta ese comentario? La otra vez, Javi rompió un florero mientras jugábamos a la pelota, ella lo vio enojada y le dijo: ¡No rompas más cosas o Dios te castigará!
Yo no creo en Dios y seguí tu consejo de evitar confrontaciones con creyentes para evitar malos momentos, ya que es mejor dejar que todos crean en lo que quieran. Si creen que abrieron los mares o resucitaron muertos, está bien.
Yo creo en el universo, el big bang y la panspermia. Y nadie me podrá refutar.
Se vio llena de coraje cuando lo dijo. Ella amasa sus ideas y las vuelve tan suyas que desliza teorías a medida que juega con las muñecas. Es una pensadora nata, su inteligencia me asombra, me supera en todos los sentidos, pues yo, a su edad, andaba tras la pelota sin pensar en otra cosa.
La abuelita tiene como 500 años, a ella no le vas a cambiar su punto de vista. Yo no creo que su Dios sea un oficial de policía, tampoco un mandatario o un rey, simplemente intenta corregir a Javicho con un argumento asustadizo.
Circe asintió con la cabeza comprendiendo el punto de vista que seguramente también comparte.
¿Crees que a muchos asusten con el infierno? En el caso de existir. Porque desde que leímos ‘La divina comedia’ me di cuenta de quien lo inventó.
¡Mi amor! ¿En qué momento leíste ese libro?
Ah, cierto, pa, dice en una risa. Tú no lo acabaste. Pero yo sí.
Estoy criando a una genio, pensé en ese momento.
Bueno, la gente se puede asustar con lo que quiera, puede creer en quien sea, puede hacer lo que quiera, todo se respeta, mi princesa, le dije.
Y por favor, nunca uno debe burlarse de las creencias de otros, añadí.
Estoy de acuerdo, pa. Aunque debo confesar que me pareció gracioso que el ñoño de Javi se asustara y empezara a reparar el florero con cinta adhesiva.
Empezamos a reír.
Mientras lo ayudaba, él decía: Circe, no quiero hacer enojar a Dios, dicen que cuando se molesta te jala de las patas y te mete debajo de la cama.
No seas, noño, Javi. Nadie hace eso, le dije; pero luego se me ocurrió decir: Ah, ya recuerdo, quienes hacen eso son los duendes.
Circe se empezó a reír de forma malévola y graciosa.
¡Mi amor! No asustes a tus primitos, le dije con una sonrisa y ella no paraba de reír.

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