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sábado, 12 de agosto de 2017

Matri-locura

- Abrí mi correo para descargar el maldito recibo y así verificar mi importante pago del mes por la tarjeta de crédito. Odio y amo estos momentos, de hecho, me gusta ir al banco por motivos muy personales; pero detesto pagar estas cuentas (claro que no las aborrezco tanto cuando compro zapatos que no voy a usar en meses). Veo un mensaje de una página llamada ‘Celebratumatrimonio’ diciendo que me felicita por mis años de suscripción.
Anna, mi mejor amiga, se sorprende al leer ese mensaje, de hecho, estaba a mi lado cuando abrí el correo (es que es mi correo comercial, mis suscripciones malditas llegan a otra cuenta) y lo primero que dijo fue algo que todavía retumba en mi cabeza, sí, por el sonido fuerte de su voz: ¿Vas a casarte? ¿Y no pensabas contarme? Desgraciado. Mal amigo, etc.
Relájate, flaca, le dije y añadí, es una página que he olvidado dar de baja. Lo hice enseguida; pero ella siguió preguntando, ¿Por qué te suscribiste? Entonces empecé a contarle la historia: Yo estaba en el apogeo de mi pubertad y para bien o para mal, andaba terriblemente enamorado de una chica espectacular, linda en todos los sentidos, estudiosa y amorosa, atenta y sencilla, divertida y muy alegre, llevábamos siete meses de relación cuando me dijo, ¿y si cometemos la locura de casarnos? Como sabrás, soy un hombre de momentos, generalmente no pienso en el futuro, vivo el hoy, vivo el instante en que siento ese frenesí impresionante que te empieza en el corazón.
Le dije, al tiempo que acariciaba su melena ondulada porque estaba recostaba en mi pecho tras una impresionante jornada sexual -que, para bien o para mal, me hacia estar satisfecho y un hombre satisfecho comete locuras- debido a ello, acepté. El sí hizo que volteara con rapidez, me viera a los ojos y dijera un te amo que nunca voy a olvidar. Es como cuando sencillamente haces feliz a quien amas, me vi reflejado en su mirada y supe entonces que podría vencer dragones a su lado. El amor es una fuerza transcendental, te vuelves Aquiles o el mismo Ulises desafiando a los dioses, sientes que lo puedes todo y lo logras todo.
¿Alguna vez has sentido que son los únicos en el universo? Yo lo sentí, en ese cuarto de hotel, creí que no existían otras personas más que nosotros.
Éramos como Adán y Eva, solo que más lujuriosos y haciendo leche con chocolate sobre la cama.
Tras el siguiente round, al tiempo que disfrutábamos de una ducha de agua tibia y le jabonaba la espalda, la oí decir, ¿Por qué no lo hacemos pronto? Solos tú y yo, no necesitamos a nadie más, en el mundo, solo existimos los dos.
Te amo como nunca he amado a alguien, dijo y esa frase se introdujo en mi alma para motivarme a decir lo siguiente: Estoy de acuerdo, vamos a casarnos este viernes.
Era miércoles, ¿planeas una boda en dos días? Una utopía para una loca de los detalles; pero una empresa irreal para dos tipos que andan enamorados y desean desafiar las banalidades de lo cotidiano.
Cuando salimos del dos estrellas del centro de Lima y nos topamos con la magnitud de personas al punto de perdernos por momentos y no lograr hallar la ubicación, claro, entre risas, empecé a darme cuenta de algo, que todavía no tenia forma; pero una noción, como la luz de Dios en el universo, nacía en mi cabeza.
A todo esto y como dato curioso, ¿sabes que soy un fanático de los países y las ciudades? Justo vi un chico vendiendo un globo terráqueo para escuela, lo cogí, el mundo en mis manos y esa chispa ocasionó un big bang en mi cabeza.
‘El mundo es demasiado grande como para quedarme entre estas dos cuadras’. Ella cogió mi mano y me alejó interrumpiendo el pensamiento; aunque, mientras caminábamos sin hablar, por lo rápido que íbamos y por el tránsito de personas, pensaba en ¿Realmente piensas casarte con Andrea? Recuerda, solo tienen siete meses y vas a lidiar con algo para lo que no estás preparado.
Ella detuvo un taxi y yo seguí pensando: Y no cambies la palabra, no es que no estés preparado, no estás dispuesto.
¿Llega a ser egoísta que un momento lindo me condujera al hecho de decirle todo eso y un cuestionamiento normal me hiciera dudar? Pensé sentado en el auto y ella lo supo porque en siete meses conoces algo de la persona, puede que no tanto; pero si lo suficiente para saber que algo ocurre.
¿Qué piensas? Dijo sabiendo de que realmente se trataba.
El tono de su voz fue triste, sabía que hace un par de años acababa de perder a su padre de un cáncer terminal y con su madre vivía un infierno, pues, se llevaban terriblemente mal.
Encontraba una escapatoria en las noches de sexo con su novio, en las que solíamos encontrarnos en una esquina, yo saliendo de mis clases de Marketing y ella de su trabajo de medio turno en una cafetería.
Yo con el recuerdo de una novia que un día decidió no volver a la tierra -un recuerdo que no podía contar, con el que no podía seguir agobiándome; pero no sabía cómo sacármelo, no intentaba, ni siquiera reemplazarlo, lo tenía allí, donde duele y no podía escribirlo-. No hablo de mí, por eso nunca se lo dije.
Eres bueno para hacer el amor; pero no para decirme ¿Cómo estás? Me dijo una vez y le di un beso enseguida.
Me llevaba las manos a la frente y decía: Andrea, hablar de mi solo te traería desgracias. Mejor te hago mía y te otorgo placeres. Ella sonreía y decía, a veces deberías decir lo que pasa en ti o escribirlo, ya que te gusta hacerlo.
Escribir lo que siento. Puede ser, puede ser, pensé en ese momento.
Pensaba en lo que lindo que será lo que haremos el viernes, le dije y al hacerlo vi una sonrisa de esperanza en sus ojos, era como si, al fin, hubiera encontrado un motivo para seguir.
Yo había perdido a alguien, no quería que otras personas se sintieran tristes, si podía hacerlas felices, si estaba en mis manos y si, obviamente, había un amor mutuo, podría hacer un esfuerzo.
Quería muchísimo a Andrea, se lo demostraba besando sus senos y dándole nalgadas. Otras veces, diciéndole, te quiero y con ramo de flores.
Llegué a casa y vi estas páginas raras sobre matrimonios, no sé porque lo hice, de repente porque la quería y lo deseaba, es como te dije, el amor me motivaba, había vuelto a sentirlo muy fuerte porque al despedirnos me llenó de palabreo bonito, de sentimientos que hacia palabras y yo me preguntaba, ¿Cómo puede quererme tanto? Si solo paramos moviendo la cama.
Nunca fuimos al cine. Nunca fui a su cafetería y nos sentamos a charlar. Jamás nos abrazamos en un parque viendo el atardecer. Solo entrabamos a la habitación de turno, desvestíamos con fiereza y hacíamos lo que tanto nos gustaba.
Sabes que soy un adicto a las relaciones sexuales; pero tengo un punto débil, nunca te lo voy a decir.
Al día siguiente fui a una joyería, ¡Diablos, Anna! Iba a hacerlo, comprar el anillo, casarme con Andrea y… Ella interrumpe por primera vez en todo el relato: Hacerla feliz.
Pero nuevamente esas dudas llegaron a mi cabeza, sabes que nunca le cuento nada a nadie, que no busco consejos y no se trata de ego, se trata de no andar divulgando mi vida privada, cuando me dicen, ¿Por qué escribes tanto de ti en Facebook? Yo digo: Esa es la parte que quiero compartir, el resto me lo guardo. No voy a andar diciendo que tengo más de diez fetiches y uno, uno, solo uno, me hace perder el control.
El globo terráqueo vino a mí, pensé, no puedo hacerlo, el mundo es enorme para terminar mi vida amorosa a esta edad. Sí, la quiero y mucho, obvio, es verdad; pero no lo suficiente para comprometerme. Soy demasiado serio en ese asunto del matrimonio, me quiero casar; pero solo una vez en mi vida, por eso me he involucrado con decenas de mujeres y terminado con todas, porque no hallo a la ideal, no la perfecta, sino, la ideal. Pensaba como un desquiciado, un loco de remate, un metódico y filósofo de los siglos antes de Cristo y a la vez, mantenía la cordura sentado en una banca del centro comercial viendo como mi helado se derretía. Es como digo, mi mente tiene temblores que el cuerpo no demuestra.
Llegado el viernes, nos juntamos donde siempre, tuvimos sexo, no fue igual a los de antes o tal vez, ya no existen más poses ni movimientos, a pesar que soy muy creativo y a veces, me han dicho, extraño; pero otras veces, ‘oh my’, pensaba en la situación y lo hice mejor tras la eyaculación. Oye, eso ha rimado.
El plan era hacerlo por civil, yo no soy religioso, ella no lo sabía, una vez le vi un libro de Hare Krsna y pensé, no voy a meterme en religiones que no conozco, de repente me quieren hacer algo raro.
Andrea, le dije al estar acostados sobre la cama completamente desnudos.
Anna interrumpe de nuevo: ¿Puedes no ser tan explícito? Ya se que eres una antorcha humana; pero, relájate socio.
Yo me empiezo a reír y le digo: Ay Anna, te tengo confianza.
Ella responde: Si pues, eso mismo digo.
Bueno, volviendo al relato: Le dije que no podía hacerlo, que podíamos seguir juntos y pasarla bien sin tener que comprometernos en algo que no sabemos bien de qué trata. Fui honesto.
Pero, dijiste que íbamos a hacerlo, pensé que me querías; pero veo que solo quieres esto (hizo referencia al sexo).
No, Andrea, obviamente te quiero; pero no deseo comprometerme, no ahora. De repente en algunos años si seguimos juntos y nos vamos conociendo mejor.
Pero tú nunca hablas de ti, nunca me cuentas tus planes, tus sueños, tus novias, ni siquiera me hablas de esa chica en quien piensas, ¿crees que no me doy cuenta? ¿Quién es Daniela? ¿Por qué escribes su nombre en el agua de la lluvia que está en las ventanas? ¿Por qué tienes una foto de ella en tu billetera? ¿Me vas a contar quién es? No podemos avanzar, si no hablas de ti.
Andrea, ni siquiera yo soy capaz de hablar de ella. Y, pues, me gusta el fútbol, soy hincha del Real Madrid, me encanta como juega el fenómeno Ronaldo 9.
No quiero que seas solo coito, ¿me entiendes? Yo también te quiero y si lo deseaba era porque quería formalizar contigo, ser algo más que una cama y lo bien que lo disfrutamos.
Yo también, pienso que deberíamos ir al cine, hacer como las parejas, pues, salir a tomar helados, que se yo.
Claro, eso me gustaría, tal vez, podríamos salir un fin de semana y como dices, si seguimos juntos podríamos tener la idea del matrimonio.
Si, obvio, paso a paso, Andrea, todo con calma, hay que enamorarnos más. Podemos empezar con conocernos bien.
Yo ya te conozco muy bien, dijo y empezamos a reír.
Sabes a lo que me refiero, le dije y asintió con la cabeza.
Creo que la idea de casarnos fue muy desesperante, los chicos no se quieren casar, no les gusta que los dejen sin libertad, a veces pienso que desean vagar por la vida sin etiquetas amorosas.
Yo no soy así, Andrea, me quiero casar; pero no ahora, todo a su tiempo.
Bien, entonces, empecemos a conocernos desde otras perspectivas.
De hecho, lo intentamos.
A las tres semanas llegamos a la maravilla conclusión de que éramos dos personas completamente diferentes, dos puntos que no se hallan de ninguna manera, peor que el agua y el aceite. Es una paradoja, porque en la cama éramos como Calipso y Odiseo. Entonces, dejamos de vernos, nos aburrimos de nosotros mismos y lo nuestro se fue al diablo. Es una historia muy particular.
Anna sonríe y dice: Que locura, Bry, ¿Por qué tantas historias? Es como si te involucraras en situaciones curiosas para escribir.
Lo mismo digo, es como si alguien me hiciera vivir todo esto; pero en fin, lo disfruto y lo escribo. Vayamos por unas cervezas.
Asiente con la cabeza y caminamos.

Fin

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