- Circe
no ha venido hoy, se encuentra en su otra casa, una enorme, por cierto; tiene
piscina y patio para practicar fútbol con Naldo, el perro arquero, a quien le
paran llenando la canasta.
Le
empezó el gustito por el deporte rey porque una vez me vio meter un golazo de
la media cancha en un partido entre padres de familia; claro que a mi edad
tengo más físico que cualquier otro fulano de 55 para arriba, quienes no pueden
llevarme el ritmo y atinan a mirar como anoto.
Del
otro lado, quienes conforman mi equipo, me entregaron la cinta de capitán para
que asuma toda responsabilidad en la cancha, algo que no me gusta, porque
prefiero dedicarme únicamente a hacer goles.
Ha
dejado un par de libros de historia en mi escritorio y debo acomodarlos en el
librero, porque tanto como yo, tiene la particularidad de leer distintos libros
a la vez, es decir; coge uno le da un par de ojeadas, agarra otro y después los
compara para dejarlos a un lado porque quiere ver otro. Después que tengo que
ordenarlo todo porque no me gusta el desorden aunque ella lo prefiera así. Ya
se imaginan como tiene su habitación de juguetes. Una vez entré y me di un
golpe impresionante con un lego, el cual me hizo recordar a todo el linaje de
amigos en groserías que tuve que decir mentalmente.
Ella
viene el fin de semana, aunque no hay especificaciones de venida o llegada,
generalmente viene cuando se le plazca; pero mayormente son los sábados y
domingos los días apropiados para la cultura, diversión, charla y
entretenimiento deportivo. En fin, hacemos de todo.
Mi
mamá acaba de entrar a mi habitación en modo sorpresa, ha llegado con compras
de supermercado para colocarlas en mi cocina y aprovechó el silencio que me
inspira a escribir para darme un susto del demonio colocando su mano en mi
hombro.
¡Carajo!
Dije en un grito único. Traje lo necesario para la cena, vengo al rato, escribe
mucho, dice, entrega un cariño y se marcha.
Ya
genial, por si acaso hoy no viene la peque, pero haremos asado el domingo,
¿vale?
Estupenda
idea, responde.
Y
justo cuando creo que se irá, pregunta: ¿Cuándo vamos a bautizarla?
Ma,
a ella no le interesan esos asuntos religiosos, prefiere que le compre libros,
una play e ir de paseo antes que eso.
Yo
creo que deberías bautizarla, aclara y siento que tiene los brazos en la
cintura.
Dejo
de mirar la pantalla, giro el cuerpo y le digo: Circe, su madre y yo
conversamos y llegamos a la maravillosa conclusión de que ella pueda elegir a
que religión seguir. Si quiere ser Hare Krsna o Budista, lo será. Pero por
ahora, lo único que importa es que mi hija sea una buena persona. No hay nada más
esencial que eso.
Además,
esos vecinos que tienes hacen alboroto todas las noches peleándose por dinero o
celos y hasta amenazándose de muerte para luego andar yendo a la iglesia.
Bueno,
cariño, ustedes deciden. Yo no me quiero meter.
Qué
lindo es oír eso. El domingo te doy tu regalo.
Sonrió
cuando se lo dije. Y me devolvió la sonrisa entendiendo como soy.
La
otra vez me levanté de madrugada porque me asaltó una pesadilla. Abrí los ojos
y lo primero que vi fue una figura inerte detrás de la cortina cuyo tamaño parecía
ser la mitad del mío. Entonces, me mantuve quieto, difícilmente pierdo los
estribos, miré usando los anteojos creyendo que se trataría de una forma creada
por la luz; pero no habían postes cercanos y la luna parecía estar ausente.
Todo empeoró cuando las cortinas se alzaron como por el viento teniendo la
ventana cerrada y unas manos grandes se reflejaron como si quisieran mostrarse.
Esto sí me llevó al límite, empecé a sudar y pensar, ¿Qué carajos es eso? A lo
que enseguida, poco antes de una reacción como correr hacia la puerta, esa
figura salió de su escondite como quien avanza y va saliendo de la cortina…
Pero no pudo mostrarse por completo.
Abrí
los ojos de nuevo. Había tenido una pesadilla dentro de otra.
Andaba
escribiendo cuando recibí la llamada de un amigo, quien me dijo lo siguiente: ¿Cómo
puedo publicar mi libro de poesía?
Detuve
mi trabajo literario para darle las pautas necesarias, incluyendo la forma como
presentarse ante una editorial y enviar el manuscrito. Me tomé quince minutos
para explicar el procedimiento. Mi brother dijo que hace tiempo quería lanzar
al mundo su trabajo salido del alma y me sentí emocionado porque adoro cuando
la gente, al fin, se anima a desarrollar algo de lo que le gusta. Yo desde mi posición
apoyo esas nobles causas.
Dios
no ha curado la cuarentena, reflexiono. Muchas personas han muerto y
seguramente serán polvo de estrellas. Tristemente somos pocos quienes cumplimos
la cuarentena y ahora el mundo está en un vaivén.
Es
una noción inmediata, puramente mía, la tuve viendo las noticias, el maldito
canal 2 que estresa y pone tenso cuando lo ves, por eso prefiero olvidarme de
los canales nacionales y envolverme en Netflix; aunque, a veces, es necesario
saber lo que ocurre (a pesar de tener una idea) y es eso lo que pasa, lo que
veo, lo que presiento y lógicamente lo que creo.
La
situación de los escritores se complica, si no abrirán ferias de libros ni
eventos culturas, ¿Cómo vamos a vender los libros? Tengo fe que los lectores se
acercarán a librerías para poder adquirirlos, pienso.
Luego
salgo de casa y entrego comida a las palomas, quienes son lideradas por un ave
negra y grande, come primero y les deja el resto a las demás, vuela tan alto
que se posa encima de un poste de luz en medio del parque.
Se
acerca un gatito, a quien también le ofrezco el almuerzo, vienen un par de
perritos y se llevan su comida como un delivery.
Enseguida
se asoma un vagabundo y sujeta su taper con comida. Si se puede ayudar, si
tienes la facultad, hay que hacerlo.
Termino
el articulo con un pensamiento propio que intento cultivar: Haz lo que amas y
se jodidamente feliz.
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