‘Despiden a gobernador por chuparle los senos a su esposa durante una conferencia por Zoom’ dicta la noticia en un enlace al que acabo de entrar por mera curiosidad.
Estoy
bloqueado, no surgen ideas y se me ocurre navegar en busca de noticas absurdas para
no pecar con mirar el perfil de mi ex, cuya invitación a su casamiento acabo de
usar como...
Entre
Ríos, Argentina; Lizardo Fernández fue visto por sus camaradas mamando los
pechos de su mujer mientras un colega dictaba una charla acerca de salud mental
por Zoom. El mandatario no se percató que tenía la cámara encendida y como
cualquier hombre en el mundo (no se me hagan los ñoños) accedió a un chupe de
mangos inmediato para sazonar la mañana.
Es
gracioso y genuino como a pesar de la edad a muchos todavía nos encienden los
pechos de nuestra respectiva pareja.
¿A
quién no le gustan los senos? Reflexiono a medida que observo los memes sobre
la noticia.
Yo...
soy un hacedor de supernovas al momento en que, tal cual el gobernador, coloco
la cara en medio de los pechos de mi chica y disfruto de ese cándido sitio que
tengo como segundo favorito de su anotomía.
Cierro
la página y exploro el perfil de mi ex novia a punto de casarse con un tal
Gabriel Lisboa, un pelotudo en su completa autenticidad, con los cabellos
cortos a lo pelotero de la primera división del fútbol peruano, tatuajes en los
brazos a pesar de su aspecto oscuro, sonrisa producida por el primer sueldo y
atuendo a lo Wilson y Yandol.
Me
pregunto, a medida que observo la biografía del fulano, ¿Cómo rayos Jacqueline
Gonzales me cambió por ese individuo? Entonces me percato de la sarta de
comentarios que intercambian, entre ellos, los adjetivos: Mi guapo, mi rey, mi
tesoro. Los cuales me quieren dirigir al baño para un súbito vomito; aunque, en
una reflexión, viendo la sonrisa de mi ex, me doy cuenta que se siente contenta
con el emulador de Don Ramón versión dos mil veinte. Recuerdo a su vez los
instantes en los que falté a su casa para inmiscuirme en los avatares sexuales
de mi secretaria, vecina y concuñada. Situaciones que pude impedir; pero me di
el gusto de disfrutar, tal es la razón, que estoy lejos de ella, quien a pesar
de tanto, tuvo la amabilidad de invitarme a su boda, invitación que acabo de
usar para...
Vuelvo
a las fotos de Jaqui, como me gustaba llamarla, para enfocarme en sus senos
copiando al gobernador argentino cuyos memes me hicieron reír.
Es
entonces que en un completo acto masoquista recuerdo las veces en las que me
perdí en eso dos monumentos a la belleza.
¿A
qué hombre no le gustan los senos de su chica? Me hago la pregunta al tiempo
que contemplo fotografías de ella que tengo en una carpeta privada. Muchos
solemos guardar recuerdos tales como cartitas, anotaciones, fichas de
restaurantes especiales y demás; aunque también, en lo oculto de nuestra propia
Deep Web guardamos pechos relucientes que dejamos en escondites de la
computadora para la sesión onanista de cualquier domingo.
Previo
al casamiento de mi ex me dio por usar las imágenes no solo mentales de
encuentros sexuales en nuestros tiempos de gloria para proyectar calentura y
usar la masturbación como medio de relajación ante un bloqueo narrativo para mi
próxima página que el diario local exige que escriba.
Las
fotos aparecen en frente, el muñeco sale reluciente y la sesión de loco
onanista recordando al ex amor que se casa la siguiente semana comienza a tomar
forma hasta que, repentinamente, la empleada, quien ha llegado temprano y no
hecho ruido porque sabe que trabajo en mi redacción, se asoma por la puerta
diciendo: Señor, ¿le sirvo un cafecito?
No
debí usar la invitación para limpiarme el culo, pienso.
Fin
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