- He
deseado a una mujer casada.
¿Cuál
es el pecado para dicha tentación según los dioses?
Porque estoy seguro de que para lo que hice no solo basta con orar un rosario.
Todo
comenzó la mañana del domingo, salí a correr junto al perro para desintoxicar
el cuerpo del excesivo consumo de licor durante mi adolescencia, aquella que
ahora veo tan lejana; aunque mientras cuento algún que otro relato de antaño en
una mesa de amigos un viernes por la tarde en un asado, parece como si nada se
hubiera ido con el tiempo. Sin embargo, los vestigios de esa vida como montaña
rusa hoy pasan ciertamente una buena factura. Por eso mi marcha de domingo, mi
dieta de lunes a viernes y el vencimiento de mi carné del club.
A
ella le pasaba lo mismo, no es casualidad que ambos estemos a la misma hora en
la acera, estirando el cuerpo con ridículos movimientos mientras miramos a las
mascotas y nos vemos de reojo esbozando cordiales sonrisas. Nos vemos en el
mismo supermercado comprando similares vegetales o utensilios de cocina y compartimos
nuevamente la misma sonrisa amable.
No
fue coincidencia vernos un viernes por la noche tomando una cerveza mientras
andábamos, yo con Luigi, mi perro y ella con Mark, su esposo; aunque esa vez no
hubo ni siquiera un saludo con cejas elevadas.
Aquel
domingo en que todo empezó resolví hacerle una pregunta de esas que incitan a
la inevitable respuesta y un siguiente comentario, puede que luego exista un
argumento o una sinopsis sobre algún tema actual y le siguiera una conexión
llena de temas que simplemente salen a relucir.
—Hola,
¿Cómo estás?
Recuerdo
haber pensado que hice la pregunta en buen momento, pues ella estaba con las
piernas abiertas y el trasero en forma de corazón bien extendido, llevaba la
cabeza cerca a los tobillos y giraba el torso en dirección a cada una de las
piernas. Yo no podía hacer eso, de repente en mis tiempos de pelotero, pero no
ahora.
Me
vio, sonrió como tantos domingos y añadió: Todo bien, gracias, ¿y tú qué tal? ¿No
piensas estirar? Te puede dar un calambre.
—Si
gustas puedes ayudarme, pensé y sonreí por eso.
—Sí,
ya empiezo a estirar, le dije e intenté imitarla.
—Así
no se hace, bobo. Deja que te ayude, dijo elevando el cuerpo para ponerse en
posición y acercándose con suma confianza.
Olía
muy rico, tal vez a fresas o vainilla, no recordaba ese sabor de perfume.
—Dale,
loco, agáchate un tantito para que puedas tocar tus tobillos.
Tres
domingos soñé con este encuentro aunque en la bañera los fui recreando al
tiempo que cerraba los ojos y el agua caía adjuntando a ese suceso una cierta
gama de fugaces recuerdos.
Lo
intenté y sin quejarme para que no se alejara, pero pareció que lo hice muy mal
porque se puso de ejemplo. Sí, a mi lado, abrió las piernas y se puso en
posición haciendo que sea casi imposible no mirarle el trasero, aunque las
piernas, según recuerdos lejanos, habían también incrementado el volumen.
¿Será
posible que el castigo sea aún más severo? Pues como saben, todo estuvo
planeado.
Tres
domingos haciendo la misma estupidez, salir a correr con un perro rentado, a
quien le doy vueltas por unos soles la hora debido a que su dueño trabaja de
diseñador los domingos por la mañana, voy al supermercado a comprar cigarrillos
y me acerco al stand de vegetales para fingir que estoy a dieta y he llegado al
punto de decir, empezando este relato llamado pecado, que ando comiendo sano,
pues realmente es cierto, ya que la mentira produjo una costumbre agradable;
sin embargo, y lo importante fueron esos encuentros en vivo, es que ver su
perfil, ese conato de fotos desagradables con su novio panzón y cañón corto,
que maneja un auto de 1978 y viste como cómico ambulante, pero ella dicta amar
y todo ese rollo lindo que respeto pero dan ganas de vomitar, es un asunto
desagradable; que, no obstante, de repente por masoquista u onanista, observo
día a día como una especie de obsesión por alguien que conozco de pies a cabeza
pero a la vez desconozco por completo.
Y
aun así, quizá por soledad o por mirar videos antiguos de una videograbadora en
donde, a veces sin que lo sepa y otras viéndose en el lente con intención,
llegué a sentir un deseo por tenerla otra vez entre mis pieles.
Han
pasado unos años, terminamos bien por madurez para la gente pero desgaste para
nosotros y nos vimos envueltos en otras ataduras; ella con Mark y yo con varias
otras mujeres de semanas o una noche, hasta hace unos domingos, que viendo
videos y en soledad, una soledad adquirida recién este verano, vengo a desearla
con brutalidad y desenfreno, también por su nuevo aspecto nutrido en musculo y
formado por los ejercicios, aunque seguramente porque quiero cogerla como en
esos videos, en donde, yo llevaba un látigo y ella una cara de placer, yo
andaba esposado y ella sobre mí, ella andaba en bragas con una danza y yo
mirando atado a la cama.
Cuentan
los chismes de barrio que su novio no la satisface, en algunas sesiones de chat
con amigos en común, generalmente ex amigas de ella que la odian por arrogante,
lanzan comentarios que leo en el grupo aunque parezca ignorar los mensajes
manteniendo en silencio al grupo, que en la cama, se siente insatisfecha porque
el gordo no puede rendir lo suficiente, esto ocurrió por el tema que abrió un
amigo pervertido y sin tino, quien generalmente suele comentar sobre sexo sin
mayor reparo, entonces abrió el debate con: ¿Quién fue tu mejor amante? Yo no
respondí por estar ocupado haciendo mi trabajo, pero vi los mensajes y entre
ellos supe que Adriana no cogía bien, de hecho, lo supe por ese término:
Cuentan que el Mark no se la está comiendo bien, dicen que dura diez minutos y
luego se duerme, parece que le pesa la barriga. Seguramente extraña a Brad y
sus locuras.
Véase
locuras como un adjetivo sencillo para mi gama de fetiches raros y locos que
ellos creen saber, porque a veces comparto imágenes de mujeres atadas, pero
desconocen por completo el fondo de esos gustos y su gran variedad.
Es
así, la gente habla de todo sin que te des cuenta, tú puedes estar haciendo
alguna otra actividad como salir a correr y no te percatas o no tienes idea de
lo que hablan de ti gentes que alguna vez conociste y crees que todavía existe
un respeto, cuando en realidad, la gente habla más de la gente que conoce y ya
no se llevan bien. Somos hipócritas muchos aunque digamos lo contrario, pues
nos gusta el morbo y el chisme.
Admito
que aquello sumó a mi deseo, no quiero pensar en obsesión, pues solo la quiero
para una noche, pero no compartiré con nadie lo que haremos, tan solo quiero
saciar una satisfacción que proviene desde hace semanas.
Ese
domingo, cuando empezamos a conversar banalmente sobre ejercicios, el tema fue
cambiando ligeramente, pues por primera vez en mucho nos vimos con mayor
detenimiento. Bueno, yo imagino que ella, porque yo ya la había visto desnuda
en la mente.
—
¿Cómo te va en el trabajo?, ¿Cómo va la empresa?, ¿Cómo va tu vida? fueron
preguntas de introducción.
Las
respuestas generaron más conversación y nos fuimos yendo por la leve tangente
añadiendo casi de forma inocente ciertos puntos sobre nosotros en comparación a
la actualidad.
El
comentario: La empresa va bien, pero hace falta una mano como la tuya, fue el
detonante, claro está, tras su sonrisa ruborizada.
Fiel
a su soberbia, la que muchos detestan, pero yo adoro, respondió: Creí que se
caería a pedazos cuando me fui.
Añadió
una sonrisa pícara para apaciguar el comentario y después adjunto: Pero veo que
sigue en alza y te felicito.
¿No
te ha pasado que sientes que todo ocurre muy rápido? Pienso que debería
inventar escenas a este relato, decir que fuimos a un café tras acordar una
especie de cita o tal vez caminamos juntos y fuimos conversando sobre nosotros
en el ayer creando una atmosfera romántica; posiblemente escribir, siempre en
el ámbito de la ficción, que nos volvimos a enamorar y arribamos nuevamente a
nuestro tiempo mozo. Pero tengo pereza y la mente en blanco como para andar
escribiendo mentiras, entonces te pregunto de nuevo, ¿te ha pasado que sientes
que todo va muy veloz?
Le
dije, tras correr un rato, exactamente no juntos, pero cercanos, para ir a mi
casa a beber una malteada que he aprendido a preparar y accedió con esa
simpleza y espontaneidad que caracteriza a una novia.
Jamás
tomamos esa malteada. Al momento de entrar nos besamos a quemarropa como si
estuviéramos deseosos por tenerlos cerca, de esa manera, de esa forma, en ese
contexto, puesto que los besos llevaban gemidos y ciertamente una gran
calentura, no eran besos tímidos que genera el ambiente romántico, era pasión
desmedida de dos entes que se necesitan y desean mutuamente, no me di cuenta
mientras la besaba que era real mi obsesión, por la erección y el anhelo por
llevarla a mi cama y tampoco me percaté que era cierto que el tal Mark, debía
de necesitar Viagra a pesar de su corta edad; pero no pensé en eso, aunque me
hubiera gustado, solo sentí que la deseaba y estaba desarrollando una actitud tremenda
consagrando mi plan tan rápidamente inesperado porque tal vez también ella
debía de tener el suyo. De cualquier modo, la desvestí con facilidad y ella
también hizo lo propio, y una vez desnudos fuimos al sofá porque a la cama no
llegábamos. Entonces empecé a devorar su cuello estirando la mano a sus muslos
y también su intimidad, la cual noté y sentí altamente húmeda, eso aumentó el
deseo y las sensaciones de tenerla sobre mi o yo encima, pero antes de ello, me
dijo al oído como un susurro plenamente perverso: Saca el látigo y las esposas.
Las
tenía ocultas en un baúl debajo de la cama, tan rápido como pude logree
tenerlas en las manos. Me fui acercando para colocárselas en sus muñecas, pero
desistió diciendo que ahora sería yo quien estaría a su merced. La idea me
pareció excitante, no dudé en echarme y ser atado de manos a las columnas de la
cama.
Una
vez a su disposición cambió de rostro y actitud, de argumentos y de
performance.
Te
has vuelto un pervertido del demonio, dijo con seriedad y golpeándome con el
látigo sobre el pecho sin intenciones de ser dulce.
Halló
la videocámara de una parte del escritorio y empezó a mirar los videos que
estaban en pausa.
¿Así
que te masturbas recordando como cogemos, verdad?
Pues,
ahora, ¿Qué piensas hacer? ¿Me quieres follar? Pero no vas a poder, dijo con
una risa.
Pero
curiosamente, a pesar de estar enojada o en venganza, seguía mirando los videos
y yo veía como una mano se metía en la vagina sintiéndose caliente por verse.
Sí
que éramos muy buenos, eh. Hasta llego a entender tu delirio por mí.
Siguió
tocándose y fui gimiendo provocándome una gran dosis de calentura, que se dio
cuenta, entonces, todavía cogiendo la cámara se echó sobre mi miembro sumamente
duro y fue moviéndose mientras miraba el video de una manera única y extraña
pero altamente deliciosa. Lo raro ocurrió después, cuando comenzó a llamarme
Mark.
—Sí,
Mark, así quiero que me des, Mark. Así me gusta, Mark.
Y
aunque parezco fuera de un contexto habitual de los dos, también me excitó que
me dijera así.
Sus
movimientos de cadera dóciles y rápidos, vertiginosos y lentos, me llevaron al límite
y acabé tras un gemido largo y un suspiro.
Coincidimos.
Ella salió satisfecha y se recostó dejando caer la videograbadora.
—Ojalá
el pelotudo de mi marido fuera tan perverso como tú, dijo con una risa.
—Podemos
hacerlo todas las tardes, propuse con la voz cansada.
—No,
dijo con firmeza.
Me
desató y dio un beso.
—Ya
cumplí tu maldita fantasía, ahora deja de mirarme.
—Encantado,
le dije con una sonrisa y la vi partir tras desposarme.
—Brad,
¿todo bien?
—Sí,
sí, me distraje un rato.
—Te
decía que está rica tu malteada, pero ya debo irme, mi esposo acaba de
escribir.
—
¿Seguro que quieres irte?
—Sí,
segura.
—Brad,
¿Por qué me miras así?
—Porque
siento que no te quieres ir.
—
¿De qué hablas?
—
De que ambos nos deseamos.
—Estas
demente. Dame permiso para irme.
—No
lo creo.
—
¡Sal de aquí, maldito loco!
—
¡Suéltame, no me toques, carajo!
—Te
dejo ir si lo hacemos por última vez.
—
¿Qué hablas? Soy tu vecina, acabo de mudarme y nos estamos conociendo, nunca
antes nos hemos visto.
Empuja
a Brad, quien se aleja confundido.
—
¿No se supone que somos ex novios?
—
¡No! Nunca. Te conozco de hace un par de semanas, pero ahora espero nunca más
verte.
Adriana
escapa de la casa, corre hacia la suya y a la hora aparecen oficiales de
policía en frente de la casa de Brad, quien sale con un celular y una
videograbadora en mano.
Lo
detienen y esposan. Meten a la patrulla y ven sonriendo como si le gustara
estar esposado, como si quisiera estar allí metido.
Adriana
da su declaración y luego abraza a Mark, quien llega a tiempo para resguardar.
El
oficial Ramírez revisa el celular y la filmadora. Las imágenes son
espeluznantes.
Brad
tiene fotos montadas junto a Adriana en un plano de principiante y videos porno
donde folla con un peluche con el rostro de ella impreso.
A
veces el objeto es quien está atado a la cama y es él quien…
Se
encuentra filmando a punto de tirarse encima totalmente desnudo con una sonrisa
perversa.
Fin