- En
casa estamos locos por el triunfo peruano y el pase a la final, de hecho, la última
vez que vi a mi país en el partido decisivo de una competición fue en 1975,
efectivamente, allí salimos campeones. Después hemos tenido una gama de
desastres hasta el mundial pasado al que asistimos pero no pude viajar a Rusia
porque la pequeña, quien ahora se encuentra grande ha sacado los gustos caros
de su madre y abuela.
Lejos
de ese asunto particular, gracioso y familiar, ayer fue espléndido,
sencillamente genial, digo e insisto, una noche perfecta -aunque no pueda salir
a beber y volverme loco como en mis tiempos de adolescente- sin embargo, la celebración
se lleva al borde reflejada en la sonrisa que mantengo durante todo el día.
Esto
me conduce a la anécdota del partido, la princesa andaba viendo la sirenita, la
del color de piel que le gusta, no tengo argumentos ni razones para reclamar
por un cambio de aspecto físico, simplemente, noto a la princesa pegada a la
tele con el dibujo y me resulta sano. En tanto, yo andaba preparando la cena y
unos tragos caseros para el deleite de los pocos invitados en casa: un primo,
mi editor, un amigo y un tipo pesimista a quien tuvimos que mandar a comprar
hielo y no abrirle la puerta, es broma. Ojalá hubiera sido cierto.
Volviendo
al asunto, la tele en mi sala se había arruinado por la lluvia o un mal
cableado, el asunto es, que según dijeron los tipos del cable, la conexión andaba
mal, esto me condujo a la opción de ver el juego en el otro televisor, en el
cual, la princesa de la casa andaba viendo sus dibujos por Youtube.
Difícilmente
se le convence de cambiar, es demasiado testaruda, me recuerda a una persona,
alguien a quien puedes decirle muchos argumentos lógicos y sensatos e igual va
a pensar lo mismo y no aceptar lo que dices.
Ella
no quería cambiar, decía, bien inteligente y astuta: En comerciales cambio.
Todos
la miramos como bobos sabiendo que en Youtube eso no ocurre.
Era
cuestión de terminar de ver los ciento cincuenta videos de la sirenita para que
pudiéramos ver el juego.
Entonces
se me ocurrió la brillante idea de llamar a su abuela y decirle: Ven, coge mi
tarjeta, llévala al cine y a comer y la traes en un par de horas.
Lo
gracioso es que fue la primera vez que me las ingenio para ‘liberarme’ de ese
dulce ser que no quería dejar su capítulo para que los tigres futboleros
contemplen el juego.
Se
me hizo altamente chistoso y lo mejor vino después, obviamente, con el triunfo
peruano.
Pd.-
Ya llegaron los tipos del cable.
Fin
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