Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

sábado, 2 de abril de 2016

Siempre extrañas

- A veces extrañas, obviamente. Se extraña un momento, una situación o el sonido de la risa, de repente, el aroma. A veces extrañas a la persona que eras cuando estabas a su lado. Extrañas cuando ves una película que compartieron juntos, cuando vas a un lugar donde estuvieron, a veces el sonido de una canción, a veces todo te hace extrañar. Decides realizar una actividad, te envuelves en la ocupación de un asunto; pero extrañas, siempre extrañas y en lugar de hacerlo jodido, lo vuelves literatura. ¿Y luego qué? Sigues extrañando. Extrañar solo se sacia cuando vuelves a compartir todo lo antes mencionado con esa persona. No hay otra forma, no existe.

Fin

Encuentro con una ex

Para muchos encontrarse con una ex novia podría resultar algo incómodo. Sería como una situación que les gustaría evitar. 
Me sucedió, caminaba por una avenida, fumando un cigarrillo y solitario, pensando en todo lo que acontece mi vida actual, algunos asuntos personales y otros laborales.
No suelo mirar a nadie, no es que no me importe la gente, es solo que prefiero andar viendo adelante y si estoy pensando, como la mayor parte del tiempo lo hago, es como si caminara en el desierto.
De repente, una persona se cruzó, reaccionó, giró el cuerpo y con curiosidad, dijo: ¿Bryan? ¿Bryan?
Todo ello lo imaginé porque de lo único que me percaté es que dijeron mi nombre.
Naturalmente perdí la concentración y volteé para divisar a la persona.
— ¡Bryan! A los tiempos, ¿Cómo has estado? — Dijo ella de un modo muy ameno. Incluso, se atrevió a darme un abrazo.
—Hola Mariana, a los años— Respondí correspondiendo el abrazo.
— ¿Qué es de tu vida? He visto que has publicado un libro— dijo con bastante efusividad.
La vi y parece que el tiempo la hizo cambiar. Ya no llevaba el cabello tan largo como antes, ni vestía de negro con casacas de cuero y hasta botines. Se veía toda una señorita, tan distinta a como la conocí.
—Si pues, he publicado un par de libros. Ahora último va a salir mi nueva obra, es una novela— empecé a contarle.
— ¡Que genial, Bryan! Lograste lo que tanto querías, me alegra mucho. Recuerdo que siempre me contabas que andabas escribiendo. Yo decía, este loco se pega con sus cuentos.
Comencé a reír en ese momento, recordé las veces que me dijo para ir a algunos lugares y yo andaba muy ocupado trabajando en el libro.
Muchos creen que “Una noche, una musa y un teclado” fue hecho en un mes; pero realmente fue un trabajo arduo. Primero tener que escoger los cuentos y reflexiones, luego corregirlos, darle énfasis en los aspectos que quiero y demás. Aunque faltó mejorar algunos conceptos el vender más de mil me hace sentir orgulloso.
—Te cuento que ya no me quedan libros— le dije con la frente en alto.
— ¿No te queda uno para mí? Cuando me enteré que publicaste quise comprarlo; pero no sabía donde hallarlo. Y admito que me da roche agregarte al Facebook— dijo con cierta vergüenza.
Solté una risotada y le dije: No seas tonta, agrégame al Facebook y si gustas a la otra te llevo un libro, estoy vendiéndolo a 2 x 1 porque ya sale mi nueva obra.
—Mostro, voy a decirle a mi prima. ¿Cuál es tu Facebook? ¿Sigues con Bryantres Barreto o lo cambiaste? —.
—No, ya no soy Bryantres, por asuntos de seriedad ahora soy simplemente Bryan Barreto— le dije con una sonrisa.
—Es lo mejor, mi Facebook lo tengo con mi segundo nombre. Sabes que no me gusta mucho Mariana— añadió y enseguida me dijo: Entonces, te agrego y coordinamos la entrega del libro.
—Por supuesto, Mariana, repito: Mariana, y si tienes más gente mucho mejor— Dije con la misma sonrisa.
—Ya, puedes llamarme Mariana si gustas, sonrió y siguió: Claro, voy a ver si consigo más compradores y dime, ¿Cuándo sale tu nuevo libro y de que trata? — Era una pregunta interesante.
—Pues, sale en un mes a lo mucho. Es una novela, no te puedo detallar el tema; pero te va a gustar— le dije seriamente.
— ¡Ah! Tienes que ir a la presentación. Cuando me agregues al Facebook te indico los detalles—.
— ¡Fantástico! Voy a decirle a mis amigas: Mi ex va a presentar su nuevo libro, vamos chicas.
Empecé a reír a carcajadas en ese instante.
—Seguramente dirán: ¿Por qué lo dejaste ir? Todo un escritor— dijo de nuevo con los mismos gestos teatrales.
Resultó graciosa la forma como lo dijo, estableciendo con sus manos todo el panorama.
—Oye, Mariana y hablando de eso, ¿Cuánto tiempo estuvimos? — lo dije a pesar de parecer poco ético, más que todo por no recordarlo.
— ¿Qué, no lo recuerdas? Fueron como siete meses u ocho, creo—.
—Estuvimos buen tiempo, eh— añadí.
—Así es mi querido escritor—.
Cuando recordó el tiempo volvi a mirarla detalladamente y en verdad se veía distinta. Quise hacérselo saber cómo halago.
—Déjame decirte que te ves madura, o sea, mucho mejor que antes—.
—Gracias. Las cosas cambian, terminé mi carrera y empecé a trabajar, dejé las tocadas y los ratos de juerga, ahora me va bien y estoy contenta— dijo con misma seriedad.
Hubiera sido muy irresponsable de mi parte preguntarle sobre su carrera -no recordaba que había estudiado- pero me daba gusto que le fuera muy bien.
—Bryan, cierto, me encanta tu corbata— dijo de repente interrumpiendo una pregunta que iba a realizarle.
—Ah, gracias, es un poco singular— le dije sonriendo.
—Siempre me gustaron esa clase de corbatas que usas, se te ve muy bien, pareces todo un escritor de la época antigua—. Ese comentario fue verdaderamente gracioso y a la vez sensato. Me gustó bastante.
—Me gusta verme bien, este es un estilo que adopto algunas veces. Sabes que me gusta vestir bien—.
—No tengo dudas de eso, siempre minucioso con tu modo de vestir— dijo con gestos en las manos y los labios.
Volví a reír.
—En fin, Mariana, es momento de partir, más bien, agrégame al Facebook y no te avergüences—.
—Te voy a agregar en este momento para que veas que ya no me da roche— dijo con autoridad y sacó su celular.
—Dale, búscame con… —Ya se, ya se, señor Barreto— interrumpió.
—Veo que ya no estás con esa chica, la del cabello ondulado y media gruñona.
Jamás habían descrito a mi ex novia con una palabra tan acertada.
—Tengo un nuevo amor— Le dije.
—La última vez que vi tu Facebook andabas con la otra chica—.
—Cuando habrá sido eso— dije en señal de broma.
—Fácil hace dos años—.
—Ya pues, en ese tiempo si estábamos—.
—Ya veo. Oye, se ven lindos en las fotos. Hacen una linda pareja—.
—Gracias. Ya te hablaré de ella en algún momento. Por el momento solo puedo decir que estoy contento—.
—Y eso es lo importante— respondió rápidamente.
—Más bien, debiste usar tu corbatita en las fotos, algo más formal pues, Bryan—.
Comencé a reír de nuevo, la forma como lo dice resultaba graciosa.
—Bueno, ya te he enviado la solicitud. Depende de ti aceptarme—.
—De hecho que si, en mi casa te acepto— le dije entre risas.
Ambos comenzamos a reír con ese comentario.
—Mariana, ha sido un gusto volver a verte. Me has hecho acordar algunas vivencias pasadas, como cuando fui a tu casa y tus viejos me veían de pies a cabeza y alucinaban que era un surfista drogo—.
Me sorprendió que Mariana comenzara a reír de un modo muy efusivo.
—Es que éramos tan distintos. Tú todo blanquito, con el cabello largo y tus bermudas playeras y yo con mi ropa negra y mis sonseras. Ellos pensaron que te había conocido en la playa—.
No quise decir donde nos conocimos porque no lo recordaba.
—Pero te conocí en la academia. Luego empezamos a salir y te veías lindo con tus corbatitas, a veces formal, a veces informal, eso me gustaba, dos lados opuestos. Eras un loco y a la vez un escritor conservador.
—Me gusta esa descripción, es muy cierta; aunque actualmente ya no estoy tan loco—.
—Es normal, Bryan, las personas maduran y cambian, yo también estoy igual—.
—Si pues, tienes razón, Mariana— le dije sonriendo.
—En fin, tantas cosas— Dijo y acotó: Quedamos para el libro a 2 x 1 y la presentación. Le voy a decir a mis amigas para ir.
—Excelente, ya acordamos en el Facebook.
—Ya pues, mostro. Y le mandas saludos a tu novia, dile que la anterior, aunque no la conocí, no me agradaba. Ella sí, se ve dulce.
Es el pensar de todos, dije para mis adentros.
—Yo le digo, yo le digo— le dije con humor.
Nos dimos un abrazo y nos despedimos.
Creo que algunas ex novias se vuelven molestosas y otras como en esta ocasión resultan ser buenas personas.

Fin

viernes, 1 de abril de 2016

Frase 70

- El físico siempre resulta irrelevante. Te enamoras de la forma como te trata, de sus aficiones y virtudes, de la manera como te mire, del apoyo que hace para con tu vida, de sus abrazos y besos, de la armonía que trasmite y de la sencillez para congeniar con tu vida. Es el verdadero placer de amar.



miércoles, 30 de marzo de 2016

Lados C

- Desde hace algunos años mi vida ha dado un giro distinto. Ya no soy un sujeto irresponsable y descarrilado, alguien que le gusta la aventura y lo espontaneo, me he vuelto más estable, equilibrio se ha convertido en mi palabra predilecta y hasta deseo, de una vez, quedarme para siempre con una persona. 
Por bastante tiempo creí que sucedería con mi ex; pero ella nunca entendió mis ideales y quiso moldearme a su modo. Mala elección, no puedes cambiar a las personas, debes dejar que sean como son. Si se equivocan, aprenden, si ganan, mejoran. Y debes de estar con esa persona en esos momentos. 
Pues, llegué a conocerla de pies a cabeza y ahora solo siento lástima porque muestra una faceta que nunca creí conocer.
Me dedico a escribir desde hace mucho, generalmente suelo decir: Escribo desde niño; pero me enfoqué netamente en la literatura desde que entendí que realmente era bueno para esto. O mejor dicho, como ocurre en algunas ocasiones, porque es lo que amo realizar.
Tuve muchas novias, no voy a nombrarlas porque requiero de sus historias para seguir escribiendo; pero voy a asegurar que fui aprendiendo mientras iba viviendo. Aprendí a escuchar, a que las personas se muestran ante ti porque quieren que las conozcas, ocurre ello porque confían en ti. Entonces, escuchar se hizo grandioso, porque me gusta saber de las personas y aprecio que confíen en mí. 
Yo soy fiel por vocación y naturaleza, nunca me han sido infiel, puedo estar totalmente seguro, ¿La razón? Conozco a las personas con quienes me relaciono. De lo contrario, no empezaría un amorío. 
Soy difícil para empezar una relación, es más, realizo un cuestionario peculiar para saber más de las personas y si las respuestas son erradas, simplemente doy un paso al costado. Tengo principios e ideales, no puedo ir contra ello. No se trata de tabús, ni prejuicios, es mi modo de ser.
Volviendo al asunto del cambio, antes era muy distinto que ahora, me gustaba la juerga en exceso y las situaciones extrañas. He hecho un montón de cosas por amor y las voy a seguir haciendo; pero ahora con el equilibrio como bandera.
Me gusta mi vida actual, tengo estabilidad económica (que puede llegar a ser irrelevante) pero te da seguridad. También tengo equilibrio emocional, tengo una novia ideal que aprueba mis ideas y principios, gustos y aficiones, no intenta cambiarme, no cela, ni abruma, apoya y suma en mi vida, eso es lo realmente fascinante de esta mujer. Es como si por fin alguien entendiera la forma tan sencilla de mantenerme enamorado. El truco era simple, no joder a Bryan, ni siquiera tenías que entenderlo, solo respetar sus gustos y aficiones (que no te dañan) y el valor agregado, respetar su trabajo, la bendita y eterna escritura. Es algo que ninguna de mis novias comprendió, el tener que aceptarme tal cual soy. Y esta chica lo logra. 
He venido evolucionando con el paso del tiempo, ahora cuando me dicen: Bryan, vamos a una fiesta en el sur. Suelo responder, que flojera, ya no estoy para esos trotes. Realmente da flojera, no se trata de sentirse viejo, sino de haberlo hecho cientos de veces y una más, esta demás. Ya no requiero de esas situaciones. Por ejemplo, ya no voy a fiestas en otros lugares intentando conocer gente nueva, apreciar otros entornos, etc. Es porque prefiero estar tomando en casa, con mis hermanos y amigos cercanos, beber unos cuantos rones, hablar estupideces, temas serios y pasarla chévere. No tengo la necesidad de entablar charlas con otras personas, a no ser que tengan interés en mi libro, cambia la situación; pero con fines sociales, ya esta da flojera. Entonces, ¿imaginas los fines de romance? Ya ni siquiera giro a mirar a alguien, pues, tampoco intento llamar la atención, sentirme el guapo o el atractivo, a veces aunque no haya tenido novia, me da lo mismo. Sencillamente, en el caso que no tenga chica, no requiero de intentar afanar a alguien, es más, si me buscan, bien, y si no, da igual. No existe esa necesidad de adolescente libidinoso que se quiere comer el mundo femenino. Hay únicamente la necesidad de estar con una novia todo el santo tiempo y pasarla extraordinario. Me encanta sentir eso.
Rescato, respeto y aprecio a la gran mayoría de ex novias, incluso, las tengo en Facebook y a veces charlamos un poco, me agrada porque son parte del pasado y de alguna manera moldearon mi
personalidad.
Eso es algo que valoro, que existan personas con quienes uno se ha relacionado sentimentalmente y ahora se dediquen al aprecio mutuo. Es un buen resultado.
Por otro lado, hablando de mi trabajo, he publicado tres libros, me ha ido bien y estoy seguro que me irá mejor. Todo escritor sueña con ser leído, yo quiero que todo el mundo lea mis libros, que sepan quién soy, que siento al escribir, que trasmito, que deseo, que se emocionen al leerme y que, sobre todo, se sientan identificados. Ese es mi deseo como escritor.
Otro de mis sueños es tener hijos, me encantaría porque sería un gran padre, muchos lo dicen y yo también lo creo. Seguiría el ejemplo de mi viejo y si tengo una novia que tuvo grandes padres, entonces todo resultaría increíble.
Sorprendentemente, también anhelo casarme, es curioso decirlo porque nunca lo pensé y por largo tiempo lo negué. Quise mantenerme alejado de ese medio, ¿La razones? No son miedo ni desgano, es el simple hecho de lo social lo que no me gusta. Yo quiero un compromiso con mi pareja, a quien amo, por supuesto, que sea mutuo y ante los que queremos, no ante la sociedad en sí que ni siquiera nos conoce. Pero, viéndolo del lado divertido, haría una gran fiesta y todos tomarían mucho ron.
Mencionando al ron, mi tiempo junto a este colega se termina, va a llegar un momento en que me retire y deje de beber tanto, será natural porque lo vengo planeando hace mucho y va a ser para bien porque daña mi salud (a pesar que lo ame).
Tomo desde los 17 años (mi primera borrachera) y pues, desde entonces los fines de semana han sido de locura. Algunas veces con excesos y otros ingredientes y actualmente con cautela y en compañía familiar. Bueno, no con cautela, pero si con sujetos que quiero.
Si no incursiono mucho en algunos temas y solo los menciono es porque quiero escribir de cada uno de esos asuntos. 
Pues, para culminar los lados C de mi vida, acoto que me siento en una total madurez tanto emocional como profesional, tengo planes a futuro en ambos índoles y anhelo realizarlos todos.
Anteriormente me despertaba sin ideas, desencajado, a veces preocupado por lo que fuera a hacer más adelante, pensaba en los fines de semana y la constante juerga con mis demonios (de mi primer libro) y ahora me levanto alegre, lleno de sueños, con mis libros publicados y una novela que se viene, una novia esplendida que se queda a mi lado y sonrío porque ando en una de las mejores etapas de mi vida.
Esta realidad no es asombrosa, es algo que siempre quise; pero solo necesitaba hallar el modo de hacerlo real. Ya lo encontré.


Fin


martes, 29 de marzo de 2016

¿Ya te vas?

- Debes de leer "Curiosamente, adiós" para entender esta historia.
Conocí a Ángela en un taller de narrativa hace muchos años atrás, era uno de los primeros talleres a los que asistí. Hicimos contacto con la mirada cuando ingresé, llegaba tarde el primer día de clase y le sonreía a la docente para que me dejara pasar. Por torpeza se me cayeron un par de libros al intentar buscar asiento, precisamente en ese momento, como las típicas telenovelas, vi que ella visualizó uno de los libros, el título lo recuerdo como si fuera ayer, “París era una fiesta” de uno de los más grandes y admirables escritores. Al recogerlo, nos miramos fijamente y naturalmente, le mostré una sonrisa amable, algo que siempre hago, no es indicio de querer empezar un romance, solo es amabilidad. Ella también lo vio de la misma manera y obviamente, correspondió con una sonrisa.
Me senté atrás, a unas carpetas de distancia y confieso que me atrajo su cabello ondulado, completamente negro, quizá, más que la noche. Además, vestía de un modo muy chic, como si saliera del trabajo y fuera directo al taller.
La profesora siguió explicando acerca de los distintos estilos de narradores, los omnipresentes, omniscientes y demás. Ella atendía y escribía, lo notaba porque yo suelo atender y nunca escribir. Digamos que tengo memoria selectiva, lo que me interesa lo archivo y lo que no, lo obvio.
Al rato, antes de incursionar en otro tema, la docente, que era de nacionalidad colombiana, bien guapa ella, quiso saber el objetivo de cada uno de los participantes, entonces, resolvió preguntar individualmente, ¿Qué esperas del taller? Cada uno fue dando su punto de vista hasta llegar a ella, quien respondió con una voz sobria: Me gusta la literatura y aprender más sobre ello es lo que requiero. Al rato, me tocó a mí: Estoy trabajando en un libro de cuentos y estoy aquí para enriquecer la obra.
Todos voltearon a mirarme, incluyéndola. De todos los participantes ninguno había mencionado que escribía un libro.
Por ello, quiso saber más, ¿De qué trata tú libro? Di información básica con tan solo un par de palabras: Son cuentos y reflexiones basadas en situaciones reales y anécdotas propias.
Interesante, dijo la profesora y todos empezaron a murmurar.
Me sorprendió que fuera el único que andaba escribiendo un libro, por un momento creí que todos dirían lo mismo; pero entendí que algunas personas solo gustan de saber un poco más.
Al terminar la clase salimos del salón, la docente nos había dado la consigna de traer para la siguiente clase un cuento de dos páginas. Me pareció estupendo que dejaran ese tipo de tareas.
Recuerdo que me detuve en una de esas máquinas que expulsan galletas y golosinas esperando que el sujeto adelante recogiera su producto. En ese instante, escuché a Ángela decir, ¿Desde cuándo te gusta escribir? Giré el cuerpo y la vi. Era mucho más bonita que hace unas horas y el detalle de los ojos caramelo no lo había notado.
A decir verdad, escribo desde niño; pero últimamente lo estoy haciendo seguido.
¿Por qué? ¿Hubo un tiempo en que dejaste de escribir? Quiso saber al tiempo que presionaba los botones de la máquina.
Sí. Pues, andaba estudiando en la pre de Lima y como no ingresé me estoy dedicando plenamente a la escritura.
Me asombró que comenzara a reírse de un modo burlón. La miré extrañado, entre molesto y sorprendido.
Perdona, lo que pasa es que me sorprende que no hayas ingresado a la de Lima. Si es tan fácil.
Sabía que te reías de eso. Pero, no es tan sencillo como dicen, pues, dictan algebra, aritmética y hasta geometría, yo ando en las nubes con esos temas.
Ya te entiendo, eres de los sujetos que son buenos únicamente para las letras y no para los números.
Supongo que sí. Mi ex profesor de matemática decía lo mismo.
Nos echamos a reír luego de oír ese comentario.
Yo soy Ángela, dijo después de la risa. Yo me llamo Bryan, respondí y no supe si estrecharle la mano o darle un beso en la mejilla.
Siempre he sido muy respetuoso con las mujeres, mucho más cuando recién las conozco.
Le estreché la mano con delicadeza; pero ella me dio un beso en la mejilla. Olía delicioso, lo confieso y a mí que me encantan los buenos olores.
Y dime, ¿A qué te dedicas, Ángela? Parece que trabajas en oficina, le dije visualizando su sofisticada vestimenta.
Empezó a contarme que trabajaba para una empresa de servicios turísticos, venta de pasajes y demás, era una especie de recepcionista. Para ser honesto, no recuerdo el nombre de la empresa.
Comenzó a contar también, al tiempo que yo disfrutaba de mi galleta Charada, que le gusta la literatura, en especial la clásica, habló de García Márquez y Borges con naturalidad. Incluso, para gustarme, añadió: Ese libro que lees, “París es una fiesta” es buenísimo.
Al mencionarlo fui yo quien comenzó a hablar sobre el libro, las situaciones que vivió el señor Ernest Hemingway junto a sus grandes colegas y amigos.
Nos quedamos varios minutos estacionados cerca a la máquina de golosinas y galletas charlando de autores y libros.
Salimos caminando de las instalaciones del centro cultural y no quisimos despedirnos, por ello, de un modo espontaneo, seguimos caminando hasta llegar a un óvalo. Intercambiamos MSN y celulares antes de la despedida y acordamos en vernos la siguiente clase.
Obviamente no fue así, nos agregamos al MSN esa misma noche y comenzamos a charlar hasta el amanecer.
Los temas se basaban en libros, autores, literatura, cuentos y demás, todo lo que tenga que ver con letras, incluso, también le hablé con mayor profundidad acerca de mi proyecto literario.
De repente, al amanecer, mencionó que debía ir a trabajar, lo dijo de modo chistoso, recuerdo claramente que añadió: Hablamos tan chévere que ni siquiera me percaté del reloj. Uno se olvida de todo cuando la pasa genial.
Volvimos a vernos en la siguiente clase, el taller se dictaba tres veces a la semana y aquella segunda vez, saliendo del mismo, nos fuimos a una cafetería cercana. Era la primera o segunda vez que visitaba Starbucks, nunca me había llamado la atención; pero a ella le fascinaba algo que vendían allí, lo llamaba Frappuccino.
Saliendo del lugar caminamos sin destino, no sabíamos adónde íbamos, solo andábamos mientras conversábamos.
Hablaba de su trabajo, de lo bien que le iba y que iban a promoverla, estaba contenta por ello. Yo fumaba un cigarrillo y la escuchaba, le contaba que había terminado un nuevo cuento y que el libro iba tomando forma.
Nos sentamos en una banca de un parque, no me acuerdo el lugar, solo sé que de repente nos quedamos callados y fue de las pocas veces que sentí una fuerte atracción física. Su cabello ondulado, suelto y volando a causa del viento, me encantaba, aparte, vestía de un modo sofisticado que llamaba bastante mi atención y curiosamente, se había pintado los labios -quería creer que lo había hecho por mí porque la vez anterior no los vi así-. Dejándome llevar por el gusto que sentía, le dije con seriedad: Ángela, me gustas mucho. Disculpa si te lo digo así de golpe; pero me pareces muy atractiva físicamente y a la vez muy inteligente e interesante.
Sonrió viéndome a los ojos con esa mirada café y ante mi sorpresa, respondió: Si tú no me lo decías, yo te lo iba a decir. ¡Fue fantástico! El hecho de gustarnos y atraernos resultaba ideal, por ello, inmediatamente nos dimos un beso e iniciamos una relación amorosa.
Durante las siguientes clases algunas personas nos quedaban mirando como quienes se preguntan, ¿Y estos dos, en qué momento se relacionaron sentimentalmente? Pues, fue la profesora, quien en confianza, lo dijo en la última clase: Hacen una linda pareja, chicos. Su comentario pareció salido de una clase de colegio, provocó la risa de la mayoría y la vergüenza de nosotros, quienes, lejos de sentirnos tontos, solo estuvimos avergonzados.
Salimos con nuestros respectivos diplomas y nos aventuramos nuevamente al hecho de caminar sin rumbo, cogidos de la mano, hablando de todo un poco y con la sonrisa bien puesta.
Con el pasar de los meses fue sabiendo más de ella, conocí sus otras aficiones, las luchas, por ejemplo, los videos juegos y demás. Ella a su vez fue conociéndome a fondo, se enteró que me gusta escribir en un estado completo de resaca, que suelo beber ron los fines de semana con mis amigos y que disfruto muchísimo de jugar pelota, generalmente, los sábados por la tarde.
Por ese lado estábamos bien, a ella también le agradaba el fútbol; pero, detestaba profundamente la bebida en exceso. Sin embargo, respetaba mis gustos y aficiones porque sabía que no soy de esos tipos que se emborrachan y se acuestan con otras, que arman peleas o realizan estupideces vergonzosas. Aunque, en ese entonces, junto a mis amigos, a pesar de no hacer algo que la lastime, realizábamos otro tipo de cosas, por ejemplo, no solo bebíamos ron, también consumíamos alguna que otra droga y nos gustaba la diversión extrema, es decir; podríamos ir a una fiesta en la playa o en una casa, en un lugar lejano de la ciudad o en otro extremo, siempre íbamos donde sabíamos que la pasaríamos bien. Eran tiempos de locura, bien decía mi amigo.
Yo le contaba todo a Ángela los domingos por la tarde cuando iba a su casa a ver películas mientras comíamos algo. No obviaba detalles, le contaba las drogas y las locuras que hicimos, los viajes a fiestas lejanas, las madrugas y los estupideces de los borrachos. No tenía porque mentirle, tampoco tener que inventar historias o poner excusas, llegamos a un punto en que le contaba todo porque le tenía suma confianza. Siempre he creído que la confianza es la base de toda relación.
Ángela era tranquila, gustaba de estar en casa los fines de semana, leía o veía televisión, compraba algo de comer y se quedaba enganchada con un libro o una serie. Eso me gustaba de ella, que fuera una chica hogareña, con principios establecidos por sus generosos padres y dedicada plenamente al trabajo y su vida amorosa.
Nos veíamos varios días a la semana, iba a recogerla al trabajo e íbamos a caminar por algún lado. Otras veces a cenar su plato favorito, la pizza y tantas veces al cine a mirar películas de terror.
Lo que también nos gustaba era ver documentales, nos quedábamos pegados observando en el entonces novedoso Youtube diferentes documentales sobre animales prehistóricos y monstruos marinos. En esa época andaba muy pegado con esos temas, no dejaba de buscar información sobre monstruos, animales extraños, dinosaurios, etc. Algunas veces me distraía viendo dichos videos en lugar de escribir.
Llegamos a cumplir un año juntos, parecíamos estar destinados a permanecer el resto del tiempo unidos, vivíamos enamorados y lo expresábamos a nuestro modo.
El tiempo que nos veíamos la pasábamos chévere, cuando no se podía por asuntos laborales, ella con arduo trabajo y yo escribiendo nuevos textos, nos encontrábamos en el MSN y chateábamos bastantes horas.
Ángela no siempre era apegada a su familia, en algunos casos, cuando estábamos viendo televisión en su cuarto, solía escuchar disturbios en su casa. Ella salía a ver qué pasaba e incrementaba la riña, creía que sus padres generosos (porque siempre los vi de ese modo) no pudieran tener esa clase de conflictos; pero lo que ocurría era que tenía un hermano que podría ser catalogado como la oveja negra, alguien que hurtaba objetos de la casa para consumir licor y estupefacientes. Ese momento entendí la razón por la cual no le gustaba beber.
Ella volvía estresada, triste y nerviosa, yo intentaba calmarla con los abrazos. No sabía que decirle, tampoco iba a sugerirle que lo internen, después de todo, es su hermano y podría tomarlo mal.
No voy a incursionar a fondo en ese espacio, es la vida privada de su familia y como espectador vi algunas escenas que realmente me entristecieron. Jamás creí que alguien podría volverse tan adicto al licor y la cocaína. Nunca conocí ni le estreché la mano a su hermano, solo lo vi con el rostro desecho y demacrado las veces que pasaba por mi lado. Era completamente distinto a la dulce, noble y generosa Ángela. Además de trabajadora.
Enfocándome en lo que fue mi relación con ella, debo decir que nunca discutimos, jamás hubieron esas riñas llena de griterío y ofensas.
Nosotros éramos algo distintos; pero lo sobrellevábamos porque gozábamos de pasar el rato juntos, de divertirnos en los viajes que hicimos, compartiendo aficiones y demás. Una o dos veces la llevé a reuniones con mis amigos, no se acopló del todo porque no le gusta tomar, por ello, mayormente fui yo quien salió con sus amistades. Fuimos al cine, a restaurantes y hasta un viaje. Eran buenas personas, tranquilos y algo ingenuos; pero buenas personas.
Claro que siempre preferí estar con mis amigos y ella lo comprendía, por eso, los fines de semana yo andaba de fiesta en fiesta y ella viendo televisión o leyendo en su casa. Era algo que le gustaba, eso resultaba estupendo. Además, nunca me celó ni molestó lo que hacía, yo le contaba todo, confiaba en mí y sabía mis ideales.
Pasó el tiempo y llegamos a cumplir dos años de relación amorosa, estábamos en el auge de nuestra relación, yo no sabía que regalarle para el aniversario, muchos de mis amigos sugirieron el anillo; pero nunca me atreví a comprarle uno. No quise. Creí que comprar un anillo me daría una responsabilidad, quizá, ella lo quería; pero yo no y no lo hice. Le regalé un oso enorme que quedó para siempre en el espaldar de su cama.
Un mes después de haber cumplido dos años, ocurrió una riña impensada, dije que nunca peleábamos; pero esto fue distinto. Era un malestar, un contratiempo, un simple e irrisorio malentendido.
Estuvimos dos o tres días separados, no lo recuerdo, yo pensaba llamarla; pero preferí que ella lo hiciera. La llamé después, al notar que no lo haría.
Sabía que hablaríamos y llegaríamos a un notable acuerdo y todo quedaría como nuevo, como si nada hubiera sucedido, como si todo hubiera sido tan normal como siempre.
Pero, como dije en la historia “Curiosamente, adiós”, ella dio una noticia sorpresiva. Un repentino viaje a Canadá. Yo no pude creerlo, estuve meses pensando en ¿Por qué me hizo esto? Y con el tiempo, cuando regresó de esa estúpida aventura laboral y digo estúpida porque lo arriesgó y perdió todo lo que construimos por el mismo puesto que tuvo aquí; pero con un salario mayor, entendí la razón.
Ángela creyó que era una de esas oportunidades que solo existen una vez, se cegó y se marchó sin darme explicaciones. Únicamente se lo dijo a sus padres, ni siquiera a sus amigas.
Recuerdo claramente lo que le dije a pesar que no quiera repetirlo; pero voy a hacerlo: ¿Ya te vas? ¡Pues, lárgate, cobarde!
Y así fue como me marché del aeropuerto. No hubo lágrimas, hubo ira, hubo coraje, hubo decepción; pero no lágrimas. Nunca las mereció.
Ella volvió dos años después, no era la misma, obviamente, el cambio de hábitos, cultura, clima y demás la afectaron notablemente. Me contó que se deprimió y que se sintió mal por todo lo hecho, que quiso llamarme para explicar; pero nunca se atrevió.
Me buscó al volver, yo no quise saber de ella, no solo porque no haya amor, porque el amor cuando te decepcionan, muere, sino porque a veces es mejor mantenerse lejos de algunas personas, generalmente, de las que no se muestran verdaderamente como son.
Ángela fue una mujer increíble; pero nunca fue realmente honesta. De repente, yo nunca quise escuchar sus motivos, ¿Qué motivos podría tener para fugar sin avisar? Solo razones absurdas que fue mejor nunca oír.
Confieso que me vi herido cuando volvió, que mis palabras: No deseo verte nunca más, fueron duras; pero sinceras. La decepción hizo que actuara así. No obstante, lo superas, te queda una historia que contar y una experiencia de la cual aprender.
Vivimos gratos momentos, dos años de relación bastante bonitos que terminaron de un modo abrupto.
A veces es bueno recordar lo vivido y olvidar la forma como acabó.

Fin




lunes, 28 de marzo de 2016

Hoy me siento solo

- Últimamente me siento solo. Hoy estoy solo. Ya no hay nadie, solo esta soledad.
Al inicio no me da cuenta, paraba bastante tiempo con mi novia, disfrutábamos del tiempo juntos, desarrollábamos planes y realizábamos actividades rutinarias, que lejos de ser aburridas, resolvían ser siempre divertidas. Pues, naturalmente, las anhelo y extraño. Ella se encuentra lejos (por el momento) y yo intento distraerme con lo que amo, la bendita escritura. 
Es cierto que me quita bastante tiempo el asunto de andar creando historias, nutrir a los polifacéticos personajes y darles distintas vidas, es un trabajo maravilloso, a veces arduo, notablemente liberal; aunque muchas veces no tan valorado, pero el asunto es ser feliz con lo que uno hace y yo como siempre reitero, adoro mi trabajo y no lo cambiaría por nada. ¡Cambiaría a la persona que no valora lo que hago! Y lo hice, gracias a Dios.
Pues, manteniendo el tema de la soledad, la primera noche que no estuve con mi gorda, me sentí distinto. No era ese aire a libertad que muchos podrían decir a carta cabal y andar desparramando alegría y euforia. No ocurrió eso por la grandiosa sensación que siempre fui libre. Ella no me ata, me deja ser y yo la dejo ser, ambos somos tal cual y nos amamos por eso, ¿maravilloso, no? Yo agregaría, dichoso.
En ese tramo de tiempo, luego de haber creado algunos cuentos basados en experiencias pasadas con mis amigos, quise realizar una actividad, pensé en ver una película o preparar algo de comer; pero, ella no estaba y a pesar de poder llamarla y charlar, entablar una plática sobre nuestros actos rutinarios y ponerme mucho más feeling, sabía que no estaría aquí y no haríamos lo que solemos realizar.
Enseguida, se me ocurrió llamar a un amigo, un primo, mejor dicho, iba a proponerle ver una película con un par de chelitas. Le dije y respondió con cortesía: Primito, estoy en la chamba. ¿Te parece el fin de semana? Mi segunda opción fue otro amigo, alguien con quien paro desde tiempos ancestrales, estaba seguro que podría verlo y pasar el rato, de repente conversar sobre los sucesos personales y liberarme un poco.
Estoy en la casa de mi flaca. Luego te escribo.
No decliné, todavía me quedaban algunos nombres. El hecho de decir “algunos” me apena, porque no tengo en mi registro los teléfonos de mis otros camaradas. Éramos inseparables en tiempos pasados, para aquí y para allá, a todos lados juntos; pero el tiempo fue pasando, las juergas disminuyendo, las reuniones también, el plan H se fue y las conversaciones vía MSN caducaron. Muchos de ellos evolucionaron en el sentido amoroso y se casaron. Otros mantienen relaciones estables y digo estables porque conviven, se ven seguido, mantienen un registro de actividades, incluso, tienen hijos y hasta planes a futuro. Ya no piensan en juergas ni hueveo por la calle, ni siquiera en charlas graciosas vía teléfono o MSN, ellos han madurado para bien y yo estoy completamente alegre por ello.
Fui parte del clan de los sujetos con novia; pero siempre he terminado con mis chicas. Nunca sentí lo que siento ahora, suena cursi; pero es así, tengo ganas de plantarme. De quedarme con una chica para siempre, con mi gorda (por supuesto) y empezar a desarrollar una gama de actividades futuras que nos ayude a progresar como pareja y personas.
Ahora ella se encuentra en otro lugar envuelta en situaciones laborales y yo estoy aquí, solitario, frente a la computadora intentando sacar y sacar más historias, hasta de donde no salen, las saco para escribir, es que si no escribo, puedo enloquecer por el asunto de extrañar.
Después de llamar e intentar convencer a mis amigos de toda la vida que ahora se hallan felizmente comprometidos y me alegra muchísimo, quise llamar a mi amiga, pues, mi mejor amiga, alguien con quien, repentinamente, andamos distanciados. Me dijo que no puede salir a pasear, que anda ocupada por el asunto del trabajo y algunos cursos. Me resulta mentira; pero, ¿Qué puedo hacer? Algunas personas se vuelven infantiles a pesar de superar los veinte. Quizá piensa cosas que no son, que tuvimos un altercado por un tema X y la solución Y no aparece por ninguna parte. Yo soy honesto, jamás haría algo que dañe a los que quiero. Eso puede que no lo diga todo para ella, muy mala actitud; pero respeto, yo siempre respeto las composturas de los otros hasta que se den cuenta y me digan, estuve equivocado. Lo siento. De ahí todo bien para adelante porque no soy rencoso.
Últimamente me siento muy solo, los amigos que recolecté en mis casi treinta años de vida, se han ido a vivir sus vidas. Recuerdo con nostalgia todo lo que hicimos en nuestros tiempos, ahora me contenta verlos felices, ocupados con sus familias y laburos, mientras que yo, en una entrañable soledad, al frente de la computadora e intentando trabajar para no pensar, para no extrañar, para no necesitar de esa persona que se ha vuelto mi otra mitad, alguien -aunque nunca lo dije- indispensable para mí.
Yo siempre he ido independiente, recuerdo el tiempo que estuve solo, casi dos años, pues, en dicho entonces realicé un sinfín de quehaceres, pensé empezar a hacerlos, buscar aficiones, leer libros y demás; pero no puedo, porque en ese entonces estaban mis amigos, es decir; podría leer, ver películas y demás, luego salía con ellos y hacíamos divertidos los días. Ahora, como dije párrafos atrás, todos están ocupados con sus respectivas familias.
El tiempo pasa, Bryan, me dice el espejo. Y las personas se comprometen, plantan y crean universos, añade enseguida.
No soy de deprimirme, nunca me ha sucedido; pero suelo tener ratos de nostalgia, como estos por ejemplo, en los que medito al tiempo que escribo y me siento solitario en mi habitación con el trasfondo de la música que intenta acompañar.
Deseo que el tiempo avance y vuelva mi gorda, resolvamos hacer lo mismo de siempre, me vale madre porque siempre le doy emoción, entonces nunca se convierte en rutina, esa es la magia del amor.
Al final lo que este hombre quiere es tener una novia ideal, una familia, un par de hijos, el laburo que tanto amo y un dinero que caiga en un proyecto propio. Mi vida sería completa si luego me dedicara a viajar con mi gorda y promocionar mis libros en el mundo.
Mientras tanto, al tiempo que sueño ese anhelo mostrado, trato de luchar contra esta soledad, recordando los momentos con los buenos amigos (que ya no están y me alegra que no estén) y los
ratos preciosos con mi gorda (que no está; pero va a volver).
Escribir hace posible reflejar lo que hoy vengo sintiendo.


Fin



domingo, 27 de marzo de 2016

Las gorras

- Ser palomilla es distinto a ser un ladrón. De joven uno hace un montón de palomilladas con tal de divertirse. Por esa razón y con esta reseña, empiezo a relatar esta anécdota.
Era una tarde de compras navideñas, Diego y yo habíamos ido al Jockey Plaza para adquirir zapatillas, sabíamos que en una de las tantas tiendas por departamento habría buenas ofertas. Ingresamos a una en particular, a lo que solemos visitar y comenzamos a visualizar los distintos modelos, por si nos llamase la atención algunos.
Veíamos, tocábamos y nos probábamos distintos pares de zapatillas; pero ninguna nos gustaba porque solían ser de colores muy exagerados, generalmente nos gusta lo simple.
Antes de ir en busca de otras tiendas resolvimos seguir curioseando por los alrededores, llegamos al módulo de ropa deportiva, en donde nos quedamos enganchados con las bonitas camisetas de los equipos europeos que costaban una fortuna. Luego, nos acercamos a un pequeño espacio donde yacían gorras de la marca Nike. Eran unas gorras muy bonitas, con un diseño simple, color agradable y el logo pequeño. Nos gustaron de inmediato.
El precio oscilaba alrededor de los setenta soles (en ese entonces los precios estaban en dólares) y se nos hacía de poca importancia comprar gorras cuando habíamos ido por zapatillas. Además, de adquirirlas, no podríamos comprar los tenis que deseábamos, debido a que el presupuesto se acortaría.
De repente, a Diego se le ocurrió una peculiar idea. Oye, ¿Y si las pelamos? Sonreí cuando lo dijo, creí ingenuamente que hablaba con humor. Es fácil, podemos sacarle esto (el protector) y listo, nos la llevamos puesta, añadió enseguida y entonces entendí que estaba hablando en serio.
Las gorras me gustaban y su idea parecía simple, por ello, le dije: ¿Y donde piensas sacar el protector? Están vigilando.
Fácil, cojo un polo, voy al probador y allí lo saco. Luego salgo de la tienda con la gorra puesta.
Hagámoslo, le dije motivado, debido a que su plan parecería ser perfecto.
Diego cogió una de las gorras, se la colocó y observó en el espejo como quien se prueba, luego, cogió un suéter. Me pidió que vigilara por si alguien curioseaba e introdujo la gorra dentro del suéter. Al rato, hice exactamente lo mismo.
Vamos a diferentes probadores, me dijo con bastante seriedad. Ya, está bien, respondí de la misma manera y nos separamos.
Estaba nervioso, lo admito; pero trataba de disimular de la mejor manera. El tipo de seguridad, un sujeto alto y serio, cogió la prenda para revisarla, yo miraba a otro lado mientras lo hacía pensando en que si la encuentra, estoy jodido o debo de hallar una excusa ideal. Sin embargo, no pudo encontrar nada y logré entrar con el suéter que escondía la gorra.
Con fuerza bruta pude sacar el protector sin arruinar la gorra y salí con suma confianza del probador. Al tipo de seguridad, de un modo muy natural, le pregunté por una caja. Este señaló una y me fui sin voltear.
Más adelante me desvié y fui a buscar a Diego, quien recién salía de un probador. Al verlo, le hice una seña y se acercó.
¿Qué fue? Le pregunté. Me demoré; pero lo hice, dijo con una sonrisa. Nos echamos a reír como un par de locos.
¿Y ahora como salimos? Pues, cara de palo nomas, hay que ponernos la gorra, dijo con confianza. Hice caso a su idea y salimos con el tumbao que tienen los guapos al caminar.
Nadie se dio cuenta, nadie vio nada y nos quedamos con un par de gorras bien bonitas.
Lo gracioso de esta historia es que le contamos a nuestros amigos acerca de la hazaña que realizamos, entonces, un par de ellos fueron para hacer lo mismo, el resultado, quedaron detenidos.
No dejamos de reír cuando nos contaron lo ocurrido. Definitivamente, no es un acto que se deba repetir; pero si una palomillada que uno realiza cuando es joven y algo estúpido.
Irónicamente, esas gorras bonitas que hurtamos, nos las robaron tiempo después. ¡Qué bonita es la vida!

Fin