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sábado, 2 de junio de 2018

No se pierdan

- Y esa es mi decisión, respondió fríamente haciendo que la ruptura fuera real.
Él pensó, ¿Qué más puedo hacer? Cogió su mano y se fue despegando de la suya mientras andaban hacia la esquina bajo la noche y la neblina.
Vivencias divertidas y sublimes pasaron por su cabeza durante el trayecto al paradero, sabía que era una despedida inminente, de esas que sientes que te rompen el corazón y los pedazos se juntan con el tiempo.
Ella agitó la mano sin sonrisa, sin anhelos perceptibles por querer volver a la plática, sin un gesto que denote interés por el sueño trazado hace un tiempo, únicamente resolvió abordar el bus sin mirar atrás, de repente como lo hacen valientes tras decisiones relevantes.
El andar se hizo lento, el frío azotaba con rudeza y con las manos en la chaqueta pensó de nuevo en esos momentos; pero ahora un filtro solo mostraba los especiales. Entonces se dio cuenta que esos instantes merecen la lucha, que si el amor todavía existe entre ambos, así sea una chispa mínima, puede asemejarse a un sol si deciden crecer de la mano.
Ya era tarde para cogerla de la cintura y darle un beso antes de la partida, seguramente se encontrase mirando la ventana pensando en la nada o tal vez, añorando algo que no se pudo dar.
Él resolvió seguir sus pasos luego de prender un cigarrillo; pero se dio cuenta que el mismo bus llegaría un tanto tarde, por ende, la mente le sugirió el tren, pues, es el mismo destino con minutos menos de por medio.
Acto seguido se encontró en la estaciones de trenes, las imágenes de los sucesos especiales aglomeraron su cabeza, es ella la indicada, es ella por quien luchar, pensó también, es quien amo y a quien quiero para mi vida, añadió a su cabeza y por último, cuando el vagón le abrió la puerta, supo que era el momento máximo de su vida en que tendría que hacer algo grande por amor. Ir y decirle te amo, aquí estoy porque sueño con el juntos por siempre.
El tren avanzo a velocidad, de seguro un tanto más veloz que el bus y mientras las calles y las estaciones se mostraban, él pensaba en los sucesos memorables de una relación preciosa que no puede terminar porque el amor todavía enciende en su corazón. Se dio cuenta, entonces, que toda su vida ha buscado a alguien como ella y el hecho de encontrarla le da acceso a esta clase de sucesos, nunca antes vistos, pues, el orgullo y el ego siempre estaban primero y ahora era como si ambos se pusieran de acuerdo para dejar que el amor fluya, era como si todas sus emociones, mente y corazón, hicieran lo posible para que vaya a su rescate y reconcilie amor con realidad haciendo que los sueños se vean tangibles.
El cálculo del tiempo era importante, el reloj marcaba las 9.30pm y ella había salido de casa hace treinta minutos, pensaba entonces, yo llego en otros quince y seguramente ella aparece en veinte, calculaba a mentalidad como poder converger sin inconvenientes y aquello lo hacia un loco del cálculo, pues, cualquier pérdida de tiempo podría ser fatal y encontrarla no se daría; en tanto, al llegar, descendió las escaleras con facilidad y rapidez pensando en su llegada, se detuvo al frente de la esquina donde generalmente se detiene su bus y dedicó un tiempo a esperarla, nervioso y ansiado, pensando una y otra vez en cómo decir las cosas y a la vez sabiendo que le daría un abrazo y diría te amo y todo lo que siente, porque actos como estos, de repente sacados de novelas o televisión, son los llamados por amor.
La espera se hacía lenta, nervioso miraba hacia todos lados sabiendo que podría reconocer a su chica a kilómetros de distancia, porque el cuerpo lo sabe a cabalidad y su silueta se muestra tatuada en su cabeza como su espalda en la cama.
Ella apareció de pronto, chalina blanca en el cuello, caminar que conoce, el rostro serio y el bolso en el brazo, entonces se acercó para sorprenderla y terminando la pista se vieron.
Ella pareció seguir soñando, según contó con una sonrisa que enamora, él le sonrió haciéndole entender la locura y a la vez lo nervioso y de repente, ingenuo, que se sentía haciendo esas cosas y se abrazaron con fiereza e intensidad para que todo quedara sellado.
Avanzaron rumbo a su casa, ella cogida de su cintura y él la abrazaba por encima de los hombros y mientras caminaban le decía: Quiero que todo vaya bien, que estemos juntos y nos amemos por siempre, júrame que lo haremos así, mi amor, porque quiero amarte hasta el fin y podemos ser mejores como pareja por el bien de lo que sentimos.
Ella sonrió y respondió con honestidad: Te lo juro, seremos mejores y estaremos juntos por siempre.
Él creyó en ese juramento, esas palabras sinceras, porque el acto de ir tras ella, jamás visto en su naturaleza, hizo que el amor creciera dentro y ella lo vio trasmitido y entonces supieron que el destino, la vida, los sucesos diarios y todo lo ancestral suma para que ambos puedan siempre amarse a libertad.
Él entendió por primera vez en toda la relación que no volverían a tener diferencias, que todo se arreglaría y que el amor crecería porque los cambios para bien lo harían y ambos como pareja se amarían por siempre con libertades de ser como son y sin riesgos de perderse. Ella también lo supo y se abrazaron antes de una despedida con cita próxima de encuentro porque darían lo mejor de sí por el bien de lo que sienten.
Y no existe nada más hermoso que tener la libertad para amarse por siempre.


Fin

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