Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

miércoles, 17 de octubre de 2018

Una mañana contigo

- Despierto a alrededor de las ocho de la mañana, según el celular a mi lado. Salto de la cama y voy directo a la cocina a preparar el café, ando despeinado y sin camiseta, me gusta dormir en bóxer y poco a poco ando sintiendo el calor de la supuesta primavera. Ya de vuelta a la habitación con taza llena de café, prendo la computadora, reproduzco música al tiempo que adorno la cama, coloco un short y una camiseta y me acerco al cuarto de la pequeña para despertarla. Ella ya se encuentra despierta cuando la sorprendo, se limpia los ojos y luego abre los brazos junto a un largo bostezo, le digo la hora, se asombra por lo tarde que es y empieza a hacer sus quehaceres con rapidez. La veo con una sonrisa y luego, por maldad amorosa, le digo: Oye amor, es sábado. No vas a la escuela.
Muestra una sonrisa muy tierna, reímos enseguida y le digo que me siga para tomar desayuno juntos. Nos acomodamos en la mesa, ella bebe cereal con leche o yogurt, de acuerdo a lo que quiera, yo le sigo dando al café y a unos panes recién salidos del horno. Conversamos sobre la película de ayer, se llama Intensamente y casi me da un ataque feeling cuando ese gordito desapareció, ella lloró, todo ese sentir precioso lo sacó de su madre y también de mi vieja, ambas ven películas románticas o dramáticas y se echan a llorar. Yo evito mirarlas cuando ocurre, es que soy de los que sufren ataques de risa en momentos en los que no debería.
Lejos de eso, comentamos a cabalidad sobre los comportamientos de la niña, es una de mis maneras de enseñarle y mostrarle las actitudes negativas y positivas, porque ese asunto de hablar y hablar es cosa del pasado.
Yo prefiero que ella asimile con situaciones visuales y luego le hablo influenciando su sistema.
Aparte de ello, en respuesta a mi broma, me dice: Pa’, tú te pareces a DinDon (creo que se llama así)
¡Rayos! Pienso y luego comienzo a reír. Ella también lo hace y acota: Aunque él es muy gordito.
Volvemos a reír.
Al rato llega mi vieja, toca la puerta de la casa, entra con muchas bolsas de supermercado y afirma: Hoy nadie come en la calle, hoy yo cocino.
Ella y yo nos miramos y aplaudimos.
Es así como suele pasar mi mañana de los sábados.
Una divertida manera de ser feliz.



Fin


lunes, 15 de octubre de 2018

Dormida a mi lado

- Me gusta dormir contigo, lejos de todo lo que hagamos sobre la cama expresando lo que sentimos con caricias y besos, adoro abrir los ojos y verte a mi lado de madrugada o al amanecer porque me entrega la seguridad de que eres real. 
No he soñado, no estoy alucinando, tampoco escribiendo y creando a tu persona. Yo me levanto, te miro, contemplo tu nariz curiosa, tus ojos cerrados, los labios como pato y los cabellos regados y digo, es hermosa y acoto, y real.
Y entonces todo llega a tener sentido.
Llegaste y todo se adorna de destellos bonitos.
Claro que esto no lo digo mientras duermes a mi lado, no lo hago porque prefiero creer que estoy en un sueño y asombrarme cuando despierto y te veo hecha realidad. Como te vi en el sueño.
Se me hace romántico.

domingo, 14 de octubre de 2018

Suele pasar (eso creo)

- No trato de parecer interesante, a veces tampoco ando coqueteando y mucho menos con intenciones misteriosas, a veces únicamente soy alguien espontáneo.
Hoy estaba sentado en un ambiente abierto y leyendo ‘Aura’ de Carlos Fuentes cuando de pronto me sorprendió una muchacha evidentemente bastante menor que yo, ella quiso saber la ubicación de un lugar dentro de la universidad y le dije que quedaba por tal sitio; sin embargo, tras agradecer y sonreír, resolvió sentarse a mi lado. Es curioso, yo no me había dado cuenta, porque después de responder amigablemente seguí con el texto porque estaba pegado a la obra como suele pasar con los grandes libros. Me percaté de su presencia cuando quiso saber lo que andaba leyendo, en ese entonces, todavía no estaba en la pausa para el café o los segundos de reflexión para asimilar el capítulo, suspirar o pensar en hechos paralelos, ese breve tiempo en el que un lector se pone a pensar sobre lo que lee mirando el techo, el cielo o la nada. Ella arremetió poco antes de ese lapso y la vi con rostro de seriedad como quien se hace la pregunta, ¿Qué pasa? Me vio y tímidamente añadió: Disculpa, ¿Qué libro lees? Claro que se lo dije; pero no tan gentilmente como hubiera sido en otra oportunidad. Sin embargo, ya estaba lejos de tener contacto con lo reflexivo, así, cuando volvió a preguntar por el autor, empezamos a conversar fluidamente, ya que sentí que deseaba hacerlo, tal vez, porque soy intuitivo y asimilé sus palabras respondiendo de forma más argumentativa, así, la muchacha de la mochila oscura con logos curiosos, se sentía en confianza y hablaba de sus libros actuales en la mesa de noche y demás, yo le seguía la cuerda asintiendo con la cabeza y cuando sentí que había llegado el momento de irme para tomar mi café de la mañana y luego entrar a clase, me dijo: Vamos juntos, tomemos un café. Me gusta que hablemos, ¿a ti, no? Hasta ese punto me pareció gracioso el leve atrevimiento, quería pensar que podríamos ser buenos amigos o camaradas de lecturas; pero en la cafetería -sí, fuimos por ese café- yo me quité la casaca de cuero y dejé ver algunos tatuajes, quiso saber sobre los mismos, hablé poco sobre ellos porque los únicos momentos en los que hablo de mí es después de hacer el amor (y eso no iba a suceder). Más tarde empezó a querer saber más y más y yo que andaba con un tiempito le fui contando algunas cosas entre reales e imaginarias, siempre es bueno lanzar un poco de fantasía para vacilar a la gente. Ella reía, le pareció gracioso algo que dije, a veces hablo cosas divertidas y luego sentí que en su mirada se hallaba algo diferente y sonreía de una manera coqueta y entonces me di cuenta que quería, a como dé lugar, rozar mi mano con la suya, se me hizo gracioso y divertido porque era una muchachita de metro cincuenta con cabello sujeto a una liga rosa y una mochila con figuras, primeriza en la universidad y todo eso intentando ligarse a un tipo que fácil puede ser maestro el siguiente año y yo que andaba de buen humor, le dije que me debía ir; pero podríamos hablar en cualquier otro momento.
Salí de mi clase y la vi afuera (claro, de casualidad, sí, claro) y me acompaño al paradero, esperé que se fuera y empecé a reír por lo vivido. 
Bueno, es ligeramente cómico y simpático lo que a veces llega a ocurrir; sin embargo, es bacán conocer a gente que le guste leer. 
Todavía no sabe que escribo, espero no ocurra algo catastrófico cuando lo sepa.


Fin

martes, 25 de septiembre de 2018

Un amor nuestro

- El amor puede ser muchas cosas. Eventos, situaciones, momentos, revolcones sobre la cama o a veces simplemente una mirada. 
Siempre debe ser natural como cuando abre los brazos para que caiga en sus pechos.
Un conjunto de situaciones preciosas abundan en la mente como esos sucesos en el parque o gozando en la cocina, riendo con alguna comedia o abrazados en el cine viendo a una monja horrorosa.
Desear ese cuerpo imperfecto y darle forma con los besos y caricias, sentir cada fibra de su ser y hacerla estallar en explosiones seguidas de placer y lujuria hasta provocar tantos orgasmos como estrellas y luego caer en un letargo profundo con las manos extendidas.
Una noche mágica de domingo tras mirar un techo estrellado o ver un film romántico o quizá, únicamente echados y sujetos de las manos intercambiando un palabreo basado en lo que sienten sin ser poetas ni lanzar metáforas, solo sacar los argumentos del corazón.
Puede que sea un momento de repostería en la cocina de su casa o la tuya, divagando entre recetas y dichosas mezclas deliciosas con fines satisfactorios para el alma y el cuerpo. Divertidos por si sale mal y felices cuando ocurra exquisito.
Acompañarla a su casa en un tren veloz y estar abrazados en el vaivén mientras vuela y se ven las terrazas de las casas o caminar en dirección a su hogar entristecidos por una despedida; pero con la ilusión de estar de vuelta muy pronto.
Un beso en la frente.
Una mirada tierna.
El deseo constante.
La libido eterna.
Las ganas de estar y nunca querer partir.
La ambición por tenerla enamorada y su forma de expresar lo que siente que cautiva y engancha.
Nosotros sobre la cama, en el mueble, en un sendero, en alguna parte donde nos sintamos completos.
El amor somos nosotros con las manos juntas y las ganas de querer estar unidos.




Fin

lunes, 24 de septiembre de 2018

Un trabajo digno

- El verano del 2001 fue de los más difíciles en el sentido financiero; pues, debía de pagar algunas cuentas en el banco por el recién surgimiento de las tarjetas de crédito en la billetera y mi delirio inminente por desatar el caos sin pensar en las consecuencias. Recuerdo que iba a esas grandes tiendas por departamento y cogía lo que deseaba, a veces sin razonar, sin cuestiones y sin lógica, solo por tener, por acumular el closet de prendas que no iba a usar diariamente y algún que otro detalle para la muñeca, como aquellos relojes de vitrina que tanto me fascinaban y recién podía obtener.
Llegaba a casa como si cada fin de semana fuese Navidad, la gente miraba asombraba, yo reía y disfrutaba de los lujos banales sin darme cuenta que a fin de mes llegaría la cifra astronómica que debía de pagar.
Para entonces los libros se vendían 10 o 20 al mes, no había público para acaparar un margen de ganancias, andaba feliz por haber lanzado mi obra al mundo; pero por otro lado, el asunto de la vida terrenal me atacaba en señal de dólar.
Cuando recibí las cuentas por correo todo empezó a cobrar un sentido escalofriante, temía por mi salud y el tiempo de paga se hacía corto para dicha poderosa suma.
Tuve que romper el chanchito para pagar las primeras cuentas y decirle a mi novia que tendríamos que esperar que la película salga en DVD en lugar de ir al cine, tuve que dejar de asistir a habitaciones con jacuzzi para instaurarnos en mi habitación que recién comenzaba a crecer y dejé de comer en restaurantes para aprender a cocinar; pero ella lo entendía, hasta le parecía lindo y tierno, entonces el plan funcionaba a la perfección y eso me daba un goce exquisito y único. Sin embargo, los meses pasaron rápido y las cuentas volvieron como huracanes desgraciados; debía de conseguir un empleo estable y solvente, así que envié mi CV a algunos lugares.
Los salarios me decepcionaron, para las dichosas cuentas debía de ganar mucho más y de forma más veloz.
Vi un anuncio en el periódico, uno pequeño y curioso, resolví llamar y ante mi asombro dijeron que enviara una foto de cuerpo entero. Para ese momento llevaba meses en un gimnasio local de esos donde no hay entrenadores y uno solo se hace la rutina, iba gratis porque el dueño era un tío y quería que fuera para hacer como si hubiera gente. Iba porque siempre me gustó el asunto de tener fuerza y demás.
Envié mi fotografía.
Luciana, mi entonces cuñada, decidió asistir a una de esas fiestas de despedida porque una de sus amigas se iba a casar con un tipo que conoció en Internet, se enamoraron tras una computadora, viajaron para encontrarse y se cautivaron más con el paso del tiempo, un tema romántico que realmente fue atrayente y bonito.
Como idea divertida decidieron asistir a un evento de tipos que salen en disfraces, realizan bailes sensuales y se van sacando las prendas hasta quedarse únicamente en ropa interior. A esos mismos lugares donde va tu flaca con sus amigas cuando te dice que se irá a tomar un café (te lo digo a ti que estás leyendo esto).
Cuando el presentador dijo: Y aquí viene el show especial de la noche. Todas las féminas incluyendo abuelitas y tías cuarentonas aplaudieron y festejaron la salida del autor de este relato, que hizo su trabajo para ganarse las monedas necesarias y así poder pagar sus cuentas.
Lo que no imaginé es que al rato me llegaría un mensaje y un vídeo vía Messenger en el que mi novia mostraba mis frenéticos y locuaces bailes al tiempo que me desligaba de las prendas.
Terminamos por la mentira. Me pareció correcto; pero en mi defensa, ofrecí disculpas y le dije que andaba con escaso recurso económico y que por eso hice lo que hice. Ella no comprendió porque su religión impide el despoje de ropa por trabajo como tampoco el beber café y alguna que otra calamidad más.
Durante los siguientes meses pude recuperarme, no saben lo bien que se gana haciendo eso y luego volví a lo literario.
Como referencia, todavía me quedan esos buenos movimientos; pero ahora solo los uso tras cuatro paredes.

Fin.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Mi princesa

- ¡Princesa, olvidaste tus alas!
Ya no las necesito, mi amor.
¿Qué quieres decir con eso?
Que me quedo aquí, contigo.
No me mientas.
Esta vez no habrá más despedidas.
Pero; perderás tu inmortalidad y yo prometí ir a verte cuando resuelva asuntos aquí.
¿Y esperar años? ¿Y vivir con la idea que te puedas volver a enamorar? ¡Imposible!
Princesa… Pero yo estoy tan distinto. Tengo tantos años y he pasado por mucho, ya no soy el de antes, ya no el que conociste.
Te he visto en todos esos cambios, amor y déjame decirte que amo más al de ahora.
¿Y sabes algo?
Yo también he cambiado.
Se materializa ante mis ojos, la melena ondulada, los ojos pardos, la silueta de antes y la sonrisa que aún destella luz. Idéntica; aunque con algunos años encima para intentar empatarme.
Entonces, princesa, puedo decirte besarte y abrazarte sin sentir el agudo dolor del adiós.
Compruébalo.




jueves, 20 de septiembre de 2018

En la noche y de madrugada

- Me dio la parálisis del sueño. Una cándida voz me habló sobre algo que no recuerdo. Cuando esa voz iba cambiando volviéndose infernal quise abrir los ojos e intentar moverme pero obviamente, como es costumbre en estos episodios, no pude lograrlo. Sin embargo, tras un esfuerzo animal vi una mano demoníaca sujetando la mía. 
Pensé, si los vecinos celestiales me van a abducir, solo espero que no me violen. O ya, si me gusta nadie lo sabrá.
O si un ángel del Hades emergió para reclamar el alma que vendí hace mucho, espero que abone el resto.
Desperté, eran las 3:00am. Sudaba, me saqué la camiseta, el boxer y fui a dar una ducha.
Después volví al sarcófago y dormí plácidamente teniendo un sueño erótico; pero esa es otra historia.