- Ella enciende un suspiro y acorrala mi cuerpo.
Dibuja una sonrisa que se asemeja a rayos de luz y
suelta una sonrisa cual eco timbra en el alma.
Cabalga hacia mis brazos y sacudimos las anatomías en
un frenesí de afecto que provoca sonrisas.
El beso causa el impacto de un trueno en el alma y
emancipa anhelos que provienen de lugares desconocidos.
Me considero adicto a cada uno de sus atributos
observables y admirador de cada aspecto intrínseco que devora las partículas
del corazón.
Me enamora en el instante en que me mira y empiezo a
desearla en el momento en que me besa como una consecuencia natural y
maravillosa de actos que nos definen y resumen cuando nos juntamos cada tarde a
la llegada de la luna.
Improvisa una danza mientras estamos pegados, la
sonrisa la mantiene intacta como una secuencia maravillosamente exacta de su
forma de ser y los giros improvistos procrean las risas necesarias de un espectáculo
único como íntimo. No necesitamos de tambores musicales ni timbales para
sentirnos dos amantes que se funden en otro beso y las vertientes de la libido
emancipan en hechos sutiles lo que ambos corazones suponen.
El último vestigio de vestidura recae sobre la
planicie de la cama.
Hemos llegado impacientes y gloriosos por el cántico
del amor a la habitación continua, sin evaporar sonrisas y aumentando los
decibeles del deseo.
Me doy cuenta que los dioses olímpicos la hicieron
perfecta cuando derrocha su belleza en el placer de mirarla desnuda, de
repente, como nunca la crearon y siempre existió de tal manera debido a que jamás
el humano pudo tener la capacidad para decorar tanta preciosura.
Pienso
que se trata de un sueño el tiempo que nos tenemos sobre los cuerpos locuaces,
desnudos, radiantes y fogosos, dejando como la lujuria nos ha consumido hasta
el sudor y los gemidos.
Se
crea una sonrisa impartida y caemos rendidos sobre el edredón.
Nos
sujetamos de la mano y pensamos que el mundo es nuestro.
Lo
es, se oye.
No
hay duda, se contesta.
Ella
cierra los ojos y yo sueño con ella.
La
amo, lo estoy haciendo a cada momento, desde la mirada hasta el ensañamiento
con su figura.
Desde
los besos en la boca hasta las caricias en su alma.
Desde
sujetarnos de la mano y andar hasta proyectar sueños surrealistas que nos
conduzcan al infinito.
El
mundo en su regazo se detiene y avanza; se compone y se engendra;
se
ilumina y se detiene; allí donde tengo la fortuna de estar como invitado y
aventurero, a su lado y de la mano, con la vista en las cienes perfectas y la
sonrisa esbozada a pesar del letargo, en esas mejillas donde un beso quiere ceder
y en un susurro antes de acompañarla en el sueño diciéndole un te amo que
seguramente tras todo lo antes desarrollado se lo he hecho saber; aunque siempre
en palabras también se deben ofrecer.
Por
eso, te amo.
Y
ella gira para el mundo se detenga en mi regazo.
Fin
🥰🥰🥰😍😍😍💗💗💗💗
ResponderEliminarMe encantó 😍😍😍😍😍, buenísimas palabras
ResponderEliminarExcelente, me gusto mucho.
ResponderEliminarMe encantó ❤️😍
ResponderEliminarTan real, tan reciente, y nada mejor que las emociones se vuelven a recrear al leer algo que ya se ha vivido, se ha disfrutado, y que tu escrito ahora sea tan mío, al ponerle poesía a un día vivido, muchas gracias
ResponderEliminarEl amor, el amor, capaz de superar problemas y errores...
ResponderEliminarToda una experiencia!!
Gracias por compartir Bryan, nos das vuelo a la imaginación en tus escritos 👏👏👏