Mi nuevo libro

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domingo, 30 de diciembre de 2018

Acaba el amor en ti

-Si el amor acaba, antes yo me voy de aquí.
Si tus alas se marchitan y no vuelves a volar, prefiero que las tormentas devoren mi vida.
Si este amor se termina, entonces, ¿Qué fuimos? Recuerdos y una historia; de seguro lo que nunca deseamos.
¿Qué es lo que ocurre? Ya te veo distante, lejana, como perdida en un desierto de desolación.
Te pierdo y nos perdemos, porque este amor se nubla y dejamos de ser nosotros.
Si esas alas con las que volabas hacia mí para llenarme de besos hoy desaparecen incineradas, yo creo que el tiempo vivido se vuelve un desperdicio porque las promesas fueron incumplidas.
¡Si dices amar! Entonces, ¿Por qué traes desolación?
¡Si tantas palabras mencionas! ¿Qué haces yéndote por allí?
Entiendo, se agota el derrame de amor y las palabras carecen de poder, parecen mentiras en un charco de gas que aprieta este mundo que construimos una vez y hoy vemos perder prendido y hecho polvo.
¿El amor termina?
Se cae de la cama.
Se apaga.
No enciende.
Ni vuela.
¿Qué haces al respecto? Pregunto con la mirada.
Yo solo te veo partir, añorar un pasado aquí olvidando que el presente requiere de ti.
Y te veo, ida y cobarde, buscando pleitos y sacando desastre de los sombreros. Ya no tienes la magia y por eso te marchas.
¡Estoy aquí! Abriendo estos abrazos para que puedas caer, para que volvamos a volar y otra vez sentir; pero cierras la puerta en el rostro que alguna vez amaste y no giras el cuerpo creyendo que al irte encontrarás lo que aquí tuviste.
¿Se acaba el amor? Por lo que mencionas con tu ser.
Hoy se murió el amar.

Fin

Hola, princesa

- Hola princesa, lamento la demora, me distraje escribiendo. Déjame contarte una historia y mientras vaya hablando irás asintiendo si la recuerdas. 
¿Te acuerdas cuando te hablaba de aquellas historias que nunca terminan?
Esta es una de esas.
Solo que en esta ocasión, estamos nosotros como protagonistas.
Le asalta la curiosidad, sale de su estado timorato para decir; entonces, 
¿lo logramos?
¿Lo averiguamos?
Sonríe. Ya le entró la intriga. 
Abro la primera página del libro.
‘Hay historias que nunca tienen final, a pesar que la realidad les haya dado uno’
Escucha y esboza una sonrisa. Apoya su mentón en la palma de la mano inclinando el cuerpo y pronuncia: Trascender. 
Así es, princesa.
Fijo la vista en el párrafo y leo en voz alta ante su atenta mirada.



Fin

domingo, 9 de diciembre de 2018

Yo, yo, yo

- Lo literario es mi vida; pero también tengo otras pasiones. 
Por ejemplo, me encanta el fútbol, lo práctico y veo gran parte del tiempo. Soy delantero por si desean saberlo. Meto goles hasta con la cola. 
También tengo muchos tatuajes cuya única forma de verlos en su totalidad se logra contemplándome desnudo. Ese es el enigma del arte en mi piel, nadie visualiza a simple vista lo que tengo; pero al tiempo que me quito la camiseta y demás se va observando la pintura. Cada tatuaje tiene una historia y yo las cuento gustoso a quien quiera saber.
Me fascinan los animales y todo ese mundo fabuloso en el que te envuelven. Soy fan del ron, ambos de Centroamérica, por supuesto.
Tengo una tonelada de fetiches y gustos curiosos que puedo ir contando mientras vayamos adentrando en la confianza y a veces los mezclo con mis historias para divertirme. Trato de no ocultar esa faceta porque adoro que me sorprendan.
Confieso ser adicto a escribir y a mover la cama (aunque a veces sea el último lugar donde caemos). Tengo una habitación particular llena de cosas que me encantan y he pintado una puerta desde donde viajo en el tiempo. ¿Qué aburrido sería vivir sin imaginar, no? Llevo una vida fresca, optima y camino haciendo lo que me gusta, disfrutando de mis pasiones sin romperle las pelotas a nadie y tratando de sumar al mundo y a quien quiera rentar mi vida.
Yo soy dueño de mi literatura, ficciones, delirios y fetiches.
Vivo sonriendo, estable en todos los sentidos y sin joder a nadie. Saludos, genios y espero me lean por mucho tiempo.

lunes, 3 de diciembre de 2018

¡Basta ya!

- Deja de arañar mis pieles para intentar detenerme si después en la cocina lanzas dagas al alma en forma de palabras. 
Tus tormentos del ayer los trasladas a este hoy y crees que somos como tal y te defiendes ante un fantasma cuando te abro los brazos.
Dañas sin entender que aquí necesitamos de ti y expulsas egoísmo vociferando que nadie comprende tu sentir cuando lo único que realizas es estar en silencio a plena luz.
¿Cómo saber que sientes si callas ante mis preguntas? Y luego andas de esquina en esquina como cuadrilátero dándome la insignia de villano. Eludiendo mis manos en forma de paz, mis preguntas filtradas en la mente, mi voz suave y las ganas de ser quienes fuimos.
¿Cómo esperas que quiera estar? Si enciendas la bandera blanca al instante de ser montada; si debo cubrirme ante tu primer arrebatado; y aunque diga que no estoy y estoy, poco a poco, ese gran amor que alguna vez creía sentir, va evaporándose como niebla al amanecer.
Me asombra que en tu cuerpo albergue tanto rencor, yo recuerdo lo vivido a tu lado y no tengo en mente alguna situación desastrosa, no he sido enemigo acérrimo de nuestra historia, solo he intentado hilvanar redes y construir con pocos ladrillos; pero sientes de forma subconsciente que odiar es tu modo de crecer y yo, lo lamento tanto, pero no logro conciliar en este universo.
Y cuando abro la puerta para partir, cuando decido no estar por un bienestar emocional y quiero, por una vez, ser egoísta y dejar los frutos para mí, coges mi ropaje pidiendo otra oportunidad. Pienso, ¿Por qué no hacer lo que dicta un libreto? ¿Es que acaso soy un martirio rutinario? Es tan solo estar bien con quien desear sumar, añadir emociones y sentimientos tangibles tal cual los recibes y cogerse de la mano en el camino establecido.
¡Ya estamos de nuevo aquí! Otra vez en la cocina y de nuevo tu odio desenfrenado. ¿Qué hago? Pienso y digo abriendo los brazos y solo callas señalando la puerta como tantas otras veces.
¿Es qué acaso no entiendes que basta con poner de tu parte para avanzar? A veces, como dicta la sabiduría popular, perder lo que tienes es aprender a valorarlo.
Y aquello es lo mejor para ambos.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Verano 2001

Despertar a las once de la mañana, encender la tele y sintonizar mi serie favorita. Reír con las ocurrencias de los personajes para también quitar el sueño. En comerciales descender a la cocina, coger la cafetera y verter el líquido sagrado en una taza con imagen de Goku. Dos cucharaditas de azúcar y perfecto para beber.
Volver a la habitación, reanudar la serie y continuar soltando carcajadas. En otra tanda comercial, prender la computadora y esperar a que cargue. Asomarse sin sentarse, abrir el Messenger y verla en línea con el Nick: Trabajando, solo tú puedes escribirme.
Esbozar una sonrisa, teclear el saludo acompañado de un adjetivo cálido sobre su foto en blusa blanca y sonrisa de oreja a oreja en el display tomada seguramente hace poco. Ver que responde con figuras de corazones y muchos besos casi llenando la caja del chat. Antes de una respuesta, leer: ¿Te veo, hoy, mi rey? Pensar en los planes del día, ir a una clase de portugués, intentar escribir una novela que lleva semanas atorada en el Word, seguir viendo series o programas deportivos, no es día de Champions, tampoco noche de Libertadores, la billetera sufre; pero es una mujer sencilla. Le basta un parque, un cuarto de hotel o una velada con pizza para ser feliz. Habrá sexo, besos y abrazos; palabras bonitas y sonrisas más que viendo la tele. Aceptar con una condición, que el fin de semana venga para pasar un rato futbolero juntos.
El anhelo de tener a tu chica y que te vea jugar pelota es uno de los placeros más grandes de ese tiempo.
Leer que acepta entre risas, corazones y figuras de pelota. Manda la webcam, la ves en la oficina, elegante, sofisticada; pero ella con bolsa de papitas en mano direccionando una a su boca provocándote mientras ríe y luego devora.
Tocan el timbre, se termina el chat virtual, vas a la ventana y ves a un sujeto de gorra amarilla sostener un enorme paquete. Bajas, abres la puerta, pregunta por ti, lo recibes y firmas.
El contenido son esos artículos que obtuviste en un Sex Shop virtual. Sonríes emocionado, la noche pinta mejor.
De vuelta al chat, le escribes: Hoy tengo una sorpresa para ti. Ella se llena de alegría y lo demuestra con rostros sonrientes como emoticonos que inundan la caja de conversaciones.
Escribe: Debo seguir trabajando, ha venido una pareja de esposos parar comprar sus paquetes a Cusco. Luego te llamo.
Un beso volado y una sonrisa. El chat se acaba.
Recostado sobre la silla imaginas lo siguiente que sucederá. Lo inmediato es la clase de otro idioma, el intento absurdo por escribir, los documentales en los que te vas a distraer y esperar la caída de la noche para meter todo al maletín, subir a un bus hasta el Óvalo Gutiérrez. Ella espera en una esquina, un abrazo en señal de saludo y caminar preguntándose cosas habituales.
Luego a un hotel y olvidarse de todo.

Fin

martes, 27 de noviembre de 2018

Punto final

La última vez que estuve ebrio la llamé a pesar que junto a mis demonios habíamos acordado en no enviar mensajes ni llamar a ninguna de nuestras mujeres. Éramos unos mentirosos del carajo, chocábamos el trago y celebrábamos libertad cuando los domingos de resacaba anhelábamos protección, carne debajo del edredón y alguien que nos cuide durante los espasmos de madrugada. 
A diferencia de los otros, ella estaba en Roma, un viaje luego de una ruptura con insultos horribles, deseos culposos, sucesos vertiginosos, mierda en su estado completo y alguna que otra reacción impulsiva, hicieron que cogiera el primer vuelo -en primera clase para no perder el tino- y resolviera alejarse por miedo, ‘desde mi perspectiva’, por un cambio radical y en busca de paz, ‘desde el punto de vista de su madre’; pero ninguno razonable por parte suya, salvo una llamada después de semanas diciendo: Lo siento, mi amor; pero no soporto mi yo en Perú y este yo en la habitación de ahora es una especie de algo que no me hace mal. Le dije: Te entiendo, porque realmente soy un chico que comprende cuando hablan con la verdad aunque te destroce y añadí, si es lo mejor para tus sentidos, quédate el tiempo necesario hasta que te recuperes.
Solo yo comprendo con claridad la palabra ‘recuperes’ pero no voy a dar detalle alguno de eso, que el lector solo entienda el contexto global, la simple y común ruptura.
Enseguida partió en llanto, -lo recuerdo como un eco en el oído- y para finalizar dijo palabras que el tiempo ya hizo olvidar: Necesito perderme de mí y no saber quienes formaron parte de mi vida pasada.
Guardé por años los adjetivos egoísta, caprichosa, boba y hasta ridícula; pero esto no quiere decir que no haya comprendido, la entendí; pero nunca lo compartí. Soy alguien que acepta y aunque toda la vida me he caracterizado por decir lo que siento, esa vez, quise callar para que tuviera lo suyo, para que creyera que está haciendo bien, para que aprenda a equivocarse; pero sé que debí volver a decir: Carajo, podemos salir adelante juntos. ¡No seas huevona!
Esa vez dejamos los teléfonos a disposición de nuestras respiraciones, al rato se terminó la llamada, desaparecimos de las redes sociales, nos perdimos de nosotros, de nuestros amigos en común, de la familia conectada y de todo. No volvieron a vernos cogidos de la mano en centros comerciales, tampoco en pasarelas de moda, mucho menos en ferias de libros, ni en gimnasios y nunca en ese parque al íbamos los domingos por la tarde.
Esa llamada de borracho fue extraña, ya habían pasado sus años, no recuerdo cuantos; yo había llegado a casa por la mañana, cogí el celular, ponché su número y empezó a sonar. Sería por la tarde o algo de noche en su ciudad actual.
Recibió la llamada con asombro, nos contamos las razones de vernos envueltos tras el celular, le dije que estaba tomando, tuve una punzada de melancolía y quise cometer la locura; ella comenzó a reír, dijo que todo el tiempo andaba viendo mi nuevo Facebook y felicitó por los logros del momento.
El nacimiento de mi primer hijo y su estadía en librerías fue motivo de elogio, para mí siempre fue razón de lógica. De seguir una línea.
Hablamos sobre sus viajes por Europa, ciudad tras ciudad fue contando y yo que nunca, hasta entonces, había podido estar en alguna, conocía por mi puntaje elevado en geografía e historia, mucho de lo que ella contaba y algún que otro detalle histórico que le faltaba por añadir; pero al fin y al cabo, llegamos a entablar la conversación y la conectamos con otra, el asunto de la comida y los sucesos divertidos de las comparaciones y el extraño sabor de allá y aquí, entre otros recursos que salieron para seguir hilvanando o para evitar preguntarnos lo que llega a la carne, esas cosas que sabíamos que si llegásemos a hablar llegarían a tejer y abrirse entre la piel para llegar al alma; entonces, luego de tanta habladuría insensata, me hizo la pregunta: ¿Todavía hay algo en ti? La respuesta no era obvia, tampoco fácil, sino, reservada. No quise decirlo; pero ella se animó: Todavía te amo un huevo. Dejando de lado todo ese asunto de sus desfiles y cocteles de moda y habladuría culta, lo dijo a la peruana: ¡Un huevo!
Y entonces reí; pero aún así no pude repetir lo mismo, no salía de mi interior, estaba atrapado como burbuja en la garganta y aunque ella insistió: Vamos, quiero saber qué sientes. Yo no podía y aunque la borrachera a cualquier otro tipo le hubiera hecho sacar hasta la mugre del corazón, se me hace difícil liberarme de todo.
Entendió que estaba dolido y era algo que a veces, en lo personal, se me hace complicado expresar. Es como si una mezcla entre orgullo, coraje y resentimiento estuviera congestionada en mi interior y no supiera cómo sacar a relucir; pero ella lo pudo hallar y de a poco fue sacándolo hasta tenerlo por completo.
Me dijo, lo lamento muchísimo; pero es que… fue la solución que tuve.
Yo olvidé decir todo lo que pensé decir, esos adjetivos se fueron o tal vez estuvieron allí y se escondieron, su voz fue melancólica y tierna como si aguantara llorar y no me quedó otra opción que aceptar y le conté que andaba de ese modo y entonces volvió a disculparse y yo la entendí a cabalidad, de repente más que la última vez y quise abrazarla y cuando ella dijo que lo quería, que deseaba darme un abrazo y que simultáneamente lo hagamos, me di cuenta, lejos de cualquier panorama o contexto actual, que no era amor lo que llevaba adentro, sino una asignatura pendiente, algo como un grito de libertad o una salvación, un ‘vamos, cerremos el libro’ y ella también lo tuvo aunque dijese que me amase (sé que lo hizo como un grito de salvación porque la realidad lo volvía difícil. Fue su catarsis).
Me dijo: Quiero que sigamos en contacto, tal vez como amigos o algo; pero en contacto.
Claro, le dije, esa es la idea y es lo que espero, añadí.
Yo también, sé que no estamos en lo mismo acerca de sentimientos; pero al menos no quiero perderte otra vez.
Yo tampoco a ti, a pesar que no halles lo mismo. Pero seguro que hallas algo mejor, quizá, una evolución al amor, que es estar aquí a pesar de todo.
Eso éramos entonces, algo con derechos a hablar e intercambiar ideas de ciudades lejanas o contar historias de momentos en la Lima que dejó; pero solo eso. Quizá por ahora, tal vez por siempre; pero solo eso.
Y cuando la llamada acabó luego de un brote de recuerdos muy pasados y algo innecesarios me fui a dormir y ella al tenis con sus amigas.
Y no volvimos a tener una charla parecida durante meses.
Era eso entonces, una catarsis que llegamos a comprender con los años cuando volvimos a vernos en un café, en Lima gris de invierno y nos dimos ese abrazo sellando la historia.
Como cosa del destino, luego cada uno pudo hacer su vida de forma natural, como si al fin los muros se hubieran caído y las emociones y sentimientos pudieran andar por todo el cuerpo y el alma. A veces es así, si no le das fin a una historia, te persigue toda la vida. Termina el libro y avanza.



Fin

martes, 13 de noviembre de 2018

Lados confusos

- Afilas la lengua para atacar con verborragia improductiva mencionando sucesos de antaño que marcaron el rumbo de una historia íntima que a veces no se cuenta. Pero ¡Te conté en confianza absoluta! Y como algunos humanos usan la debilidad en contra, hieres con recuerdos que arden y abren las puertas de un Tártaro en el alma donde yacen amontonados esos instantes de dolor que nuevamente resuenan en la mente para ajustar al corazón.
Pienso, tras vivir de vuelta los momentos que encarcelé para olvidar y avanzar, en eso que una vez me hizo cambiar el concepto de muchos parámetros de la vida y que en adelante he dejado de lado. Soy alguien diferente por aquello que viví, un ser mutado y con caparazón poderoso para no ser vencido de nuevo Había confiado en tu silencio, propuesto darle imagen a mis sueños; pero no sabes que es de cobardes atacar con los secretos mostrados.
Estoy echado sobre la cama meditando sobre esos tiempos de desazón y penumbra, todo duele; aunque no tanto como antes. Se machaca el alma cuando la mente se traslada a un nosocomio, yo me adentro a plenitud derribando sujetos de blanco y me acerco al cuarto para confiscar una realidad. Ella tirada y con aguijones por todos lados, se ve diferente, no hay nadie a su lado, entra un señor de blanco, da las indicaciones y la tragedia en palabras. Desde allí no he sabido cómo manejar la situación porque el tiempo lo ofrecí para su mejora mental y física. Yo seguí perdido, divagando entre una realidad alterna cuando quise ocultarme en la literatura y nos fuimos alejando. Naturalmente, cuando caminos separados, el dolor personal emergió, esas ilusiones desechas se trasladaron a las letras y las palabras transformaron mi vida haciendo que un camino novedoso y lleno de brillo apareciera. Así fue como se creó una tangente, un espacio-tiempo diferente, un lugar donde nada de eso ocurrió.
En soledad me volví en el personaje que debí ser, hice un mundo aparte de la vida real, recorrí un camino imaginario y lo envolví con el tangible para ir construyendo un puente que los una. Y lo hice.
Dos caminos se fusionaron para dar paso a una nueva etapa en mi día a día. Ahora las ilusiones y los sueños rotos se reconstruyeron y parte de la ficción se hizo mi realidad. ¿Quién podría saber la verdad? Si soy de un ambiente virtual.
Instauré mi reinado a su lado. Puede que haya enloquecido por la obsesión que tuve, por ese afán exquisito y soñador de querer lograr lo que anhelé y junto a las nociones terribles por ver como se fue apagando mi deseo. Me fui volviendo un sujeto de dos mundos hasta que al fin pude fusionarlos en la mente y a veces, tantas, de hecho, en una realidad propia; entonces, me di cuenta que era lo único que podría darme paz.
Ahora éramos los dos.
Creí que la vida abriría paso a mis sensaciones optimistas y realistas de materializar mis anhelos más profundos y celosos; pero la injusticia de los dioses y los tapujos de mis acompañantes hundieron los decibeles de los sueños. ¡Me señalaron! ¡Me culparon! Ultrajaron mis secretos y los lanzaron al rostro como vomito de demonio y sentí coraje, tuve rabia, quise ser vil y transformarme en un villano; pero también entendí que puede ser verdad, que todo, quizá, sea constituido por mí, por ese armazón personal, por la dualidad de mis sentidos o únicamente por la naturaleza de las entrañas.
No obstante, no hay rencor. Yo tengo mi planetario imaginario y confundo a todos juntando la realidad con la ficción. A veces también me traslado por el puente y me confundo como todos. Ya no estoy seguro si quiero tener una vida detrás de la puerta o una escribiendo y dando vida a otros universos.
¿Sabes la diferencia? En uno soy feliz, en el otro, tal vez sea el causante.
Prefiero estar en paz, por mis secretos.

Fin.

domingo, 4 de noviembre de 2018

El plan

- Este es el plan: Vuelvo al 2009, la recupero y la traigo a esta época.
Le invento cualquier excusa o le digo la verdad. Podría decirle: Oye, en unos meses voy a joderla toda y voy a malograr todo esto que tenemos. Me va a decir: ¡Estás loco! Eso no va a suceder. Yo confío en ti. Yo le diré: Sí y extraño eso; pero voy a hacer un idiota y me vas a odiar. Vayamos a mi presente, allí soy diferente. Va a decirme: ¿Diferente? ¿Cómo? ¿Te van a crecer las orejas? Voy a sonreír y decir: No; pero me veré mejor físicamente; aunque no sea el punto. Escucha, confía en mí, vamos a otra época. Allí podremos ser felices. Dirá: No, quiero quedarme aquí, si vas a arruinarlo y estamos destinados a desaparecer, pues, que suceda. No me estás entendiendo, preciosa. Por eso vengo del futuro, no es que desee evitarlo, solo quiero tenerte allá. Lógicamente va a decir: Entonces, evita lo que sucederá. Yo diré: No puedes cambiarlo. Solo puedo volver contigo. Muy testaruda; pero hábil va a decir: No. Estoy bien aquí. Diablos, cariño. Vámonos, voy a insistir. Como te digo, si la vas a malograr por completo, quiero saberlo, de repente no eras para mí. Ok, ok, nos calmamos. Mejor te dejo aquí y regreso adonde no estás. Ella me detendrá y preguntará: ¿Por qué tantos te amo si al final me pierdes? Porque fui un reverendo imbécil y por eso vuelto… Aunque sea un sueño.
Lo lamento tanto, perdí la cabeza, le digo abriendo los ojos y mirando el techo de un cuarto de hotel.
¿De qué hablas, cariño?
¡Ariadna! ¡Viniste conmigo!
Ella sonríe.
No quiero saber que iba a suceder. Solo quiero que en está actualidad no ocurra.
¡No sucederá!
Te amo.

Fin

sábado, 3 de noviembre de 2018

Locuras y delirios

- La locura y el desenfreno de mi vida siempre tuvieron un cierre. 
He puesto punto final a todos los capítulos amorosos de mi existencia. 
No hay puertas abiertas para amores del pasado.
Nos divertimos, quisimos, amamos y gozamos del tiempo; pero acordamos dejarlo allí, a veces con partes desiguales y pocas veces con ganas de seguir dando. Acabó. Todo quedó atrás.
Mi contacto con el ayer es saludo y despedida, nunca rencor, siempre buenos deseos.
Yo avanzo, nunca anclo.
No hay nadie que venga a decir que fui un malnacido, porque anduve dando lo poco mejor de mí en pro de las resoluciones amorosas o amicales y por ende, estuve y estoy tranquilo.
Nunca dejé algo a medias. He amado hasta quedarme sin amor y estuve a tu lado millones de veces, incluso, cuando ya no debí estar. 
Y si luego ya no estuve es porque es así, tengo límites que a veces no parecen existir; pero están.
Nada me ata al ayer, no hay amores a medias, ni ex novias obsesionadas, si hubo alguna acosadora, arreglamos problemas y nos estrechamos las manos, mi vida actual es como un mar en calma, lejos están las tempestades de mi locura adolescente y los sucesos de antaño, gloriosos y locuaces que hoy son parte de un recuerdo literario. 
Mi vida de hoy es tan pasiva y dócil que disfruto como estar regado en una hamaca en un playa del norte y tomando una bebida helada.
No tengo una esposa desquiciada que anda chupando mi sueldo, ni una novia cuyo embarazo irresponsable me hizo partícipe de un asunto que no quise. Toda mi vida he sido un adicto a las relaciones sexuales; pero de igual modo, tengo un altísimo nivel de responsabilidad sin dañar a nadie. Y si tengo bebe, es porque lo quise y con quien quise, no porque fui un loquillo negligente. Lo deseamos y estupendo.
Si de algo puedo presumir, es que he tomado decisiones pensadas, las canalizo aunque no parezca, las tengo en mente a pesar de estar en la cima de la montaña rusa y parecer fresco como lechuga. 
¿Te digo algo? Yo siempre pienso a futuro a pesar de vivir el hoy con delirio y frenesí.
Tuve amores, muchos, de hecho; pero ninguno afecta mi vida actual, lo dimos todo y nos divertimos como nunca. Allí quedaron, en el pasado, nadie me busca, yo no busco a nadie, no le debo una disculpa a nadie, ni espero un perdón, tampoco un reencuentro y mucho menos conciliaciones, ya las tuve todas y han quedado pactos acordados sobre no ataque ni defensa. Todo mi ayer amoroso es como inexistente, puedo ver a mis ex novias en la calle y saludarnos como dos conocidos, nunca se darían cuenta que fuimos algo.
Ando realizando mis sueños, los disfruto y los alcanzo; vivo tranquilo y en paz con lo que amo, no le hago daño a nadie, adoro a ayudar y querer a los animales, trato de ser honesto y sincero, no espero que me ayuden alguna vez, solo que sean amables conmigo y trato de ser gracioso y adoro a la gente con humor; me gusta compartir momentos de ron y gozar de las reuniones amicales, estoy donde quiero estar y donde me quieren, mejor; nunca voy donde no estoy invitado y me gusta compartir con gente que quiero. En sí, trato de vivir en armonía.
Tengo mi mundo literario y un planeta privado, mi vida de escritor es para todos y mi vida en casa solo para mi alrededor, estoy aquí para sumar, para ser feliz, para emocionar y compartir obras y relatos que salgan de mi cabeza y alma, para hacer reír algunas veces, ser amable y por supuesto, gozar de lo mejor de la vida.
Eso es algo de mí. Saludos.


Fin

viernes, 2 de noviembre de 2018

Cosas de supermercado

- Soy de las personas que nunca guardan rencor; mi resentimiento dura una noche, luego ocurren dos cosas: Me vale madre o lo olvido. Ambas son positivas porque no afectan mi vida diaria y con la persona en cuestión, mucho menos, porque enseguida puedo saludar y entablar una plática; pero ya no confiar (obviamente). Tan solo ser cordial. Premisa leve para un relato corto.
Estaba en el supermercado comprando fruta para mi ensalada y mi zumo de todas las mañanas cuando en la cola me encontré con una ex novia, con quien, salí cinco o seis meses, no recuerdo con exactitud el tiempo porque ese último tramo fue ciertamente angustiante. Ella era muy celosa y controladora, yo adoro mi libertad para escribir mis ficciones y salir con mis tigres a beber ron. Hay mujeres preciosas en todos lados; pero no intento ligar a alguien porque no soy de esos tipos que andan obsesionados con la conquista, quienes no van a fiestas si no hay alguien para ellos. Qué aburrido, yo prefiero pasarla bien y hacer amistades. Además, con novia, tengo sexo todos los días. No encuentro la necesidad de intentar algo con otra persona.
Lejos de eso, en la cola la vi, se hallaba diferente, de repente por el trajín de la fiesta de Halloween, yo estuve en casa durante la noche, debía de editar porque tengo inglés en las mañanas, universidad en la tarde – noche y un trabajo de redactor bien remunerado que no puedo dejar. De lo contrario, ¿de dónde salen los rones? Y los artículos fetichistas, las esposas, alguna que cosita rara y los libros a leer.
De vuelta al contexto, ella estaba cerca, a su lado se encontraba una pequeña, era su sobrina, con quien mantuve un cariño aparte debido a que adoro a los niños (no a lo Michael Jackson) sino a lo buena onda, tengo una bebe y me envuelvo todo el tiempo en situaciones increíbles.
Me vio, le regalé una sonrisa, de esas amables y corteses, ella no me saludó. Me pareció extraño, muy raro, por cierto; enseguida, entendí que seguramente no se habría percatado del todo de mi presencia.
No le di mucha importancia, seguí en la cola hasta llegar al final y al pagar mis productos, la muchachita se acordó de mí y fue a saludarme de forma muy efusiva. Claro que nos abrazamos y todo ello, la pequeña es increíble, de hecho, un encanto total.
En ese momento vi a un amigo, un tipo con quien compartí un curso hace años y fue allí donde también conocí a esta chica, mi ex novia, para hacer fácil la trama: los tres estudiamos juntos, éramos amigos, luego ella y yo salimos e igual seguimos siendo compañeros hasta que terminé con la fémina y nos separamos todos; aunque con el tipo mantuve contacto y asistimos a algunas fiestas como esos conocidos que te invitan a sus reuniones o tú a ellos, etc. Yo tengo un montón de conocidos que me quieren llevar a muchos lados.
Fui a saludarlo, tiempo que no lo veía, le di un apretón de manos y hasta un abrazo. El tipo se hallaba perdido, como nublado y luego inquieto, preocupado y hasta tenso. Pensé que las cuentas del banco lo tendrían así, lo último que supe es que hizo una mala jugada y tuvo una deuda inmensa; pero todo sobre dinero tiene arreglo, es lo que siempre pienso.
Ella estaba detrás, el tipo adelante, yo saludándolo y la niña, inocente en su totalidad, vino a saludar al tipo, también le dio un abrazo como si fueran amigos de toda la vida y pensé que algo pasaba y recién me andaba dando cuenta; pero lejos de resultar bobo o absurdo, me pareció genial y hasta bonito, porque ganarse el cariño de niños es algo esplendido. Entonces, entendí la situación y como soy alguien fresco y nunca me callo, le dije: Oye brother, ¿hace cuánto que sales con ella? El tipo se quedó helado. Insistí: Me gusta, se nota que hacen una linda pareja. Te felicito y ya deja de actuar como idiota, ¿crees que me voy a molestar? Han pasado cinco años, no hay problema. La gente rehace su vida.
Recién volvió a la normalidad, sonrió y le hizo un ademán a la muchacha para que se acercara; entonces como dos tontos me contaron todo lo sucedido los últimos años, como se relacionaron y todo ese asunto romántico misma película de San Valentín.
Cuando se fueron acordamos en juntarnos otra vez. Ellos no se dan cuenta que yo soy alguien con mente abierta y vivo sin rencores o enojos si me cuentan la verdad.
Al final, sin querer, tuve una divertida mañana.


Fin

miércoles, 17 de octubre de 2018

Una mañana contigo

- Despierto a alrededor de las ocho de la mañana, según el celular a mi lado. Salto de la cama y voy directo a la cocina a preparar el café, ando despeinado y sin camiseta, me gusta dormir en bóxer y poco a poco ando sintiendo el calor de la supuesta primavera. Ya de vuelta a la habitación con taza llena de café, prendo la computadora, reproduzco música al tiempo que adorno la cama, coloco un short y una camiseta y me acerco al cuarto de la pequeña para despertarla. Ella ya se encuentra despierta cuando la sorprendo, se limpia los ojos y luego abre los brazos junto a un largo bostezo, le digo la hora, se asombra por lo tarde que es y empieza a hacer sus quehaceres con rapidez. La veo con una sonrisa y luego, por maldad amorosa, le digo: Oye amor, es sábado. No vas a la escuela.
Muestra una sonrisa muy tierna, reímos enseguida y le digo que me siga para tomar desayuno juntos. Nos acomodamos en la mesa, ella bebe cereal con leche o yogurt, de acuerdo a lo que quiera, yo le sigo dando al café y a unos panes recién salidos del horno. Conversamos sobre la película de ayer, se llama Intensamente y casi me da un ataque feeling cuando ese gordito desapareció, ella lloró, todo ese sentir precioso lo sacó de su madre y también de mi vieja, ambas ven películas románticas o dramáticas y se echan a llorar. Yo evito mirarlas cuando ocurre, es que soy de los que sufren ataques de risa en momentos en los que no debería.
Lejos de eso, comentamos a cabalidad sobre los comportamientos de la niña, es una de mis maneras de enseñarle y mostrarle las actitudes negativas y positivas, porque ese asunto de hablar y hablar es cosa del pasado.
Yo prefiero que ella asimile con situaciones visuales y luego le hablo influenciando su sistema.
Aparte de ello, en respuesta a mi broma, me dice: Pa’, tú te pareces a DinDon (creo que se llama así)
¡Rayos! Pienso y luego comienzo a reír. Ella también lo hace y acota: Aunque él es muy gordito.
Volvemos a reír.
Al rato llega mi vieja, toca la puerta de la casa, entra con muchas bolsas de supermercado y afirma: Hoy nadie come en la calle, hoy yo cocino.
Ella y yo nos miramos y aplaudimos.
Es así como suele pasar mi mañana de los sábados.
Una divertida manera de ser feliz.



Fin


lunes, 15 de octubre de 2018

Dormida a mi lado

- Me gusta dormir contigo, lejos de todo lo que hagamos sobre la cama expresando lo que sentimos con caricias y besos, adoro abrir los ojos y verte a mi lado de madrugada o al amanecer porque me entrega la seguridad de que eres real. 
No he soñado, no estoy alucinando, tampoco escribiendo y creando a tu persona. Yo me levanto, te miro, contemplo tu nariz curiosa, tus ojos cerrados, los labios como pato y los cabellos regados y digo, es hermosa y acoto, y real.
Y entonces todo llega a tener sentido.
Llegaste y todo se adorna de destellos bonitos.
Claro que esto no lo digo mientras duermes a mi lado, no lo hago porque prefiero creer que estoy en un sueño y asombrarme cuando despierto y te veo hecha realidad. Como te vi en el sueño.
Se me hace romántico.

domingo, 14 de octubre de 2018

Suele pasar (eso creo)

- No trato de parecer interesante, a veces tampoco ando coqueteando y mucho menos con intenciones misteriosas, a veces únicamente soy alguien espontáneo.
Hoy estaba sentado en un ambiente abierto y leyendo ‘Aura’ de Carlos Fuentes cuando de pronto me sorprendió una muchacha evidentemente bastante menor que yo, ella quiso saber la ubicación de un lugar dentro de la universidad y le dije que quedaba por tal sitio; sin embargo, tras agradecer y sonreír, resolvió sentarse a mi lado. Es curioso, yo no me había dado cuenta, porque después de responder amigablemente seguí con el texto porque estaba pegado a la obra como suele pasar con los grandes libros. Me percaté de su presencia cuando quiso saber lo que andaba leyendo, en ese entonces, todavía no estaba en la pausa para el café o los segundos de reflexión para asimilar el capítulo, suspirar o pensar en hechos paralelos, ese breve tiempo en el que un lector se pone a pensar sobre lo que lee mirando el techo, el cielo o la nada. Ella arremetió poco antes de ese lapso y la vi con rostro de seriedad como quien se hace la pregunta, ¿Qué pasa? Me vio y tímidamente añadió: Disculpa, ¿Qué libro lees? Claro que se lo dije; pero no tan gentilmente como hubiera sido en otra oportunidad. Sin embargo, ya estaba lejos de tener contacto con lo reflexivo, así, cuando volvió a preguntar por el autor, empezamos a conversar fluidamente, ya que sentí que deseaba hacerlo, tal vez, porque soy intuitivo y asimilé sus palabras respondiendo de forma más argumentativa, así, la muchacha de la mochila oscura con logos curiosos, se sentía en confianza y hablaba de sus libros actuales en la mesa de noche y demás, yo le seguía la cuerda asintiendo con la cabeza y cuando sentí que había llegado el momento de irme para tomar mi café de la mañana y luego entrar a clase, me dijo: Vamos juntos, tomemos un café. Me gusta que hablemos, ¿a ti, no? Hasta ese punto me pareció gracioso el leve atrevimiento, quería pensar que podríamos ser buenos amigos o camaradas de lecturas; pero en la cafetería -sí, fuimos por ese café- yo me quité la casaca de cuero y dejé ver algunos tatuajes, quiso saber sobre los mismos, hablé poco sobre ellos porque los únicos momentos en los que hablo de mí es después de hacer el amor (y eso no iba a suceder). Más tarde empezó a querer saber más y más y yo que andaba con un tiempito le fui contando algunas cosas entre reales e imaginarias, siempre es bueno lanzar un poco de fantasía para vacilar a la gente. Ella reía, le pareció gracioso algo que dije, a veces hablo cosas divertidas y luego sentí que en su mirada se hallaba algo diferente y sonreía de una manera coqueta y entonces me di cuenta que quería, a como dé lugar, rozar mi mano con la suya, se me hizo gracioso y divertido porque era una muchachita de metro cincuenta con cabello sujeto a una liga rosa y una mochila con figuras, primeriza en la universidad y todo eso intentando ligarse a un tipo que fácil puede ser maestro el siguiente año y yo que andaba de buen humor, le dije que me debía ir; pero podríamos hablar en cualquier otro momento.
Salí de mi clase y la vi afuera (claro, de casualidad, sí, claro) y me acompaño al paradero, esperé que se fuera y empecé a reír por lo vivido. 
Bueno, es ligeramente cómico y simpático lo que a veces llega a ocurrir; sin embargo, es bacán conocer a gente que le guste leer. 
Todavía no sabe que escribo, espero no ocurra algo catastrófico cuando lo sepa.


Fin

martes, 25 de septiembre de 2018

Un amor nuestro

- El amor puede ser muchas cosas. Eventos, situaciones, momentos, revolcones sobre la cama o a veces simplemente una mirada. 
Siempre debe ser natural como cuando abre los brazos para que caiga en sus pechos.
Un conjunto de situaciones preciosas abundan en la mente como esos sucesos en el parque o gozando en la cocina, riendo con alguna comedia o abrazados en el cine viendo a una monja horrorosa.
Desear ese cuerpo imperfecto y darle forma con los besos y caricias, sentir cada fibra de su ser y hacerla estallar en explosiones seguidas de placer y lujuria hasta provocar tantos orgasmos como estrellas y luego caer en un letargo profundo con las manos extendidas.
Una noche mágica de domingo tras mirar un techo estrellado o ver un film romántico o quizá, únicamente echados y sujetos de las manos intercambiando un palabreo basado en lo que sienten sin ser poetas ni lanzar metáforas, solo sacar los argumentos del corazón.
Puede que sea un momento de repostería en la cocina de su casa o la tuya, divagando entre recetas y dichosas mezclas deliciosas con fines satisfactorios para el alma y el cuerpo. Divertidos por si sale mal y felices cuando ocurra exquisito.
Acompañarla a su casa en un tren veloz y estar abrazados en el vaivén mientras vuela y se ven las terrazas de las casas o caminar en dirección a su hogar entristecidos por una despedida; pero con la ilusión de estar de vuelta muy pronto.
Un beso en la frente.
Una mirada tierna.
El deseo constante.
La libido eterna.
Las ganas de estar y nunca querer partir.
La ambición por tenerla enamorada y su forma de expresar lo que siente que cautiva y engancha.
Nosotros sobre la cama, en el mueble, en un sendero, en alguna parte donde nos sintamos completos.
El amor somos nosotros con las manos juntas y las ganas de querer estar unidos.




Fin

lunes, 24 de septiembre de 2018

Un trabajo digno

- El verano del 2001 fue de los más difíciles en el sentido financiero; pues, debía de pagar algunas cuentas en el banco por el recién surgimiento de las tarjetas de crédito en la billetera y mi delirio inminente por desatar el caos sin pensar en las consecuencias. Recuerdo que iba a esas grandes tiendas por departamento y cogía lo que deseaba, a veces sin razonar, sin cuestiones y sin lógica, solo por tener, por acumular el closet de prendas que no iba a usar diariamente y algún que otro detalle para la muñeca, como aquellos relojes de vitrina que tanto me fascinaban y recién podía obtener.
Llegaba a casa como si cada fin de semana fuese Navidad, la gente miraba asombraba, yo reía y disfrutaba de los lujos banales sin darme cuenta que a fin de mes llegaría la cifra astronómica que debía de pagar.
Para entonces los libros se vendían 10 o 20 al mes, no había público para acaparar un margen de ganancias, andaba feliz por haber lanzado mi obra al mundo; pero por otro lado, el asunto de la vida terrenal me atacaba en señal de dólar.
Cuando recibí las cuentas por correo todo empezó a cobrar un sentido escalofriante, temía por mi salud y el tiempo de paga se hacía corto para dicha poderosa suma.
Tuve que romper el chanchito para pagar las primeras cuentas y decirle a mi novia que tendríamos que esperar que la película salga en DVD en lugar de ir al cine, tuve que dejar de asistir a habitaciones con jacuzzi para instaurarnos en mi habitación que recién comenzaba a crecer y dejé de comer en restaurantes para aprender a cocinar; pero ella lo entendía, hasta le parecía lindo y tierno, entonces el plan funcionaba a la perfección y eso me daba un goce exquisito y único. Sin embargo, los meses pasaron rápido y las cuentas volvieron como huracanes desgraciados; debía de conseguir un empleo estable y solvente, así que envié mi CV a algunos lugares.
Los salarios me decepcionaron, para las dichosas cuentas debía de ganar mucho más y de forma más veloz.
Vi un anuncio en el periódico, uno pequeño y curioso, resolví llamar y ante mi asombro dijeron que enviara una foto de cuerpo entero. Para ese momento llevaba meses en un gimnasio local de esos donde no hay entrenadores y uno solo se hace la rutina, iba gratis porque el dueño era un tío y quería que fuera para hacer como si hubiera gente. Iba porque siempre me gustó el asunto de tener fuerza y demás.
Envié mi fotografía.
Luciana, mi entonces cuñada, decidió asistir a una de esas fiestas de despedida porque una de sus amigas se iba a casar con un tipo que conoció en Internet, se enamoraron tras una computadora, viajaron para encontrarse y se cautivaron más con el paso del tiempo, un tema romántico que realmente fue atrayente y bonito.
Como idea divertida decidieron asistir a un evento de tipos que salen en disfraces, realizan bailes sensuales y se van sacando las prendas hasta quedarse únicamente en ropa interior. A esos mismos lugares donde va tu flaca con sus amigas cuando te dice que se irá a tomar un café (te lo digo a ti que estás leyendo esto).
Cuando el presentador dijo: Y aquí viene el show especial de la noche. Todas las féminas incluyendo abuelitas y tías cuarentonas aplaudieron y festejaron la salida del autor de este relato, que hizo su trabajo para ganarse las monedas necesarias y así poder pagar sus cuentas.
Lo que no imaginé es que al rato me llegaría un mensaje y un vídeo vía Messenger en el que mi novia mostraba mis frenéticos y locuaces bailes al tiempo que me desligaba de las prendas.
Terminamos por la mentira. Me pareció correcto; pero en mi defensa, ofrecí disculpas y le dije que andaba con escaso recurso económico y que por eso hice lo que hice. Ella no comprendió porque su religión impide el despoje de ropa por trabajo como tampoco el beber café y alguna que otra calamidad más.
Durante los siguientes meses pude recuperarme, no saben lo bien que se gana haciendo eso y luego volví a lo literario.
Como referencia, todavía me quedan esos buenos movimientos; pero ahora solo los uso tras cuatro paredes.

Fin.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Mi princesa

- ¡Princesa, olvidaste tus alas!
Ya no las necesito, mi amor.
¿Qué quieres decir con eso?
Que me quedo aquí, contigo.
No me mientas.
Esta vez no habrá más despedidas.
Pero; perderás tu inmortalidad y yo prometí ir a verte cuando resuelva asuntos aquí.
¿Y esperar años? ¿Y vivir con la idea que te puedas volver a enamorar? ¡Imposible!
Princesa… Pero yo estoy tan distinto. Tengo tantos años y he pasado por mucho, ya no soy el de antes, ya no el que conociste.
Te he visto en todos esos cambios, amor y déjame decirte que amo más al de ahora.
¿Y sabes algo?
Yo también he cambiado.
Se materializa ante mis ojos, la melena ondulada, los ojos pardos, la silueta de antes y la sonrisa que aún destella luz. Idéntica; aunque con algunos años encima para intentar empatarme.
Entonces, princesa, puedo decirte besarte y abrazarte sin sentir el agudo dolor del adiós.
Compruébalo.




jueves, 20 de septiembre de 2018

En la noche y de madrugada

- Me dio la parálisis del sueño. Una cándida voz me habló sobre algo que no recuerdo. Cuando esa voz iba cambiando volviéndose infernal quise abrir los ojos e intentar moverme pero obviamente, como es costumbre en estos episodios, no pude lograrlo. Sin embargo, tras un esfuerzo animal vi una mano demoníaca sujetando la mía. 
Pensé, si los vecinos celestiales me van a abducir, solo espero que no me violen. O ya, si me gusta nadie lo sabrá.
O si un ángel del Hades emergió para reclamar el alma que vendí hace mucho, espero que abone el resto.
Desperté, eran las 3:00am. Sudaba, me saqué la camiseta, el boxer y fui a dar una ducha.
Después volví al sarcófago y dormí plácidamente teniendo un sueño erótico; pero esa es otra historia.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Eternidad en ti, princesa

- Princesa, toma la llave y libérate de esta prisión de letras.
Allá en el colgador y al lado de mi sombrero están tus alas.
Pero; yo no me quiero ir.
Las heridas en el corazón superaron nuestros momentos.
Entiendo. Hago daño siendo tu eterno recuerdo.
Y ella voló con lágrimas en los ojos.
Y en el libro las letras desaparecieron.
Y en la memoria se vio su rostro por última vez.
Pero el amor nunca se marchitó.
El amor siempre existió.




Fin

Mi princesa eterna

- ¿Me regalas esta tarde, princesa? Pero; hazme una promesa, quiero que sea la última.
Estoy cansado, mi amor; harto de perderte cuando cae el sol. 
Agotado de la desintegración de tu ser junto al reinado de la luna. 
¡Llevo años buscando el antídoto para mi soledad!
Y solo me conformo con estos minutos de abril.
Ahora que te marchas, pídele a tu guardián que borre mi memoria.
Que se adentre en la mente mientras duermo, que perfore en el abismo de los recuerdos y me haga olvidarte aunque ello contamine mi vida; pero a veces avanzar toma un sacrificio.
¿Por qué las lágrimas y las sonrisas se fusionan en tu rostro, princesa?
Ya lo hecho, mi escritor. Cada vez que me voy le suplico al creador que elimine todo rastro de mí de tu vida, que un nuevo sendero te ilumine y alguien amado aparezca a tu lado; pero resultas ser un obstinado, tal cual presumido y me devuelves con tu magia literaria haciendo repetitiva esta trágica despedida.
Ante ello, princesa, solo queda detener el tiempo en un abrazo, besarnos hasta que sea infinito y ser los dioses testigos de cómo este humano te roba todas las tardes de invierno.
Hazlo ya, mi amor, que dejo de tener tacto. Bésame ahora que los labios todavía llevan miel y abrázame hasta que no sientas mi piel.




Fin

Frase 110

- Perdona que mire tus labios mientras
charlamos , es que la tentativa por 
besarlos todavía no supera el encanto
de escucharte.

El buen Gus

- Adoro a los animales, de hecho, tengo una perrita, un gato y un tigre, con quienes disfruto pasar el tiempo y recibo la calidez de su cariño.
La otra vez estaba parado en una esquina esperando el bus que me llevase a un lugar que no recuerdo, pensaba en un sinfín de situaciones, entre ellas, ¿Cuándo van a estrenar la nueva película de Dragon Ball? Cuando de repente, un viejo perro se acercó oliendo mi zapatilla, le di una caricia y una galleta, después otra y otra, el punto es que el muchacho se mantuvo a mi lado y yo vi en ambas direcciones en busca de su dueño; pero nadie tenía la mirada en el sabueso.
Enseguida, vi el bus asomarse, se me hacia tarde para ir a un lugar que no recuerdo, le dije al can que había sido un gusto conocerlo y le entregué la última galleta. En ese momento, resolví alzar la mano para detener el bus; pero el cretino del chófer no quiso detenerse. Maldije y decidí detener un taxi, no sé porque andaba tan apresurado, el asunto fue que un carro se paró al frente y yo debía de cruzar, lo hice con la mente en Wonder Woman y la secretaria de la empresa donde fui hace meses a dejar un recado.
Al cruzar, mi amigo el perro lanzó un ladrido de aquellos, para esto, quiero aclarar que en ningún instante el dog había ladrado y mostrado inquietud, cuando lo hizo me di cuenta que un maldito e ignorante conductor con una cicatriz desde la mejilla hasta el tobillo avanzaba a una velocidad desgraciada y yo andaba a punto de cruzar por ahí yendo directamente a una muerte segura.
Gustavo, como lo llamé al perro, me salvó la vida con su anticipo, fue como si se hubiera dado cuenta y avisado con un ladrido feroz, fue increíble y les juro, no había consumido esa cosa tan rica que tanto me gusta. Lo bauticé como mío, nos fuimos a casa y jugamos con el resto de la banda.
Mi ex novia hubiera querido que cruzara y mi abogado hubiera deseado lo mismo.
Por eso, amo a los animales

Fin

Actos, no palabras.

- Salí de casa a recoger el diario con taza llena de café en mano, sonrisa de recién levantado y bóxer que reemplaza al pijama. 
Un sonido atrajo mi atención, vi a un lado y noté la presencia de dos señoras a quienes reconocí porque la otra vez tocaron la puerta para venderme dulces, me detuvieron cerca al paradero para pedirme una donación, las vi orando en una iglesia cercana y promulgaron palabras sacadas de la biblia a algunos conocidos en un estacionamiento, ambas dejaron una caja diminuta a unos metros de mi feudo.
Pensé, se habrán olvidado sus provisiones para la peregrinación, por eso resolví acercarme con rapidez y al coger la caja escuché la voz de un gatito que podía caber en la palma de mi mano con facilidad y usar los dedos como colchón. Divino, el felino; criatura de dioses honestos y deidades preciosas; fue dejado por religiosos a la intemperie en afán de hallar la muerte. Me sentí decepcionado, de nuevo, por esa escases de gente que reza y pide donativos para los bolsillos y deja a seres indefensos y recién nacidos a la espera de una muerte segura; pero, por suerte para dicho bello animalito, inofensivo y precioso, la presencia de un semidesnudo humano con creencias basadas en La teoría del antiguo astronauta, flamante admirador de los extraterrestres, agnóstico y predicador de la palabra de Dionisio, hizo que bebiera leche a por montones y tuviera una plácida siesta. Claro que luego hice algunas llamadas en busca de adopciones y logré hallar a alguien que lo tuviera. A este tipo le gusta el rock pesado, viste de negro, nunca ha ido a una iglesia, no ora ni lee la biblia, lleva el cabello largo y saca la lengua en fotos, tiene pósteres con figuras de pentagrama y es ferviente admirador y amante de Dragon Ball, por eso lo conocí. Aparte de ello, obviamente, es un cariñoso y amoroso protector de los animales y fanáticos de los gatitos, por ende, aquel ser negro como sus prendas, fue ideal, de hecho, tuvieron una conexión natural y se fueron felices.
Es así.





Fin

domingo, 26 de agosto de 2018

Cuenta el final

- ¿Me cuentas el final?
Vuelves, nos abrazamos tras un beso profundo, sujetamos nuestras manos y vemos como cae la tarde.
No me mientas.
Yo soy el escritor, puedo tener este final si lo deseo.
Obstinado y presumido. 
Sonríe.
¿Sabes? Nosotros no tenemos un final. Sencillamente no lo merecemos.
¿Lo has pensado? Añade.
Todas las noches.
De tanto pensar en un final, estamos olvidando este rato.
¿Vas a volver?
Eres el escritor, tienes el poder de hacerme volver.
No. En la realidad.
Abre los brazos en señal de confusión.
La entiendo y sonrío.
Es hermoso el atardecer desde nuestro lugar favorito.
A tu lado es perfecto, respondo.
Se acomoda en mi regazo.
Su voz enmudece, la respiración se agota, una lágrima resbala y se hace polvo estelar.
Yo corro desesperadamente a la máquina de escribir, describo la situación. Ella con el vestido celeste, aparece sonriendo, yo la detengo, nos quedamos abrazados y besamos profundamente hasta ver la tarde caer.
Y vuelvo al mismo lugar.
Y otra vez la pierdo.
Y vuelvo a contar el final.
Y otra vez... Ella se va.



Fin

El anillo curioso

- Hace años tenía una novia cuyo único propósito era el de casarse. Claro, es lindo y melodramático el soñar con la boda; pero esta muchacha me lo repetía a cada instante, incluso, la planeaba junto a sus amigas y yo pensaba en ese entonces, ‘¿casarme? Antes los humanos llegan a Alfa Centauri’. Le sonreía cuando hacía mención al matrimonio y yo me acercaba para cogerle la cintura y decir un par de frases sacadas de una ficción: Claro, están invitadas, eh. 
Para ese entonces llevábamos casi tres años, de los cuales, dos fueron increíbles, el último estuvo lleno de indiscreciones, yo trabajaba con su padre, el editor, en mi primer libro y me quitaba tiempo para salir a beber y estudiar una carrera de Marketing que acabé porque odio dejar las cosas a medias y ella ayudaba en algo con el tema de la caratula al ser gráfica; en tanto, lo que trato de decir es que estaba involucrado en una situación. Yo no soy rico, hago el amor como un adonis; pero nunca he sentido que es mi mejor atributo, no obstante; creo debo tener algo que la enganchó para cometer la locura de querer casarse conmigo.
La amaba, no lo niego, era preciosa, por supuesto, rubia de ojos claros y perfil tallado por un artista renacentista; pero yo no estaba ni estoy preparado para el casamiento, menos cuando sus celos hacían aparición y me jalaba las orejas cuando alguien comentaba mi foto de perfil y más allá de eso le buscaba el pleito y luego de insultos y humillaciones con cada chica que me veía, se sentía como satisfecha, tal vez, excitada, que se yo, la mujer era una fiera, como una leona, a veces eso me calentaba, amo a las mujeres con poder; pero me rompía las pelotas cuando era por las santas putas huevas.
Soy un hombre de límites y si que duran bastante, a veces me harto y vuelo, reniego, me vuelvo Hulk y destrozo todo o me convierto en Ice man y todo me llega altamente al pinocho.
Resulta que una vez, mi primo Carlos, que es un tipo extraordinario; pero esta jodidamente crazy, me dijo: Bryan, guárdame este anillo, por favor. Era una roca que podría iluminar de aquí hasta Marte, le había costado todo su salario de un año trabajando en un Banco contando vouchers y ajustando el tiempo del Dota en la cabina de Internet y evitando pagar algunas sesiones de masajes coreanos.
Andaba enamorado de una muchacha llamada Camila, guapa y decente, los había visto algunas veces juntos por la alameda cerca a la casa y entrando a un hotel cuatro estrellas. Eso se me hizo curiosamente simpático, pues, ¿Quién va a un hotel? Yo tengo sexo en mi casa, me aburren los hoteles. En fin, la cuestión era que andaban enamorados y se iban a casar; mi buen primo iba a pedirle la mano en un restaurante carísimo y elegante y yo sería el fucking padrino y debía de vestirme igual que una sarta de engendros, cosa que no haría, porque adoro joder y porque no soy igual, es algo de mi personalidad, el no entablar una composición con los demás.
Guardé el anillo con sumo cuidado en mi cajón secreto donde guardaba mis revistas porno antes de mi despertar sexual en el año 1960 y reservé mis consejos. No me meto en asuntos amorosos.
Anastasia, mi chica de ese entonces, se quedó a dormir en mi feudo tras una jornada sexual despampanante celebrando el nacimiento de mi primer libro, con tragos y drogas, locura y diversión absoluta nos volvimos unos dementes en su totalidad.
A la mañana siguiente, mientras yo dormía como un caracol, relajado y soñando con JLaw, en un estado de completa paz, pudiendo dormir durante años sin que nadie me joda, con resaca y cubierto hasta el cuello, totalmente desnudo y en calma perpetua, se oyó el grito más desgraciado y terrorífico de la historia, algo tan agudo que me sacó de la dimensión nocturna y elevó de golpe.
¡Bryan Barreto, mi amor! ¡No puedo creerlo! ¡Eres un genio! ¡Me compraste un anillo de compromiso!
¿Qué compré que? Pensé con confusión, la borrachera y las metanfetaminas desaparecieron de inmediato. Ella se lanzó como salmón a la cama y empezó a besarme todo el cuerpo, cogió unas sogas, un látigo y quiso usar la ropa de látex que compré hace poco, claro que lo disfruté, admito que me aproveché de la situación porque me dijo: ‘Ahora de comprometidos, tienes un bono especial’.
Y bueno, terminé casándome.

Fin

sábado, 25 de agosto de 2018

La clase de amor

- Tal vez algo adentro tenga razón: Merezco ese mismo amor que les entrego a los demás.
Nunca en similitud de expresiones, porque cada quien tiene su expresión idónea; pero me gustaría en igual intensidad, que lo hagan saber a cabalidad.
A veces es complejo mantener un romance; pero es más complicado tener a alguien enamorado. La idea es siempre ser como eres, demostrar lo que sientes, encantar a esa persona y luego ambos hacer lo propio con el amorío.
Así todo funciona, nunca en singular.
Yo quisiera que fuéramos una fuerza que puja para adelante, que cuando me digas que no puedes, yo te ayude y cuando no pueda me respaldes. Que tengamos la confianza para decirnos la verdad y el poder para perdonar. Que estemos juntos porque sabemos que somos mejor unidos que en partes iguales y separadas.
Me gusta cuando estoy seguro que me amas; pero nunca cuando lo haces alguna vez y tres veces demuestras lo contrario. Esa clase de amor no funciona. Es acorde decir siempre lo que sientes, sea para bien o para mal, pero hacerlo con sinceridad.
Seguir una línea es importante, no se trata de rutina, todo es diferente, cada vez no es igual, porque le damos emociones a lo cotidiano, porque cada momento resulta distinto.
Actuemos como somos y seamos lo mejor de nosotros porque si estamos en una relación es para ser felices y si queremos ser felices lo daremos todo por lograrlo. De eso se trata entonces.
Ama ahora y demuestra siempre. Si quieres tenerme a tu lado, hazme sentir especial, que yo voy a hacer lo mismo y juntos construimos un pedazo de relación hasta tener un castillo completo, porque los dos somos mejor en equipo y el amor nunca es singular, sino una unión infinita de expresiones honestas.


Fin

miércoles, 22 de agosto de 2018

Visita inesperada

- A veces soy impulsivo. Resolví ir a verla sin que lo supiera, detuve un bus y luego un tren, enseguida me adentré en un bosque siniestro para terminar cruzando un desierto y adentrarme en un lago donde encontré un pato que me dio un huevo, dentro de ese huevo hallé una llave y pude abrir una puerta que me condujo a un laberinto complejo que pude acertar y salir victorioso para al fin detenerme en la esquina de su casa. Sabía que estaba porque anda viendo la tele o leyendo los libros que le receto, segura descalza o echada en el mueble de la sala, de repente comiendo algunos chocolates o tal vez, boca arriba mirando los faros del techo y pensando en situaciones futuras o recobrando lo vivido en mi cama hace unos días. De cualquier forma o manera, me siento orgulloso y hasta honrado de estar totalmente seguro que soy fiel compañero de sus sueños y pensamientos; pero es una cuestión delicada, uno nunca debe decirlo de manera abrupta o soberbia, sino como una situación natural y simpática, como cuando piensas y sonríes porque te das cuenta que ella, la mujer que respetas y adoras, se encuentra pensando en ti al tiempo que tú haces lo mismo. A veces es tan simple y bonito tener una conexión así.
Pensé en llamar e indicarle que andaba afuera; pero no llevaba ramo de rosas o un pastel de cumpleaños con su rostro, ni siquiera los mariachis que acompañan a un cantante, estaba mi presencia sofisticada y con atuendo casual de todo momento y una sonrisa instaurada junto a una docena de besos y una centena de abrazos que deseaba proporcionarle con la excusa, vayamos a decirlo de ese modo, de extrañarla. En tanto, para hacer romántica la escena, subí a su piso preparando los frejoles mágicos para la ocasión y escalando hacia la colmena pude llegar con la sonrisa intacta. Hubiera sido complicado cargar a los músicos y las flores conmigo, ¿ahora se entiende el panorama?
Al llegar quise tocar la puerta; pero me encanta, a veces de manera un tanto desordenada, sorprender. Por ende resolví hallar la forma de hacerle entender que estoy afuera sin usar celulares ni monedas para su puerta. Pensé en un hecho, luego otro, enseguida otro; pero ninguno me daba razón.
Y curiosamente, como si leyera mis intenciones, salió de casa mostrando el rostro y el cuello, se me hizo gracioso; enseguida la di un silbido para que se volteara y yo me entregara por completo a la sorpresa de atentar por detrás.
Claro que todo se hizo medio confuso, porque nadie esperaba mi presencia, ni los pájaros en el alambre del teléfono, tampoco el gato postrado en la ventana, ni siquiera su madre en la cocina, tampoco esa vecina chismosa de al lado y ella sonreía como si me presencia fuese una de esas cosas que ocurren de repente y te entregan alegría.
¿Es asombroso, no crees? Como alguien puede hacerte sentir feliz con tan solo estar, yo no deseo ni quiero sacar revuelo de un acto natural como ir en busca de alguien un día cualquiera e inesperado y cambiar la perspectiva, sino que parafraseo su mirada brillosa diciendo: Me alegra que estés aquí. Y con los abrazos y besos que fui dándole se fue sintiendo maravillada y más que contenta y entonces todo se volvió como un acontecimiento increíble y nosotros contentos de tenernos. Claro que enseguida hicimos el amor y desarrollamos una actitud sumamente romántica ante todo ello; pero sí vale mostrar y resaltar que a veces lo inesperado resulta recordatorio de una situación bonita.
Ella misma cenicienta antes de su fiesta, con una facha casera y los cabellos en pleno acto de rebeldía; pero con el aura de siempre, cándida y versátil ante cualquier beso y abrazo, es como si la naturaleza de su pureza la hiciera hermosa a pesar de andar con los despojos de lo cotidiano y es mágico como los ojos enamorados logran visualizar el alma y lo fabuloso que es el ser humano en su completa originalidad. He allí una forma y manera de como irradiar amor sin palabras.
Cerramos la puerta luego de decirle a su madre que fuera a charlar con la vecina, dejamos al gato dormir y a los pájaros cantar por nosotros para escondernos en su habitación y desarrollar todo lo que anhelamos al momento de tenernos cerca.
Es así, tan mágico y simple que resulta asombroso y maravilloso.


Fin

lunes, 13 de agosto de 2018

La peor tarde de Super Nintendo

- Estoy tomando un delicioso jugo de fresa con leche que acabo de preparar para refrescar mi alma y empezar la semana con ánimos; pero un curioso revoltijo ocurre en mi barriga debido a la jarra entera que acabo de liquidar. Acabo de recordar que mi chica sugirió que tomara lecha sin lactosa; pero ir al supermercado y adquirir una es como ir a la farmacia por toallas higiénicas. Lejos de ello, este momentáneo pesar estomacal con próximas consecuencias cuando me encuentre a lo Carlos V me condujo a una historia de antaño de esas que compartes en la chacota entre primos cercanos y hoy resuelvo contar con bastante humor.
Era el año 1987, Carlos y yo fuimos a rentar videos juegos a la casa de una señora cuya particularidad de la misma era que en las afueras se hallaba una escalera sumamente peligrosa bañada únicamente con cemento, lo que hacía que jamás debas asistir en sandalias. Tocamos el timbre con la moneda y pedimos una cabina de Super Nintendo con el juego Contra III como primer cambio.
Todavía no teníamos Nintendo en nuestras casas, nos dedicábamos a alquilar y divertirnos con los diferentes juegos durante el resto de la tarde después de la escuela y las veces que no jugábamos pelota.
El objetivo era vencer la tortuga gigante que se dispuso a arruinar nuestro juego la vez anterior y resolvimos esta vez, luego de algunas tácticas planeadas la noche anterior, derrotar al monstruoso enemigo y seguir avanzando a cabalidad hasta que acabe nuestro tiempo.
Carlos perdió al instante en que empezó a jugar, fue mi turno de avanzar y demostrar mis habilidades ante su atenta mirada.
De repente, oí un crujido particular, de esos que todos conocemos, los que suelen ocurrir después de comer demasiado; pero esta vez era porque aparte de los frejoles que ingirió durante su almuerzo, el buen Carlos, con doce primaveras bien instauradas, había bebido media jarra de jugo de fresa que mi tía le preparó con cariño.
Recuerdo haberle restregado en la cara el hecho de no haberme invitado, resolvimos comprar marcianos (chupetes) a la salida de los videos juegos; pero mientras tanto, su estómago no solo me desconcentraba, sino que los gases que soltaba hacían que los demás jugadores se sientan perdidos; debido a ello le pedí que fuera al baño de la casa para que liberara a Willy y tuviera total plenitud. Al inicio no quiso acceder por timidez o por aguante, no insistí. Cuando las flatulencias siguieron, detuve el juego para decirle: Anda al baño, caga y vienes. Dijo que lo haría porque ya no podía resistir y según su rostro, en cualquier momento se le vendría el huaico. Se levantó de la silla y se acercó a la señora. Al volver me dijo: Oye, el baño está ocupado por el gordo que estaba al lado jugando Mario Bross 3. Voy a mi casa y regreso.
Le dije: ¿Estás seguro? Conste que esa diarrea general no te va a dar chance de llegar a tiempo.
Se lo advertí. Se lo repite: Espera un rato, sale el puerco y entras. Luego seguimos jugando.
En ese momento, la señora volvió para decirnos: Chicos, ¿van a continuar? Solo les queda 15 minutos y hay otros esperando.
Lo vi y me hizo un gesto de negación.
No, seño, aquí terminamos.
Te espero, me dijo.
Ya chévere, respondí y seguí intentando derrotar a la tortuga gigante.
Vencer a la tortuga, en ese entonces, era una empresa complicada, el monstruo es terrorífico y a veces formidable enemigo, por eso debía de estar concentrado y solo enfocar la mirada en la pantalla.
Cuando pude vencerla me sentí emocionado, quise compartir mi alegría con Carlos; pero ya no lo vi sentado a mi lado. No estaba y no tenía idea de dónde podía haber ido.
Fui al baño, estaba vacío, le pregunté a la señora y me dijo que se había ido corriendo con las manos en la barriga y la cara en forma de chicle.
Resolví salir en su búsqueda, el tipo me debía unos marcianos y yo quería que los comprara.
Recuerdo haber llegado al parque cerca a nuestras casas y verlo detenido en un poste de luz viva imagen de la película la bruja de Blair.
Pensé, ¿Qué pasó? ¿Por qué carajos tiene las piernas abiertas en forma de arco?
Y al momento de acercarme no me di cuenta del detalle de una cáscara de plátano y caí de espalda.
Al rato, ya no estaba. Fui a mi casa, hice mis cosas y enseguida supe de él de la peor forma.
Subí al techo de mi casa y lo vi lavando su ropa con lágrimas en los ojos.
Su vieja le había sacado la mierda y estaba lavando su calzón con excremento.
Fue uno de esos momentos en los que no deje de reír. Honestamente, la risa se me salió hasta por los poros al punto de llorar por tanto reír.

Fin

jueves, 9 de agosto de 2018

Mi mañana

El café me devuelve. Activa los sentidos todavía aferrados al sueño.
La pequeña duerme y se hace complicado despertarla; pero hacían exactamente lo mismo conmigo para que fuera a la fucking escuela.
Ya instalados en la mesa y tomando desayuno empezamos a contarnos nuestros sucesos nocturnos, ella dicta que apareció cabalgando unicornios y luchando contra robots que cargan rayos láser, mientras que yo, naturalmente, he evitado contar esos húmedos sueños, para compartir el que estuve volando mismo Goku y luego jugando pelota a lo Ronaldo el brasilero.
Anduve con mi café de arriba hacia abajo, algo de tiempo en el escritorio aprovechando las primeras luces del día y la inspiración que viene con ella para luego interrumpir el sueño de la damisela que me acompaña devorando su cereal con leche como si sus manos fuesen palancas. Me causa gracia la forma como lo toma, yo en su caso, hace miles de años atrás, era capaz de dormir en la mesa. Ahora los niños tienen otras energías.
Veo el reloj, la guapa señora de la movilidad vendrá en cualquier momento, pienso y resuelvo alistar su lonchera. Luego sigo comiendo los huevos revueltos al estilo que manejo.
Ella lee una revista mientras me sonríe, yo no soy de leer diarios o ver noticias, no quiero decir que me importa un diablo la misma cagada que veo todas las mañanas; pero debo hacerlo de vez en cuando, así tengo temas de conversación con los tipos que esperan que tenga todas las respuestas o simplemente me devuelvo al mundo tras mi puerta de salida y tras la oficina en casa. En fin, suena el claxon, veo por la ventana y la señora sonríe. Un rato, le digo con una sonrisa. Hace un gesto con la mano, la pequeña alista su mochila luego de cepillarse los dientes, esta preciosa como todas las mañanas, tardes y noches y aunque sé que cuando la traigan va a estar un desastre por completo y su madre tendrá que lidiar con lavar las prendas, todavía se verá divina.
La acompaño al bus, la puerta se abre automática, sube y saluda a sus tigrillos, así me gusta llamarlos y luego la señora dice algo sobre una
reunión de padres, le sigo la corriente, no estoy interesado en socializar con abuelitos.
Ella se va y a pesar de estar rodeada de sus amiguitos, se da un instante para aparecer por la ventana y mostrar su sonrisa con un gesto de manos. Una genio de las expresiones de amor y aprecio.
Regreso a casa, cojo la taza de cafecito pasado, prendo la tele con mi control remoto mágico y sintonizo una canción instrumental para relajarme un rato. Pienso, volver a la oficina o tirarme a dormir un rato. Ya estoy en la oficina, debo acabar el libro antes de fin de año, es mi meta y objetivo, lo siguiente que debe venir, según lo establecido, son buenas satisfacciones literarias, a menos que las editoriales me den una patada en el trasero; pero seguiré adelante a pesar de todo.
Soy una constante en lo que hago y no me detengo hasta obtener resultados. Una vez alguien dijo: Quien hace lo que ama está condenado al éxito.

Fin