- ¿Me regalas esta tarde, princesa? Pero; hazme una promesa, quiero que sea la última.
Estoy cansado, mi amor; harto de perderte cuando cae el sol.
Agotado de la desintegración de tu ser junto al reinado de la luna.
¡Llevo años buscando el antídoto para mi soledad!
Y solo me conformo con estos minutos de abril.
Ahora que te marchas, pídele a tu guardián que borre mi memoria.
Que se adentre en la mente mientras duermo, que perfore en el abismo de los recuerdos y me haga olvidarte aunque ello contamine mi vida; pero a veces avanzar toma un sacrificio.
¿Por qué las lágrimas y las sonrisas se fusionan en tu rostro, princesa?
Ya lo hecho, mi escritor. Cada vez que me voy le suplico al creador que elimine todo rastro de mí de tu vida, que un nuevo sendero te ilumine y alguien amado aparezca a tu lado; pero resultas ser un obstinado, tal cual presumido y me devuelves con tu magia literaria haciendo repetitiva esta trágica despedida.
Ante ello, princesa, solo queda detener el tiempo en un abrazo, besarnos hasta que sea infinito y ser los dioses testigos de cómo este humano te roba todas las tardes de invierno.
Hazlo ya, mi amor, que dejo de tener tacto. Bésame ahora que los labios todavía llevan miel y abrázame hasta que no sientas mi piel.
Fin
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