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viernes, 29 de junio de 2018

La gente está loca

- Reconozco el enojo en la mirada de una mujer a kilómetros de distancia. En el trecho de mi posición a su cercanía pienso en ¿Qué diablos he hecho ahora? Y eventos van apareciendo en mi cabeza. No he bailado con nadie, no coqueteo con nadie, no mando pack de fotos a alguien, tampoco hago videoconferencias hot, ¿Qué puede haberle enojado? Pensé con extraña preocupación y en ese momento me doy cuenta que se trata de mi ex novia, entonces, no tengo que rendirle explicaciones, no saben la alegría que sentí en ese instante, cuando con el tumbao que tienen los guapos al caminar me fui acercando para decirle con frescura, ¿esa es tu cara o has chupado limón? Pudo responder con una sarta de adjetivos en referencia a situaciones, aspectos físicos u ocurrencias imaginarias; pero resolvió apretar la mano del chico a su lado, un tipo gordo, con bigote de chifero, con gorra y camiseta de Brasil siendo peruano y sin ser época de mundial. Entonces me di cuenta que así yo fuera Cantinflas no me sentiría inquieto por ver al muchacho que seguramente le quita los tacos en el almuerzo.
Yo estaba enojado; pero más me sentía frustrado, en la lotería de los domingos hice cuatro de cinco posibles números, el millón de soles se me escapó de las manos con facilidad y una aventura de la noche anterior quiso comprometerse con una incómoda pregunta, ¿buscas algo efímero o una situación estable? Salgo de una relación de doscientos cincuenta años, no deseo algo serio, se lo hice saber en la primera ocasión que fuimos a tomar un café y se lo volví a repetir cuando fuimos por unos tequilas, entonces viene a criticar mi pensar realista y conforme con un palabreo que desata mi ira. Le dije, fui claro, peor hubiera sido una mentira de patas cortas.
Llegado el momento de converger, la chica, mi ex novia, la misma que llevaba rostro de pocos amigos, codeó el gordito de cabello con gel mismo look rockero de los 80 para que tuviera una insinuación negativa para conmigo; sin embargo, el muchacho, educado, de hecho, le abrió las manos en señal de ¿Por qué haría eso? Pero ella es conocida por manipular a las masas, es una casualidad, lo digo en serio. La consecuencia fue que le susurró un posible o imagino, ‘Si no haces algo, hoy no te toca sesión’. Claro, a veces los hombres suelen ser medios cavernícolas cuando se trata de eso o en el peor de los sucesos, pierden la cabeza.
El tipo la perdió por completo, yo pasaba a su lado y me metió el codo como Luchito Suarez en cualquier partido y se la pude haber aguantado a cualquiera de mis colegas peloteros (porque todo queda en la cancha) pero el mundano se llevó toda mi ira mismo Vegeta contra Dodoria.
Lo vi con mi mirada del tigre y sentí que el hombre no deseaba un enfrentamiento físico con un sujeto que sale y entra de la habitación del tiempo tres veces por semana, sino que estaba infectado de lujuria y lo comprendí totalmente, pues, ella es buenísima en la cama y su poder es manipularte de ese modo, de hecho, a veces te controla por el sexo, es una cuestión aterradora como placentera, hay que tener buen cimiento para no asesinar a alguien por una mordaza y la pose de la crucifixión.
Gordus, como voy a llamarlo ahora, estaba pensando con las flácidas pelotas que oculta su barriga y seguramente manipulado por su verga, entonces, resolvió insultar a un tipo enojado, a un sujeto que acaba de perder un palo de dinero y a un man que no logra conciliar el sueño por tener muchas pesadillas. No voy a dar énfasis en el último tema.
Lo oí decir: Oye, ¿Por qué miras mal a mi chica, hijo de fruta? Acabas de insultarla y te la verás conmigo.
Me agradan los tipos que sacan cara por sus chicas con prepotencia y machismo, se sacan la camiseta luego de estar borrachos y se quieren pelear con cualquiera, de hecho, me recuerdan a mi amigo el Homo Erectus; pero este Gordus estaba siendo manipulado, era como si su pene estuviera siendo teledirigido por la chica a su lado, que se hallaba con los brazos cruzados y una mirada enojada.
Yo le dije: Oye tigre, solo he hecho una broma.
Suelo ser un hombre cauto a pesar de estar volando, es decir; trato de ser siempre civilizado.
Pero el hombre arremetió con el ataque de Honda y recibió un solo golpe, solo uno directo al vientre y fue como si todo su abdomen congestionado se moviera mismo terremoto de 10.5 y cayó al suelo.
El show empezó. Ella gritando, el tipo cogiéndose la barriga, otros riendo, algunos curioseando, yo sonriendo y yéndome y todo un asunto que se pudo haber evitado.
Yo camino por la calle, la veo enojada, por razones que desconozco, me odia, quisiera saberlo; pero luego me doy cuenta que me importa un diablo, coge de la mano a su hombre como si se tratara de Cristiano Ronaldo, como si quisiera sacarme una especie de pica, yo estoy relajado y tranquilo, me he sacado un premio gordo y regreso a casa con perfil bajo para divertirme con los míos.
Me mira y dice, ¿Qué es de ti, ah? ¿Por qué sonríes? ¿Por qué nos miras? ¿Por qué te cruzas en mi camino?
Yo le digo: Hola, disculpa, pero no te conozco y parece que has chupado limón.
El tipo le reclama, ¿Por qué tanto escándalo con un supuesto desconocido? Se pelean en medio de la pista y la gente observa. Sigo mi camino, encuentro a mi saliente en la puerta de mi casa, le digo para entrar, adentro desarrollamos lo que nos gusta y soy feliz; pero antes una idea llega a mi cabeza: La gente está loca.


Fin

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