- Hoy salí temprano a comprar el pan para
desayunar poco antes de entrar a mi clase virtual en donde no pongo cámara web
porque suelo tener cara de pocos amigos durante la mañana, algo que la
mascarilla, el gorrito y la sudadera logran disimilar con facilidad.
Si hay algo que me gusta de la pandemia (suene esto totalmente paradójico) es que ningún conocido se me acerca. Ni siquiera mi primo, con quien compartí el campo y la bebida, a quien solamente saludo de lejos respetando el distanciamiento social cuando por dentro estoy contento de tenerlo lejos porque el sujeto habla y nunca para y a uno no le gustan ese tipo de situaciones a las siete de la mañana. A partir del mediodía si puedo hablar con normalidad.
Si hay algo que me gusta de la pandemia (suene esto totalmente paradójico) es que ningún conocido se me acerca. Ni siquiera mi primo, con quien compartí el campo y la bebida, a quien solamente saludo de lejos respetando el distanciamiento social cuando por dentro estoy contento de tenerlo lejos porque el sujeto habla y nunca para y a uno no le gustan ese tipo de situaciones a las siete de la mañana. A partir del mediodía si puedo hablar con normalidad.
En el recorrido vi a mi queridísimo
vecino de la derecha, un tipo cuyos gustos musicales van en contra de los
principios básicos de la música, le gusta desde Walter y Yandol hasta Ozuna e
incluso canta y vive las canciones de su amo y señor Maluma, a quien admira,
tiene un afiche de él en su habitación y le promulga sus votos de amor. Además,
sin tener un cuerpo alucinante con un six pack bien marcado, va al parque sin
camiseta para regar las plantas. Algo que aprecio; pero siempre pienso: Debería
usar una playera, pues el sujeto tiene una panza que fácilmente podría iniciar
en el cuello y acabar en la cadera dificultando la visión de su miembro, al
cual, seguramente no logra mirar desde que estaba en la escuela. No obstante,
es un amante asiduo de los animales, adora a las palomas y las nutrias, le
gusta ir de pesca y a veces me trae unos buenos bogas y truchas y aunque he
llegado a detestarlo por su música, una vez vi leyendo un libro de German
chupamedia, un youtuber de esos que abundan y no suman ni restan ni dan risa y
empecé también a odiar sus gustos literarios. Bueno, no son literarios, sino de
libros. Bueno, no son libros, sino de letras. Si es que se llaman letras.
Al verlo me percaté de una extraña
situación. El vecino, a quien nunca hago referencia a su nombre, estaba ligando
con una muchacha simpaticona. Era alta y sin tacones, llevaba jeans pegados,
remera y el barbijo abajo para que pudieran hablar sin reproches. En algún
pasaje de mi mirada vi que se dieron la mano e intercambiaron miraditas
galantes. Fue entonces que, al momento en que los atravesé, oí a mi vecino con
acento singular decir lo siguiente:
'No sé cuál sea
el nuevo rostro de los calzones Calvin Klein que nunca compraré pero tú eres el
único rostro en mi corazón'...
Entonces,
inevitablemente, pensé: Es todo un poeta, digno de publicar en Wattpad. Allá
donde las portadas parecen afiches de música chicha.
Y lejos de irme
riendo, sentí la necesidad de una fémina en mi vida; pero ese asunto se me pasó
cuando recogí el pan recién salido del horno.
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