- Soñé con Pinina. Yo estaba en una llanura infinita. De lejos vi su silueta reconocible venir hacía mí. Cabalgaba con rapidez, lengua afuera, orejas moviendo a la par y cola revoloteando. Me hinqué para esperarla y al llegar nos abrazamos. Me lamió el rostro, cogí sus tetillas y las besé como le gustaba. Toqué su panza y froté su nuca. Nos divertimos largo tiempo hasta que una lira sonó.
Vi la sombra de un manto blanco y una barba enorme, ella la siguió tras un último lamido y este hombre me dijo al corazón, hasta siempre jamás será un adiós. Acarició varias mascotas con sus múltiples manos y se marcharon.
Abrí los ojos y vi la puerta abierta. Un ladrido único se oyó y sonríe.
Ella es feliz, pensé. Mascota de Dios es.
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