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domingo, 18 de junio de 2017

Mariana

- Mariana, una ex novia que vive en Arica y que a veces anda por Tacna, con quien tuve un amorío intenso hace diez años y con quien tengo a alguien muy especial a mi lado, suele escribirme de madrugada; ella cree despertarme a eso de las tres de la mañana, lo que a veces no recuerda es que a esa hora estoy escribiendo. Me considero valiente para afrontar distintas situaciones; pero el sonido del celular en un completo silencio y oscuridad, luego de ver el Conjuro 2 por quinta vez y con la mente en monstruos fantásticos que intento crear, logra asustarme. Veo el móvil y es ella, a quien particularmente tengo registrada como solía decirle cuando estábamos juntos.
‘Curiosita’, pues, se lo decía para barajar sus malditos celos enfermizos, ya que en ese entonces, tiempos de MSN y HI5, un joven Bryan Barreto, delgado y con el cabello corto, sin perro que le ladre, manejaba solo dos cuentas a diferencia de hoy y esta mujer me pedía las claves; pero como no iba a dárselas se las ingeniaba para saberlas. Lo que hacía era cambiarlas diariamente, un asunto tedioso que a veces olvidaba, esto conlleva a que muchas veces, cuando me conectaba al anhelado MSN, solía recibir un argumento basado en insultos a mi alter ego de hombre y adjetivos a mis amigas. Literalmente ‘me cagaba de la risa’ pues, eran personas del entonces instituto de Diseño de moda y por supuesto que eran hermosas y radiantes; pero le gustaban las mujeres. Qué buenos gustos las de ellas. Recuerdo que íbamos a discotecas de ambiente y la pasábamos bien; aunque a veces los tipos de la barra me miraban como pollo a la brasa.
Mariana, ‘volaba’ y luego de los reclamos, yo le mostraba un par de cuentas de HI5 y conversaciones para que se tranquilizara y quedara en completo ridículo. Disfruto hacerlo, pienso que primero debe desfogarse y luego entender para quedar en shock. Y claro, negarlo todo o aceptar y ofrecer disculpas. Cualquiera sea el desenlace, yo nunca me enojaba, siempre he sido, como lo dicen ahora, ‘alguien fresh’.
Ella me escribe, dice que ha soñado conmigo, siempre fue, como una vez nos dijo el terapia de pareja, ‘una chica histriónica’; pero la amaba como era, con toda esa carga de celos desquiciados y su demencia para pensar que me estoy acostando con medio instituto cuando estoy, -bueno, en ese entonces, fumando marihuana por la Bajada Balta junto a un amigo que una noche decidió manejar a máxima velocidad e irse con auto y todo directo al infierno-.
En algún pasaje de mi vida pensé que era la mujer más celosa del planeta, luego me di cuenta que no y ahora pienso lo mismo; pero allá por el 2007, en Arica, yo andaba comprando en la Zona franca y charlaba con la señorita sobre los autos baratos y ella, me miraba con los ojos del tigre, una mirada para nada sexy, pues, impactante y sumamente irritante, no me gusta que fijen en mí de ese modo, tan posesivo y enfermo, pues, me encanta lo intenso; pero no en celos, no me agradan los celos desquiciados; aunque, claro, la aguantaba, ¿las razones? Simples, hacíamos el amor todas las noches, en la cama de su hermano, en el mueble, en el suelo, en la cama de su madre, en la de su abuela y sobre una maldita colchoneta a las cuatro de la madrugada tras calentarnos con ‘Destino final 3’.
Todo era muy divertido hasta que una vez, ya cuando terminamos, nos separamos y me vine a Lima, recibí la llamada, de hecho, tengo un cuento en ‘Una noche, una musa y un teclado’ sobre ese momento. Mariana llama diciendo: Bryan, loco huevón, ¡Estoy embarazada!
Son esos momentos en los que piensas que el mundo te coloca de puntitas y debes de inclinarte para colocar tus manos en el filo de la cama; pero no, todo se volvió muy lindo y nos hicimos algo que creo que siempre fuimos, ‘grandes amigos’.
Ah, sí, olvidaba mencionarlo, Mariana es pastelera, prepara ricos dulces.
Ella siempre recuerda nuestros momentos, por ejemplo, me escribió sobre una vez que miramos las estrellas en la terraza de su enorme casa, sus padres no estaban, sus hermanos tampoco, fumábamos esos cigarrillos que dan risa y realizándonos preguntas tales como, ¿Y si hubiera vida en otros mundos, cómo serían? ¿Estarían haciendo lo mismo que nosotros? ¿Seremos nosotros pero con distintas personalidades? Ella pensaba mucho en la astrología, eso me encantaba, porque soy un flamante creyente de que existe vida en otros planetas. Por ella supe sobre mundos posiblemente habitables, leía libros de ciencia ficción, su autor favorito Philip K. Dick estaba en su biblioteca y me llamaba cursi cuando ojeaba a Bécquer; aunque, le fascinaba que le relatara algunos de mis poemas inspirados en el verde de sus ojos.
Pero, al instante reclamaba con un cambio radical, digno de una artista profesional de drama, decía con gestos brutales: Pobre de ti, pequeño, que me entere que le dictas poemas a tus amiguitas. Te corto los huevos.
Ella era capaz de hacerlo, lo juro, era capaz.
Luego, fiel a sus cambios de humor, decía, eres un lindo, me enamoras. Daba un beso y añadía: Hueles distinto, no es la fragancia que te compré, ¿a quién has estado viendo que hueles a mujer?
Yo, con mi paciencia, le decía: Deja de alucinar y hagamos el amor.
Ella: Parece que ya lo hiciste con alguien más.
Yo, tras una sonrisa: Deja de hablar sonseras.
Ella, ya furiosa: Pobre de ti que me entere.
Luego hacíamos lo que debíamos hacer y todo resultaba genial.
Me escribió, ¿recuerdas que te celaba por todo? Yo le dije, por todo y de todo. Empezamos a reír.
‘Ya he madurado’ contó con humor. Esta muy bien, esa es la actitud, le dije con confianza y vino un argumento: ¿Si nos amamos tanto, por que terminamos?
Es de madrugada, dicen que como fantasmas, los sentimientos también salen a relucir.
¡Por tus malditos celos! Le digo en un audio, tal cual, con la misma euforia como lo acabas de leer.
Me escribió una carita triste.
Luego agregó: Ay, ya, cálmate. Son cosas pasadas.
Reí y le escribí, todo bien, solo bromeaba.
Mariana, pensé, mi novia a distancia, mi chica de Arica, mi chilena y peruana, mi novia que vivía lejos, por quien dejé todo y fui a ver, vivimos juntos y nos divertimos; pero, acabamos, ¿y eso qué? Si fuimos uno en el tiempo que estuvimos.
Se lo hago saber de la forma más sutil y diplomática, ¿he dicho que una vez el terapeuta nos dijo que no somos compatibles? Fue gracioso, ella le respondió: Eso es obvio, él quiere hacerlo sobre el escritorio y yo prefiero la cama. El escritorio esta helado, la cama es más cálida. Dio otros ejemplos íntimos ante la mirada del doctor.
Yo la miré como Deadpool mira a su novia y recuerdo ese instante en especial, pues en mi cabeza apareció, ¿Cómo rayos podemos ser tan distintos y estar tan jodidamente enamorados?
Recuerdo que peleábamos, aparte de los celos, porque yo adoraba el ron y ella los refrescos, no me la hubiera imaginado en estado etílico, ella me vio muchas veces de ese modo, allá en una ciudad lejana y bailando ‘El pirulino’ totalmente ebrio y hablando estupideces. Se cagaba de la risa y luego me decía, ‘estas quemado; pero así te amo borracho del demonio’.
Uno de los momentos emblemáticos, que recordé y se lo hice saber, fue cuando una ex me escribió un ‘testy’ en el HI5 y Mariana, en su total locura, le respondió y empezaron a pelear en el perfil, yo tuve que borrar la publicación; pero no quedó ahí, pues, volvieron a verse en un cumpleaños que hice en una discoteca llamada Jijuna, se insultaron como dos fieras salvajes y yo tratando de separarlas como un completo cojudo, que situación tan terrible. Luego lo recordé con gracia, claro, muchos años después.
Ella se quedó a dormir en casa, ¿dormimos? ¿Qué es eso? Luego volvió y no regresó.
Hicimos muchas promesas, los enamorados siempre hacen juramentos de amor, promesas que piensan que cumplirán y todo es asombrosamente bello y honesto; aunque a veces la realidad no las coja de la mano.
Mariana, mi ex novia, mi amor a distancia, duramos casi dos años y pasamos medio tiempo luchando por calmar las tempestades, yo ya agotado por su falta de confianza y ella cada vez más temperamental, un día terminamos creyendo que era como esas veces en las que cortas y vuelves; pero no ocurrió.
Vine a Lima y no regresé hasta el momento de la famosa ‘llamada’ que nos hizo entender que realmente fuimos dos locos enamorados que vivían la vida a su modo y quizá, como una vez me dijo, ‘en otro mundo todavía seguimos juntos’. Yo le dije, cuenta con ello.
Acabé el capítulo de mi libro de ciencia ficción y vi el celular.
Ya no respondió, se quedó dormida al lado de quien hoy nos une.

Fin

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