- Soy demasiado romántico y toda mi vida le he dado prioridad al amor y sus asuntos interpersonales, me he esforzado y mutado por el bien de mis relaciones y he llegado a reciclar lo mejor cuando estas han terminado.
No cambiaría ninguna de mis historias, si pudiera volver a vivir elegiría disfrutar de las mismas aventuras a pesar que algunas hayan ocasionado desastres en mi vida, porque siento que todo lo vivido; aunque a estas alturas de mi existencia y con mis treinta y tantos en alza, ya no afecten mi presente, han sido temas referentes en mis relatos y evidentemente en mi novela; pero ya no en mi ahora.
He soñado -tal vez ya no sueñe porque lo quiero real- con alguien con quien compartir mis éxitos, mis derrotas, mis jodidos momentos de melancolía que no comparto con absolutamente nadie y podría abrirme con una sola persona, mis delirios y fetiches, locuras y esas ganas de querer comerme al mundo sin cubiertos. De hecho, todo lo que pueda encarnar mi ser y su ser para así fusionar sueños y converger realidades haciendo que todo fructifique para bien; pero, aunque tal vez no se presente en físico o haya estado y se fue, ansío ese encuentro, quizá, imagino demasiado o la idealizo cuando la encuentro; pero válgame el romanticismo, el maestro Bécquer y su libro que llevo siempre y todo ese asunto del corazón, a veces es lo único que deseo para contemplar mi felicidad.
Pero nada, absolutamente nada podría ser completo, ideal, extraordinario, -cualquier otro adjetivo que pienses- si ella no quisiera lo mismo.
Por eso, todavía sigo esperando.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario