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viernes, 20 de noviembre de 2020

Situaciones del bus

Como en sueños, no recuerdo como aparecí en el asiento final del bus, pero me di cuenta que estabas a la izquierda porque colocaste tu mano sobre mi pierna como un acto natural y casual, como esos hechos que no se cuentan pero se sienten con calidez ocasionando sonrisas junto a una mirada tierna para enseguida continuar observando el trayecto en una avenida conocida de la Lima en donde vivo y sin parecerme extraña tu presencia al lado, pues, dentro del sueño, íbamos –no sé adonde- pero nos sentíamos cómodos como si estuviéramos largo tiempo sentados y simplemente tuviéramos el ratito silencioso para matizar pensamientos basados en las conversaciones que tuvimos o las situaciones que vivimos antes o durante, en cuestión, tan solo nos dirigimos a alguna parte (mi casa, tal vez) y estábamos unidos por los asientos cercanos y las manos juntas aunque también analizando el momento dentro de las mentes.

De repente, te hablé de nuevo: Y, ¿Cómo te sientes? Fue la pregunta inicial. Diste una sonrisa amplia, fácil pero no frágil y te recostaste sobre mi hombro como si necesitaras oírme para poder estar en paz cerca de mi regazo y yo sintiéndome el hablador del grupo, no sé porque pero acostumbro a charlar, comencé a contar una experiencia extraña basada en hechos reales mezclados con la ficción, una típica conversación mía cuando quiero hablar sobre algo para expulsarlo y darle forma, es decir; contarte una historia que voy a escribir y a medida que la voy organizando en la mente y relatándote en frente entiendo y me doy cuenta que se hace real, es como esos sucesos que deben decirse para moldearse. Me gusta contar ficciones porque las vuelto reales cuando te las llevas.

Sí, es un algo tiernamente cruel, porque cuento una mentira para hacerte creer una verdad, de algo totalmente imaginario y de ese modo la vuelto tangible para poder escribirla mejor.

Trucos de autor, a veces lo creo.

No tengo en mente con exactitud cuántas conversaciones fui inventando a medida que hablaba contigo apoyada en mis hombros y las manos tan juntas que parecían seres gemelos, solo recuerdo que repentinamente me asaltó una intuición desagradable. Vi a dos tipos extraños con sus apariencias y aunque a ti no te preocuparon, yo tuve una mala vibra que pude denotar con la mirada fija en sus actitudes, tal vez, a veces pienso un poco antes que los otros, razón por la cual, supuse que entrarían al bus a robar. Algo que en Lima no es tan difícil de aceptar; pero ocurre en lugares distintos a los que andamos, aunque este pensar fuera altamente discutido. No pensé en eso durante el momento en que uno de esos dos quise sacar un arma. No teníamos teléfonos de alta gama en los bolsillos; pero a todos les preocupa que un par de malhechores arruinen el trayecto. Nos quedamos helados, aunque yo miraba la ventana para escapar en cualquier eventualidad, tampoco pensaba hacerme el héroe por dinero o fama, no iba a hacerme el salvador intentando evitar el asalto, son cosas materiales que se pierden y al diablo, no lo pensé en ningún momento, simplemente era una lógica que llevaba conmigo desde el inicio o siempre. Ellos hicieron lo suyo despojando de lo material a los primeros de la fila. Luego zafaron entre risas, recuerdo que el bus se detuvo, llamaron a los oficiales y demás, todo bien rápido. En ese momento, todavía seguías pegada en mí, no preocupada, hablabas que en tu país es similar y que mucho pasa y poco importa, yo te escuchaba hasta que alguien quiso identificar a los ladrones, nadie sabía bien los rostros, solo yo, entonces fue el momento justo para ser héroe y si, ganarme cierta fama contigo aparte del ego y esas cuestiones que afirmas, entonces me asomé a los policías y empecé a contarles las descripciones basadas, a su vez, en algún que otro hecho ficticio.

A veces soy así, simplemente confundo la realidad con la imaginación.

No pudimos ir a casa por más que deseaba fervientemente hacerte el amor tras darte un tour por la casa y la habitación debido a que los oficiales nos invitaron a la comisaria para dar nuestra manifestación. El asunto me resultó interesante, nunca antes he estado en un sector policial como testigo, y no voy a contar las otras razones. En ese tramo de ir de la avenida donde nos detuvimos hasta la comisaría del distrito ubicada a unas cuantas cuadras recibió el agente de apellido no recordable, una llamada de parte de otra patrulla, sonaba como en las películas, tal cual, entonces se escuchó a viva voz que habían detenido o identificado a los ladrones. El hecho se volvió intenso e interesante cuando el oficial, creo que de menor rango que del lado, le hizo un gesto a su jefe, y luego me hizo la pregunta: ¿Los reconocerías si los ves? En ese instante pensé en las repercusiones que pueden tener los ladrones con uno, una especie de venganza o algo así; sin embargo, fue mi oportunidad para hacerme el valiente; aunque siempre lo he sido, es solo que, tal vez, me motivó el hecho de ayudar o el placer de verme envuelto en una situación de esa índole. En cuestión, llegamos a la comisaria y nos informaron como si fuéramos parte del grupo que ya habían capturado a unos huevones (adjetivo en referencia a personas en versión coloquial).

Entramos a pesar que no quise que tú fueras conmigo, de repente porque te estaba cuidando; sin embargo, ingresamos y efectivamente notamos la presencia de un cuarteto de huevones por quienes inevitablemente sentí coraje. Era como si quisiera mandarlos a la trituradora por arruinar constantemente el país y a los buenos ciudadanos.

¿Quiénes estuvieron en el bus? Dijo el oficial de menor rango. El otro estaba a su lado, no hablaba, solo hacía gestos de mando y el resto le seguía.

Los fulanos se pararon en frente, nosotros estábamos detrás de una mampara de vidrio que no era como esas que hay en las películas americanas, sino simplemente para evitar los escupitajos de los malnacidos.

Reconocí a los dos; pero el tercero me veía de forma gruesa que se me ocurrió culparlo sin que tuviera algo que ver. A los tres los denunciaron a pesar de los reclamos.

Salimos del sitio. Detuvimos un taxi, algo que no sé porque no hicimos a primera instancia, y zafamos hacia mi casa.

Llegamos y esta parte del sueño me resulta media absurda y tediosa, de repente porque nunca jamás ha ocurrido, es entonces que... hicimos el amor como fieras salvajes y a la vez como dos enamorados, quiero pensar que fue así, porque en el sueño, me vi echado a tu lado, totalmente desnudo intercambiando caricias contigo, que no dejabas de sonreír, enamorada, risueña y con los ojos como estrellas brillosas.

De repente, se oyó un sonido proveniente del closet capaz de hacerme sentir confundido y en duda sobre seguir con la ecuación sexual debido a que algo o alguien podría estar metido. Claro que no quise espantarte con mis ideas y tan solo me asomé tras darte una sonrisa, sin saber que sería la última o tal vez la única, pues al momento de abrir las puertas del closet vi a alguien oculto lanzándome hacia mí con cuchillo en mano, era el ladrón, el tercero, el infortunado, quien se había escapado y vuelto a mi casa (no sé cómo rayos) pero ahí estaba.

Me di la vuelta para ver que estuvieras segura; pero no estabas, no estabas presente en la cama, ni desnuda, ni en ropa, ni siquiera un solo rastro de ti. Razón por la cual me vi expuesto ante el ofuscado sujeto que quería vengarse con arma blanca, pude vencerme si yo hubiera seguido distraído en busca de tu presencia o tu repentina ausencia; pero no iba a morir a manos de un don nadie y sin nadie, entonces pude elevarlo con una fuerza descomunal y lanzarlo desde la ventana viéndolo caer en el pateo vecino sin poder moverse. Enseguida fui en tu búsqueda por los rincones de la casa, los cuatro pisos y varias habitaciones para ser exacto como si te hubieras escondido en alguna parte por miedo o precaución pero no te encontré en ninguna parte lo cual me produjo una severa situación mental, entendiendo que tal vez, las ficciones y la realidad hubiera formado parte de un mismo sistema universal, pues... realmente era como si simplemente nunca hubieras estado aquí.

Y, entonces, ¿Por qué tenía tanto recuerdo fresco dentro de mi cabeza?

Olvidé, dentro del sueño, porque de lo contrario no hubiera hecho casi lo mismo, al muerto dentro del patio vecino y salí de casa en búsqueda de tus pieles sin hallar ningún rastro de tu presencia.

Me sentí frustrado. Enojado y lleno de coraje. Después llegaron los mismos incapaces efectivos para ver el cadáver y corroborar hechos; pero me importaba un carajo, yo quería saber dónde estabas, entonces, en actos de locura y delirio, me asomé al oficial y le dije: Quiero denunciar una desaparecieron. La chica... la morena que estaba conmigo, ha desaparecido, no está, se fugó de la faz de la tierra de forma repentina, o tal vez la secuestró alguno de sus compinches.

Hablé y hablé otro montón de argumentos en cuestión de segundos a medida que el tipo me miraba extrañado y anotando mis palabras con lentitud dándole la importancia que esperaba a pesar de sus raros gestos.

Fue entonces, tras un tiempo en espera, me dijo: ¿Usted consume drogas? Pues, yo acabo de verlo solo en la comisaria y el sujeto a quien acaban de matar es un ex convicto, quien, evidentemente no merecía vivir; aunque, sin embargo, no es la forma, ¿verdad?

A mí no me importaba lo que relataba, solo quería saber la respuesta a mi pregunta: ¿Usted está diciendo que yo estoy alucinando a alguien?

Me vio y dijo: Soy oficial, no doctor; pero mí jefe podría derivarlo a uno.

Volví a mi casa, me senté en el mueble y pensé en los hechos del día recordando únicamente el hecho de aparecer en un bus sin saber cómo ni cuando llegué ahí.

Tal cual como ocurre en sueños, uno aparece sin saber cómo llegó y enseguida todo se vuelve precioso, algo que a veces no se funde -como debería- con la realidad.

 

 

 

Fin

 

 

 

 

 

 

 

 

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