- Hola princesa, lamento la demora, me distraje escribiendo. Déjame contarte una historia y mientras vaya hablando irás asintiendo si la recuerdas.
¿Te acuerdas cuando te hablaba de aquellas historias que nunca terminan?
Esta es una de esas.
Solo que en esta ocasión, estamos nosotros como protagonistas.
Le asalta la curiosidad, sale de su estado timorato para decir; entonces,
¿lo logramos?
¿Lo averiguamos?
Sonríe. Ya le entró la intriga.
Abro la primera página del libro.
‘Hay historias que nunca tienen final, a pesar que la realidad les haya dado uno’
Escucha y esboza una sonrisa. Apoya su mentón en la palma de la mano inclinando el cuerpo y pronuncia: Trascender.
Así es, princesa.
Fijo la vista en el párrafo y leo en voz alta ante su atenta mirada.
Fin
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