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lunes, 3 de diciembre de 2018

¡Basta ya!

- Deja de arañar mis pieles para intentar detenerme si después en la cocina lanzas dagas al alma en forma de palabras. 
Tus tormentos del ayer los trasladas a este hoy y crees que somos como tal y te defiendes ante un fantasma cuando te abro los brazos.
Dañas sin entender que aquí necesitamos de ti y expulsas egoísmo vociferando que nadie comprende tu sentir cuando lo único que realizas es estar en silencio a plena luz.
¿Cómo saber que sientes si callas ante mis preguntas? Y luego andas de esquina en esquina como cuadrilátero dándome la insignia de villano. Eludiendo mis manos en forma de paz, mis preguntas filtradas en la mente, mi voz suave y las ganas de ser quienes fuimos.
¿Cómo esperas que quiera estar? Si enciendas la bandera blanca al instante de ser montada; si debo cubrirme ante tu primer arrebatado; y aunque diga que no estoy y estoy, poco a poco, ese gran amor que alguna vez creía sentir, va evaporándose como niebla al amanecer.
Me asombra que en tu cuerpo albergue tanto rencor, yo recuerdo lo vivido a tu lado y no tengo en mente alguna situación desastrosa, no he sido enemigo acérrimo de nuestra historia, solo he intentado hilvanar redes y construir con pocos ladrillos; pero sientes de forma subconsciente que odiar es tu modo de crecer y yo, lo lamento tanto, pero no logro conciliar en este universo.
Y cuando abro la puerta para partir, cuando decido no estar por un bienestar emocional y quiero, por una vez, ser egoísta y dejar los frutos para mí, coges mi ropaje pidiendo otra oportunidad. Pienso, ¿Por qué no hacer lo que dicta un libreto? ¿Es que acaso soy un martirio rutinario? Es tan solo estar bien con quien desear sumar, añadir emociones y sentimientos tangibles tal cual los recibes y cogerse de la mano en el camino establecido.
¡Ya estamos de nuevo aquí! Otra vez en la cocina y de nuevo tu odio desenfrenado. ¿Qué hago? Pienso y digo abriendo los brazos y solo callas señalando la puerta como tantas otras veces.
¿Es qué acaso no entiendes que basta con poner de tu parte para avanzar? A veces, como dicta la sabiduría popular, perder lo que tienes es aprender a valorarlo.
Y aquello es lo mejor para ambos.

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