- Durante
un día brillante en lo que menos pienso es en el siguiente momento.
Todas
mis energías están en los ratitos en los que nos besamos y abrazamos desnudos
sobre la cama con las ganas ardiendo y el deseo en todas sus dimensiones
exactas desarrollando un ambiente lleno de pasión y amor que se mezclan el
tiempo que dura la noche.
Pero
en el próximo capítulo, sin avisar y sin precaución, una actitud atípica de
acuerdo a lo vivido hace horas, reina en su ser contribuyendo -de forma muy
absurda- al deseo de querer arruinar el día desde el alba.
No
soy catedrático de la mente, tampoco estudio psicología o alguna rama similar,
lo que conozco de empatía y percepciones es porque soy audaz para observar; sin
embargo, me quedo inerte ante la avalancha de nuevas actitudes, las cuales
empiezan con la respuesta a mi saludo cariñoso con una manera muy distinta -como
si nos hubiéramos peleado- pues fríamente dice: Hola.
A
veces agrega mi nombre en lugar de un adjetivo amoroso, tal vez usando el mismo
que escribí. Lo detallo para recrear el momento.
—
¡Buenos días, amor! ¿Qué tal todo, mi cielo? —
(Stickers
o emoticonos de corazón y beso).
—Hola.
En
ese momento, naturalmente y ande mi desconocimiento total de los hechos en un
tramo de tiempo tan corto como el amanecer pienso en ¿Qué ocurre para que actúe
así?
De
igual modo, sigo actuando de forma simple y natural como un día cualquiera
entre una pareja que generalmente se lleva muy bien.
—Todo
bien, preciosa. Ayer la pasamos genial, ¿ya desayunaste? —
Generalmente
tengo esos saludos cariñosos con preguntas importantes porque es esencial saber
si ha desayunado o almorzado.
—Sí.
Enseguida,
no agrega ningún stickers.
Allí
es cuando imagino la primera opción. Todavía no me culpo, aún no me hago la
pregunta, ¿Qué demonios pasó? ¿Desperté de madrugada y la llamé exclusivamente
para pelear por algún suceso pasado que superamos y quise que volviera para
arruinar el día? No, no estoy tan loco o atrofiado para actuar así.
Además,
duermo plácidamente.
Resuelvo
enviar solo una carita y enfocarme de lleno en mis actividades.
Mi
idea siempre es respetar los malos días de la gente, en especial de una pareja,
pues si ella se encuentra con mal humor por razones que desconozco, primero:
prefiero no preguntar muy pronto. Después: Trato de llevar todo de forma
natural de acuerdo a lo bien que estamos. Más tarde: Hago la pregunta.
Así
me evito tanto rollo. Soy un hombre que se evita rollos. Dejo a las personas
ser como son, no intento cambiarlos, tampoco imponer, solo quiero que sean como
son, yo solo soy un acompañante, no tu padre ni tú maestro.
Ella
me responde con un stickers en señal de enojo. Entonces, al tiempo que estoy
haciendo mis tareas diarias, pienso: Bueno, ‘algo la ha enojado’.
Pero,
evidentemente, uno se pregunta, ¿Qué cosa?
Empieza
el análisis del día anterior: Tuvimos sexo del bueno. Nos cagamos de la risa.
Fuimos a cenar. Dividimos la cuenta. ¿Se habrá enojado por eso? Pero fue algo
de novios, un acuerdo mutuo y sencillo, algo que repetimos seguido. Después, estuvimos
viendo tele, vimos una serie donde unos sujetos conquistan una casa de monedas,
no di mi opinión acerca de la chica, que a mi parecer, era súper guapa. Claro
que si la hubiera dado, tendría un enojo leve de su parte, pero algo que fluye
veloz.
Yo
siempre evito todo tipo de problema. Cualquier bobada que me va a causar un encontrón
prefiero ignorar. Así vivo en paz.
Incluso,
me despedí y fui a casa, no a un bar, al llegar le di una llamada para decirle
que estoy a salvo del Coronavirus, los ladrones y las chicas a quienes llama de
un modo que no voy a nombrar.
¿Qué
carajos ha pasado? Me dije e inevitablemente solté una risa.
—
¿Todo bien, corazón? Andas media apática, ¿Qué ocurre? —
—Nada.
‘Nada’.
Una nada es un agujero negro. Una nada es un universo oculto. Una nada nunca es
nada.
Pero,
yo podía entender que no nos hubiéramos visto en días por una riña o discusión,
esto daría motivo a que estuviera molesta o incómoda y actuara de esa forma tan
extraña y repentina.
Yo
amo cuando las cosas son claras. Cuando me dicen: Oye, eres un mal escritor y
me caes gordo. Te juro, que si alguien me lo dice, se lo agradezco.
Pues,
¡Resulta sincero! Claro que luego te elimino de las redes y listo, pues, es lógico
no tener gente que no suma.
Diferente
a quienes me comentan honestamente su parecer agradable y bonito con críticas
que ayudan a mejorar. A eso los abrazo.
Ojo,
esos actos, sin el mayor rencor ni con otro pensar. Solo con cariño.
Sin
embargo, volviendo al tema amoroso, ella no me quería contar lo que pasaba.
—Bueno.
Ya que nada es lo que pasa, ¿Qué tal va tu día? Si no vas a salir con tu mami
al dentista, tal vez podamos ir al cine—.
No
creo que acompañar a tu vieja al dentista sea motivo de estar de mal humor.
—No
tengo ganas, respondió.
—Bueno,
además, acabo de ver la cartelera y hay puras películas peruanas. Por eso preferiría
ver El chavo del 8.
Un
chiste para calmar sus asperezas.
Ella
seguía modo apática y todo esto mediante el chat, no me imagino lo que sucedería
si estuviéramos en persona. Creo que simplemente le diría: Si gustas vuelvo
luego.
No
me gusta estar en un sitio donde no me siento conforme, yo soy alguien que se
quiere y si siento que hice todo bien y luego me tratan distante sin decirme lo
que sucede, prefiero zafar y volver cuando todo ande bien o me digan lo que
realmente pasa para afrontarlo juntos.
No
puedo leer la mente de nadie. Mucho menos detrás de una pantalla.
Es
lógica. Es simpleza. Yo nunca me hago rollos y solo tengo buena onda para
ofrecer.
Casi
una hora después de seguir intercambiando únicamente stickers y caritas que no decían
nada, me dijo: Lo que pasa es que tengo mi mes.
—Amor,
pero, ¿no me puedes contar? Oye, vino Andrés y estaré modo seca.
Yo
entendería por completo y trataría de evitar muchas cosas.
Envió
otros stickers, unos en forma de corazones y luego unos besos para que el clima
comenzara a florecer repentinamente.
Fui
un iluso al creer que el clima bello seguiría todo el día, pues fue una especie
de ida y vuelta, pero algo que al saber el motivo, logras aceptar.
Además,
solo tenía 18 años aquella vez y no lograba comprender del todo el mundo de una
mujer.
Fin
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